Medio Ambiente El Salvador , El Salvador, Miércoles, 03 de julio de 2019 a las 14:13

Los países centroamericanos aprenden a anticipar el futuro para planificar ante el clima

Una de las regiones más vulnerables al cambio climático del mundo está aprendiendo a salirse de la camisa de fuerza del presente y a explorar sus futuros, aunque todavía no los conoce bien

UCI/CIAT/DICYT Centroamérica está enfrentando grandes retos para adaptarse al cambio climático: la sequía en el Corredor Seco, las pérdidas agrícolas y la situación precaria de millones de agricultores ocupa un lugar protagónico en las agendas nacionales.

 

Con la mirada puesta en el presente, se corre el riesgo de olvidar que las cosas pueden cambiar. Con la intención de anticipar futuros y gobernar mejor el clima, un proyecto de investigación con vínculos fuertes en los países centroamericanos está intentando ayudar a los tomadores de decisiones de la región a evitar esta trampa del presente a la hora de planificar para el clima.

 

La región tiene esfuerzos importantes en planificación climática, explica Marieke Veeger, investigadora en escenarios y políticas para CCAFS, el Programa de Investigación de CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria, y basada en la Universidad para la Cooperación Internacional (UCI), quien está estudiando el rol de la anticipación y la imaginación de futuros plausibles, en la formulación de planes de cambio climático. En la mayoría de los casos estudiados en Centroamérica, la formulación de una política se hace con base en un análisis riguroso de la problemática presente, y casi siempre consideran alguna práctica de anticipación, como las evaluaciones de vulnerabilidad o de riesgo. Pero tienen sus limitaciones. Cuando miran al futuro no consideran de una manera suficiente la incertidumbre y casi siempre dominan los componentes físicos del clima. “Los planes de adaptación al cambio climático en su gran mayoría toman en cuenta escenarios climáticos –como precipitación o temperatura– pero pocos consideran que aspectos socioeconómicos, ambientales o políticos también pueden cambiar, como la migración, los hábitos de consumo y el manejo de los recursos naturales”, dice ella.

 

Anticipar el futuro

 

¿Entonces cómo podemos tomar en cuenta lo que aún es incierto? Para eso, el equipo de UCI, CCAFS y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) está trabajando con los países de la región para crear escenarios del futuro: múltiples historias del futuro contadas a través de palabras, números o imágenes.

 

Para crearlos, expertos, líderes y funcionarios de un país identifican los factores que más cambio e impacto podrían generar sobre el futuro de la agricultura y la seguridad alimentaria y nutricional y luego empiezan a imaginar y a diseñar escenarios. La aspiración es que dentro de los países haya personas y equipos que sean capaces de realizar esto de manera interativa una vez que se familiaricen con el método.

 

Entre octubre de 2018 y mayo del 2019 se realizaron tres talleres para crear escenarios en Guatemala, El Salvador y Honduras, con la intención de ejercitar la capacidad de imaginar los futuros en los que tendrían que enfrentar la crisis climática. Los eventos se realizaron en el marco del proyecto Un Viaje Común, liderado por el CIAT y financiado por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA). Este proyecto tiene como objetivo desarrollar capacidades sobre la Agricultura Sostenible Adaptada al Clima (ASAC) en Centroamérica para fortalecer las políticas y la toma de decisiones para las acciones de adaptación y mitigación del cambio climático.

 

En la práctica

 

Al principio, Miguel Gallardo tenía sus reservas. Conforme el grupo al que fue asignado en el taller enumeraba los ‘factores de cambio’ y los organizaba por cuán importantes e inciertos eran, el método no le calzaba. “No estaba seguro qué función le iba a dar. Me preguntaba: ¿cómo vamos a unir todos estos elementos subjetivos a una proyección integrada?”, recuerda Gallardo, especialista en cambio climático del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) de El Salvador. Él estaba acostumbrado a los modelos climáticos con datos claros y series de tiempo, como las Trayectorias de Concentración Representativas (RCP, por sus siglas en inglés) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Esto era diferente.

 

Luego se dio cuenta que no había necesidad de tener la proyección de lluvias o de ondas de calor “al centavo”, sino que se trataba de entender cómo un factor futuro podría afectarlos. Rápido le encontró el gusto y el valor. A él le tocó trabajar el manejo del agua, que se exploró con dos acercamientos diferentes: qué tan centralizado estaba el aprovisionamiento de agua y qué tipo de actividad productiva beneficiaba. En un escenario que creó con su grupo de ocho personas, imaginaron una economía de servicios en vez de una enfocada en desarrollo agroindustrial (como es la tendencia actual) y les tocó imaginar cómo sería en un contexto con el uso concentrado o distribuido del recurso hídrico. Ese proceso convenció a Gallardo y ahora incluso está considerando sugerirlo para hacer estrategias climáticas en su país.

 

El mismo trabajo estaba ocurriendo en otras mesas y al final emergieron 12 escenarios para El Salvador (y otros tantos en Honduras y Guatemala). El resultado cubrió no solo escenarios aspiracionales sino también algunos realmente desastrosos. Por ejemplo, el coordinador de la Unidad de Cambio Climático del Ministerio de Agricultura,Ganadería y Alimentación(MAGA) de Guatemala, Martín Leal, imaginó un escenario en que el Estado cedía el control del agua a empresas privadas. “(En ese futuro), si uno necesitaba agua, tenía que pagarle a la empresa para tener acceso. Todo eso encarecía la canasta básica y hacía a los pobres más pobres, y a los ricos más ricos”, recuerda el funcionario. Pero estos escenarios pesimistas son particularmente útiles, dice Manuel Sosa, Subdirector de Ordenamiento Forestal, Cuencas y Riego del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) de El Salvador. “Si usted sabe que se va a enfermar de aquí a dos meses, porque pasará tal o cual cosa, usted va a prepararse y tomar medidas para alejarse de eso”, explica.

 

Del futuro al presente

 

De cada uno de estos talleres emergen escenarios favorables y negativos que pueden ayudar a blindar cualquier política. Por ejemplo, si uno quisiera pensar una política pública para manejar el agua al 2050, esta debería pasar la prueba en los escenarios que ayudó a crear Gallardo. Lo mismo para cualquier conjunto de cuatro escenarios que surjan de proceso, que idealmente serían utilizados en el futuro. “Una política es suficientemente robusta si se desempeña bien en la mayoría de los escenarios creados. No basta con que tenga un buen desempeño en solo un escenario”, dice Efraín Leguía, coordinador del componente de Escenarios Futuros de Un Viaje Común. Este año, estos escenarios ayudarán a priorizar inversiones que permitirán a los pequeños productores adaptar su producción agrícola al clima de manera sostenible en los países mencionados.

 

Al final, se trata de que esta metodología rompa el cajón de lo probable en la mente de quienes trabajan seguridad agrícola y nutricional en la región. Los escenarios futuros permiten a los participantes internalizar los escenarios que ellos mismos crean de manera participativa. Esto les permite diseñar programas, planes e inversiones más robustas, y consecuentemente, adaptarse mejor a la incertidumbre del futuro. Danilo Saravia, un consultor que ha trabajado la metodología de escenarios futuros con el equipo de UCI-CCAFS, cree que lo importante es crear un grupo base. “Lo importante es dejar una masa crítica en estos países capaz de salirse de la caja”, explica.

 

Aunque esta es la primera experiencia nacional en Guatemala y El Salvador, la herramienta ya ha sido empleada en otros países en la región. Conforme más gente aprenda a ver el futuro de esta manera, será más fácil evitar la trampa del presente –y de la falsa certidumbre– a la hora de planificar para el clima.