Ciencia España , León, Jueves, 21 de diciembre de 2006 a las 17:37

La Vía de la Plata y la historiografía moderna

Artículo de opinión de Isaac Moreno, ingeniero técnico de Obras Públicas y especialista en vías romanas

Hemos leído los argumentos recientemente publicados por el historiador Ramón Grande del Brío en defensa de la existencia del Camino de la Plata y de un supuesto Iter romano por Corrales del Vino y otras localidades de la comarca donde nunca se ha conocido ninguna estructura de vía romana. Los datos aportados no hacen si no retrotraer el invento de este trozo en concreto del Camino de la Plata hasta el siglo XIX, en lugar del siglo XX, eso sí, adornados por gruesas palabras con las que pretende desacreditar tesis más amplias que aún le convienen menos.


Aun reconociendo el leve adelanto de fechas para ese punto, tengo que suponer también que se mueve en estas notas cierto espíritu corporativista, si no de mera defensa de intereses personales, de quien se gana la vida contando historias de los pueblos de la comarca porque, científicamente, ni tienen sustento ni son prueba del paso de ninguna calzada romana por donde se pretende.


Además, no serían tan contundentes esas pruebas cuando quien más escribió y con mayor repercusión sobre la Vía de la Plata, Roldán Hervás, no las utilizó para nada. No solo no las utilizó, sino que "su vía de la Plata" no pasa por Corrales, ni tan siquiera por su término municipal.


Que en el siglo XIX los eruditos locales -muchos de ellos ilustrados párrocos- que informaron a Miñano o Madoz para la elaboración de sus diccionarios de las peculiaridades de sus pueblos dijeran que por allí pasaba la Vía de la Plata, no quiere decir más que eso, que ellos así lo creían. El doctor Grande del Brío no tiene más que ir a las fuentes, al detalladísimo Catastro de Ensenada, del s. XVIII, o a cualquiera de las mojoneras conservadas en los ayuntamientos por las que él asegura que pasa la vía, para exhumar el documento que demuestre que el tal topónimo existió antes de principios del s. XIX, momento a partir del cual, por presión erudita, se rebautiza así a la Cañada Vizana. Por tanto, estamos ante una labor historiográficamente mala, sin base en documentos históricos ni toponomásticos.


Por otro lado, atreverse a hablar de la Tabula Peutingeriana como prueba de alguna vía romana en España, es como para que el señor Grande devuelva el doctorado si tiene una mínima honestidad, porque en aquel mapa del Imperio Romano nunca se encontró la parte hispana, que estuvo en la primera hoja del manuscrito, habiéndose añadido esta parte como mera hipótesis al facsímil publicado por Konrad Miller en 1887.


Y lo cierto es que antes del siglo XX nadie se atrevió a llamar Camino de la Plata a toda la Cañada de la Vizana al norte de Salamanca y nada menos que hasta Astorga.


El señor Roldán tituló su famoso trabajo como Iter ab Emerita Asturicam, con un neologismo latino que no figura en ningún documento clásico y menos en el Itinerario de Antonino, denominación con la que nos quiere hacer comulgar también Grande del Brío, y lo subtituló como El Camino de la Plata, porque le pareció también bonito.

Grande del Brío es un perfecto desconocido en la investigación de las vías romanas en España y no se conoce dato de interés aportado por él en estos temas.


Sin embargo, otros historiadores que merecen total crédito por su trayectoria seria y experiencia en la investigación de las vías romanas, como Jesús Rodríguez Morales, nos aportan, en su contestación a Grande del Brío, datos transcendentales para la comprensión de este problema:


El nombre Vía de la Plata que se ha impuesto como nombre popular es relativamente moderno. La primera vez que aparece es a principios del s. XVI, en dos fuentes. Una es una carta de Cristóbal Colón a su hijo Hernando, hacia 1500, en donde le dice: "lleváreisla por la calzada de la Plata". Otra, Elio Antonio de Nebrija, en su Repetición sexta sobre las medidas, publicada en 1510, en donde dice: "También pertenece a la misma Lusitania una vía famosísima, llamada vulgarmente 'de la plata' (uia nobilissima: argentea uulgo dicitur). El pontífice Licinio fue el primero que la construyó, después la rehizo César Trajano y a continuación la restauraron Elio Pertinax y otros emperadores, como se deduce por los mojones, a los que separan mil pasos. Fue trazada desde Mérida, pasando por Cáceres, hasta Salamanca, donde comienza a desaparecer en la parte externa del puente y ya no se ve rastro alguno de aquella vía (Ea per ducta est ab emerita augusta per castra caecilia salmanticam usquem: ubi primum in extima pontis parte incipit euanescere: neque ulterius ullum uiae illius uestigium cernit)".


Es decir, para Nebrija, la llamada popularmente ya en 1510 Vía de la Plata, iba de Mérida, por Cáceres, a Salamanca: AB EMERITA AUGUSTA PER CASTRA CAECILIA SALMANTICAM. Luego desaparecía.
Anteriormente, la calzada se había conocido, y de esto hay registro documental, con el nombre de Calzada de Quinea, y así aparece en el Fuero de Plasencia (1189) o en el De Rebus Hispaniae (1243) de Jiménez de Rada, en relación con la División del Reino por Alfonso VII en 1157.


En cuanto a Vía de la Plata, es un nombre genérico -hay media docena de calzadas o vías de la Plata en España- que seguramente no tiene nada que ver con el árabe Al-Balat, sino con el latín via delapidata, 'vía empedrada', atestiguado ya en textos latinos como el Epitome de Festo, de Paulo Diacono, p. 79M: "delapidata: lapide strata": delapidata: construida de piedra; o San Isidoro, Etimologías, XV, 16, 6: "Ipsa (strata) est et delapidata, id est lapidibus strata": La calzada está además empedrada, es decir, recubierta de piedras. En el Vocabulario de Alonso de Palencia, publicado en 1490, delapidata son "los lugares empedrados, las calzadas".

Afirma igualmente Rodríguez Morales que lo más descabellado que afirma el doctor Grande en sus argumentos es que el topónimo árabe Balat Humayd tiene algo que ver con la Vía de la Plata. Con este nombre, 'camino de Humayd', Balatomet en el s.XIII, se conoce sólo y únicamente el camino de Toledo a Segovia y el Duero que, identificado por el profesor F. Hernández Jiménez en La travesía de la SIERRA DE GUADARRAMA en el acceso a la raya musulmana del Duero, artículo publicado en la revista Al-Andalus en 1973, fue descrito en su tiempo por autores musulmanes, y siempre hablando del camino de Toledo a Castilla la Vieja por la Sierra de Guadarrama. El 'Foyo de la Plata' al que se refiere el doctor Grande, y que, efectivamente, aparece en una fuente medieval, el Libro de la Montería de Alfonso XI, en el s. XIV, se ubica en las cercanías de Valdemorillo, en la provincia de Madrid, y nada tiene que ver con Salamanca ni la Vía de la Plata de la que estamos hablando.

Debería haberse informado también el señor Grande de que en Astorga se presentaron muchas pruebas y fotografías de los vestigios físicos de la vía romana que comunicaba Salamanca con el Duero, hasta el gran yacimiento de Villalazán. Carretera romana que no coincide para nada con la cañada de la Vizana, ni con la "Vía de la Plata del señor Roldan", ni con ningún camino de los tratados hasta hoy. También se mostraron fotografías procedentes de prospecciones arqueológicas aéreas que muestran que el mayor yacimiento romano de esa parte de la región, lo que fue la ciudad romana de Ocelo Duri, está situado al borde del Duero, en el Alba de Villalazán. Allí apareció hace algunos años un miliario tardío y muy poco corriente, sin que nadie supiera que calzada señalizaba, y que ahora resulta ser idéntico a uno recientemente identificado en el Puerto de Béjar, al pie de la Vía de la Plata.

Se expusieron los argumentos de por qué la Cañada de la Vizana no es vía romana de ningún tipo ni posee ningún valor histórico especial y se llegó a afirmar que, de mantenerse la promoción que hoy disfruta, estaremos ante una estafa cultural de grueso calibre.


Nuevas investigaciones y excavaciones, que se emprenderán en breve, certificarán definitivamente todo ello en aras de la verdad, aunque no parece que vayan a afectar a la vergüenza de los historiadores que defienden un camino inventado sin pruebas y aún se empeñan en mantenerlo por intereses personales.

Respecto a la preocupación que muestran los municipios afectados, por la falta de valor histórico de la llamada hoy Vía de la Plata, entiendo que deberían pedir las explicaciones pertinentes a los autores que inventaron el camino o pedir pruebas de mayor peso de su existencia, supuesta romanidad y valor histórico.


Y no es que me parezca nada excepcional este tipo de engaños, más bien al contrario. De hecho, al norte de Benavente hoy se promocionan ya dos Vías de la Plata, una por Villabrázaro y Maire y la otra por Torre del Valle y Pobladura, ambas sobre viejas cañadas y caminos reales y ninguna con derecho a llamarse así, ni a contar con crédito especial de valor histórico pero, eso sí, hoy perfectamente señalizadas como Vía de la Plata.


Y qué decir del Camino de Santiago, de las varias alternativas con que goza el Camino Francés y de los muchos que nacen cada día desde todos los sitios en dirección a Santiago, entre ellos, como no, la manida Vía de la Plata. Pero: ¿qué pueblo que se precie hoy en España no tiene un Camino de Santiago (y hasta un puente romano)?.


Desgraciadamente, es costumbre que la élite de la historiografía universitaria no se queje nunca de estas situaciones, mientras que no faltan historiadores de cabecera que avalan estas promociones turísticas, bien por ignorancia o por mera necesidad de buscarse la vida, que ambas son malas consejeras.
Supongo que la ciudadanía deberá tener al menos el derecho de protesta por ello.