Salud Brasil São Paulo, São Paulo, Jueves, 07 de diciembre de 2017 a las 14:41

El tiempo de ingreso puede influir en el comportamiento de los bebés prematuros

Científicos brasileños demuestran que el desarrollo emocional de estos niños debe ser objeto de seguimiento de la misma forma que el crecimiento físico y los aspectos motores

AGÊNCIA FAPESP/DICYT - El bebé nació antes de lo esperado. Es necesario llevarlo inmediatamente a la UCI neonatal, pues sólo así sobrevivirá. Como sus pulmones aún no están completamente formados, en minutos es intubado. El equipamiento indica que el corazón late fuerte, pero aún urge aplicar una serie de procedimientos, algunos dolorosos, para que el bebé aumente de peso y sobreviva.

 

Esta escena es sumamente común, más aún en Brasil, un país que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, ocupa el 10º lugar en cuanto a su tasa de nacimientos prematuros. Pero la misma revela también la existencia de una paradoja: al tiempo que la UCI neonatal es altamente estresante para el bebé, solamente en ese ambiente y con el apoyo del equipo multiprofesional especializado en recién nacidos podrá sobrevivir.

 

En un estudio realizado en la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FMRP-USP), en Brasil –y que contó con el apoyo de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo (FAPESP)– se afirma que, independientemente del nivel de prematuridad y de la presencia de displasia pulmonar y retinopatía de la prematuridad, el tiempo de internación en la UCI neonatal tiene un impacto sobre los problemas de comportamiento relacionados al eje de regulación emocional de los bebés.

 

Para los investigadores, este hallazgo confirma la necesidad de contar con programas de cuidados del desarrollo en la estructura de las UCIs neonatales, tanto para disminuir las experiencias estresantes y dolorosas como para mejorar las estrategias de protección durante el desarrollo inicial del bebé.

 

En el estudio se examinaron los efectos de las características neonatales y sociodemográficas sobre el temperamento y el comportamiento en la infancia de 100 bebés prematuros de 18 a 36 meses de edad y con distintos niveles de prematuridad.

 

Todos los bebés se encontraban dentro del programa de atención de la UCI Neonatal del Hospital de Clínicas de Ribeirão Preto de la FMRP-USP, el lugar donde se aplicaron la escala de temperamento, que evalúa el perfil de temperamento de los niños, y una escala de indicadores y problemas de comportamiento.

 

Las madres de los bebés que se incluyeron en los criterios de inclusión en el estudio –al comprender cómo funcionan los instrumentos que se emplean para analizar el temperamento– participaron mediante entrevistas y respondiendo cuestionarios.

 

Los niños con malformaciones, grado tres de hemorragia intracraneal y aparentes problemas cognitivos no participaron en el estudio. Un total de 36 niños participantes presentaron displasia broncopulmonar, y 63 retinopatía severa de la prematuridad, las enfermedades más comunes entre los bebés prematuros.

 

“En estudios anteriores se comparó entre niños nacidos pretérmino y a término, dado que los bebés pretérmino exhiben una mayor propensión a presentar problemas de comportamiento. En nuestro estudio, avanzamos en la comprensión del desarrollo de los prematuros. El riesgo existe, pero al detectarlo podemos elaborar estrategias de protección, prevención e intervención, a efecto de mejorar el desarrollo de esos niños”, dijo Rafaela Guilherme Monte Cassiano, psicóloga y doctoranda en el Departamento de Neurociencias y Ciencias del Comportamiento de la FMRP-USP, y una de las autoras del estudio, publicado en la revista Early Human Development.

 

De acuerdo con dicho estudio, las experiencias estresantes relacionadas con el dolor neonatal pueden deteriorar el desarrollo del niño tanto al comienzo de la vida como en etapas posteriores.

 

“Asimismo, el ambiente de la UCI neonatal conlleva otros factores que pueden perjudicar el desarrollo infantil, tales como el alto nivel de ruido, la alta luminosidad, los estímulos táctiles repetitivos y la separación materna”, escriben los investigadores.

 

Una ventana de oportunidad

 

Maria Beatriz Martins Linhares, profesora asociada de la FMRP-USP y directora de este estudio, explica que la etapa inicial constituye una especie de ventana de oportunidad para el desarrollo a lo largo de toda la vida del individuo.

 

“La regulación fisiológica inicial y emocional es una precursora para la serie de procesos de regulación del comportamiento. Por ello es importante recordar que a partir de ciertos problemas de comportamiento a esa edad es posible detectar indicadores de riesgo de problemas de comportamiento durante la vida adulta. Hasta los seis años de edad, contamos con un cierto potencial de prevención de esos problemas”, dijo.

 

El proceso de autorregulación culmina a los cinco años de edad. Sin embargo, con aproximadamente 18 meses, la regulación emocional mejora, con la consiguiente regulación del comportamiento.

 

“El autocontrol emerge entre los tres y los cuatro años de edad, con el desarrollo del sistema de atención, que es relevante para el control voluntario, al aumentar el potencial de regulación del comportamiento”, escribieron los autores.

 

En tanto, el temperamento del niño generalmente cambia en el transcurso de su desarrollo. “Por ende, con el desarrollo típico del niño, los sistemas reactivos iniciales van siendo paulatinamente mejor regulados, a medida que los sistemas de control de la inhibición orientados al miedo y al control de la atención maduran”, dijeron.

 

Con todo, al estudiar a los 100 bebés prematuros, se observó que los que debieron permanecer durante más tiempo en las UCIs demostraron indicadores de problemas conductuales.

 

“El desarrollo comprende el crecimiento físico, las habilidades –en las áreas de lenguaje y de locomoción y movilidad– y también los aspectos afectivos, sociales y conductuales. Por ende, de la misma manera que debe seguirse el desarrollo motor, también debe hacerse lo propio con los indicadores del comportamiento y los rasgos del temperamento”, dijo Martins Linhares.