Alimentación Brasil São Paulo, São Paulo, Jueves, 31 de mayo de 2018 a las 13:32

Agua, energía y alimentos para investigar los problemas socioambientales en Brasil, África y el Este Europeo

Un estudio que llevan adelante científicos brasileños, holandeses y británicos se enfoca en el nexo entre tres variables críticas e interdependientes

AGÊNCIA FAPESP/DICYT - Ante un panorama global de escasez o de limitada disponibilidad de recursos, la tríada constituida por “agua, energía y alimentos” compone un nexo crítico en las periferias de las ciudades de los países pobres o en desarrollo.

 

Una colaboración internacional de la cual forman parte investigadores de Brasil, Holanda y el Reino Unido se aboca al estudio de esta relación en tres ciudades de mediano porte: Guarulhos, en el Gran São Paulo, la mayor área metropolitana de Brasil; Kampala, la capital de Uganda, y Sofía, la capital de la Bulgaria.

 

El uso de la palabra “nexo” (del latín nexus) se basa en la percepción de que existe una interdependencia entre las variables agua, energía y alimentos: el aumento de la oferta directa de una implica el agotamiento de las otras y de las respectivas cadenas de producción y suministro.

 

“Si se suministra una mayor cantidad de agua a las poblaciones, esto impactará negativamente sobre la producción de alimentos y de energía. Lo propio sucede si cada una de las otras dos variables cobra relieve. Eso complejiza la convencional relación de escasez”, dijo Leandro Luiz Giatti, docente de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo (FSP-USP) y coordinador del Proyecto Temático intitulado “Resiliencia y vulnerabilidad referente al nexo urbano de alimentos, agua, energía y medio ambiente (ResNexus)”.

 

La colaboración ResNexus, moldeada con respuesta a una convocatoria a la presentación de propuestas enfocada en la sostenibilidad urbana que la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo (FAPESP) emitió en asociación con la Organización Holandesa de Investigación Científica (NWO) y el Economic and Social Research Council (ESRC) del Reino Unido, congrega a investigadores de la USP y de las universidades Wageningen (Holanda) y de Sussex (Reino Unido). En Brasil se está llevando adelante un estudio en el marco de este Proyecto Temático también en Guarulhos. El mismo se encuentra a cargo de Carolina Monteiro de Carvalho, posdoctoranda de la FSP-USP, bajo la supervisión de Giatti y con beca de la FAPESP.

 

Queda claro que este cuadro de escasez global exhibe matices que varían según los territorios. En Brasil, la abundancia de recursos hídricos no impidió que graves crisis regionales de suministro de agua se registraran durante los últimos años. Y el modelo agrícola adoptado, orientado hacia la producción intensiva y la exportación de commodities, es también intensivo en el consumo de agua y energía.

 

Con relación al hecho de que el estudio se enfoca en tres ciudades, Giatti comenta que cada vez más la población mundial se concentra en las ciudades y las poblaciones urbanas exhiben estándares de consumo más elevados.

 

“Por este motivo, desde las ciudades se dinamizan las demandas de agua, energía y alimentos. Sin embargo, esta relación de interdependencia no se resume al territorio estricto de las ciudades. En la actualidad, la ciudad de São Paulo es abastecida con agua proveniente incluso del estado vecino de Minas Gerais”, dice.

 

Aunque son sumamente distintas en diversos aspectos, Guarulhos, Kampala y Sofía tienen en común el hecho de tener entre un millón y un millón y medio de habitantes, además de afrontar varios problemas similares.

 

“Los tres estudios se valen de una técnica etnográfica llamada de shadowing, que superpone diversas investigaciones cualitativas para entender las prácticas sociales en contexto de vulnerabilidad. El supuesto indica que con base en los medios de los cuales disponen, de sus saberes y sus quehaceres, las poblaciones desarrollan diversas prácticas sociales para afrontar la escasez. Esto es focal en los tres estudios”, dijo Giatti.

 

“En Kampala, por ejemplo, las favelas que forman un mosaico por toda la ciudad constituyen territorios en donde la presencia del Estado prácticamente no existe. En las favelas de la Región Metropolitana de São Paulo, pese a las enormes carencias, es posible encontrar centros de atención primaria de salud (UBSs, por sus siglas en portugués) o accesos a dichos centros, escuelas o accesos a escuelas, y en la mayoría de ellas existen redes de distribución de agua”, dijo.

 

“Nada de esto existe en Kampala. Pero eso un ejemplo de práctica social que existe allí se refiere a la cocción de los alimentos. Para cocinar, la gente utiliza fundamentalmente carbón, leña o bloques de madera. Es un material fácil de conseguir, pero caro. Por eso la población dejó de consumir frijoles, cuya cocción demanda mucha agua y mucha energía. Y adoptó como alimento principal el matooke, un puré de banana verde cocido al vapor. Su preparación es rápida y requiere poca agua y poca energía”, dijo el investigador.

 

Con base en mapeos etnográficos como éste, en el estudio se identifican no solo las soluciones que las poblaciones encuentran para sobrevivir a la escasez sino también sus propuestas, sus aspiraciones y su visión de futuro. El abismo existente entre las prácticas sociales de las poblaciones en condición de vulnerabilidad y las decisiones de los gestores de políticas públicas constituye un objeto de interés de la investigación.

 

“Esto es sumamente significativo en los tres lugares estudiados. Estuvo con nosotros recientemente una investigadora de Bulgaria que trabaja en la revisión del plan director de Sofía. Y nos mostró que en función del régimen socialista que imperó en Bulgaria hasta 1989, existe en la ciudad una infraestructura muy buena; pero existe también el desafío de la interlocución de los ciudadanos con los planificadores, pues pese a la apertura del régimen, aún perduran prácticas autoritarias y escaso acceso a la información en el ámbito gubernamental”, dijo Giatti.

 

“Lo mejor que estamos logrando hacer para superar ese hiato son eventos a los que denominamos Vision Building Workshops, talleres para la construcción de visiones colectivas, en los cuales reunimos a los habitantes de las regiones vulnerables con sus líderes locales, con académicos y con gestores públicos”, dijo.

 

Mapas y cuestionarios

 

En el barrio estudiado en Guarulhos, la implementación de canales de interlocución fue uno de los resultados de la investigación posdoctoral de Carolina Monteiro de Carvalho.

 

“Mi proyecto, desarrollado como un despliegue del ResNexus, se enfocó en la elaboración de un Sistema de Información Geográfica (SIG) participativo. Este sistema, desarrollado con el objetivo de mapear los problemas socioambientales del barrio Novo Recreio, empezó a elaborarse junto con jóvenes habitantes a partir de un curso de extensión de tres meses que dictamos en el lugar”, dijo Monteiro de Carvalho.

 

“El segundo paso, en el cual estoy trabajando ahora, es la elaboración de un cuestionario elaborado con base en la plataforma de mapeo participativo finlandesa Maptionnaire, para que lo respondan los habitantes de todo el municipio de Guarulhos. Los ciudadanos podrán brindar su feedback para la construcción de un sistema socioambiental más justo”, dijo.

 

Novo Recreio es una parte nueva del barrio Recreio São Jorge. Viven allí alrededor 4.500 familias, en la falda serrana de Serra da Cantareira. A causa del relieve accidentado, es un área de riesgo ambiental, con depósitos de basura en lugares inadecuados, episodios de deslizamientos de tierra y también de inundaciones.

 

La movilidad de los habitantes es sumamente precaria, pues los autobuses no logran subir por las cuestas durante los días lluviosos. Aparte del problema crónico de escasez hídrica, una de las mayores dificultades apuntadas es la falta de pavimento, que dificulta el desplazamiento de la gente.

 

“Empezamos nuestro estudio con el apoyo del Club de Madres, una ONG fundada por la vecina Cida, quien siempre luchó para resolver las necesidades de los habitantes de Novo Recreio. Esa ONG apoyó nuestro ingreso al barrio, así como al centro de salud local, bajo la gerencia de Fabiana Bueno. Y participaron 22 estudiantes de entre 14 y 17 años que frecuentaban los cursos organizados por el Club de Madres. Fueron reuniones semanales, de una hora cada una, durante tres meses. Con base en las respuestas que nos daban, empezamos a mapear los problemas socioambientales del área”, dijo Monteiro de Carvalho.

 

Eso se llevó a cabo de diversas maneras. Con el “Mapa Hablante”, por ejemplo, en el cual la persona representa mediante un dibujo en papel los problemas sociales o ambientales que detecta en su barrio. O el “SIG Participativo Manual”, en el cual la persona pone un papel vegetal sobre Google Map impreso y destaca allí las características que conoce de las distintas áreas.

 

“Ésas fueron algunas de las modalidades aplicadas. Una vez realizado el mapeo completo, apliqué el cuestionario Maptionnaire, para que esos estudiantes pudiesen planificar lo que anhelaban de infraestructura para los próximos años en su barrio”, dijo la investigadora.

 

Con base en estos encuentros, los estudiantes elaboraron el mapa del diagnóstico socioambiental del barrio. Y con la plataforma Maptionnaire, también el mapa de la planificación.

 

“Así contamos con un panorama de cómo se encuentra la región y de cómo les gustaría a esos jóvenes que quedase. Y ahora en la segunda etapa del proyecto estamos llevando adelante encuentros temáticos con la población. Además de los estudiantes, se está convocando a otros habitantes de la zona para que podamos tener también el punto de vista de los más ancianos. Nuestro objetivo es llegar a la definición de estrategias que puedan implementarse en el futuro. Contamos con el apoyo del Club de Madres, de Centro de Atención Primaria de Salud local y también de la Secretaría de Salud del municipio”, dijo Carvalho.