Ciencia España Ávila, Ávila, Jueves, 26 de julio de 2007 a las 11:17

La Química del Arte

Antes de comenzar la restauración del sepulcro de San Vicente, la Fundación del Patrimonio Histórico encargó sendos estudios químicos y petrológicos nunca antes vistos para disponer de una amplia biografía del monumento

Marta Martín Gil /DICYT El sepulcro de la basílica de los santos Vicente, Sabina y Cristeta, en Ávila, considerado una de las joyas de la escultura funeraria del románico europeo, no lucía su mejor aspecto, después de más de 800 años de vida, de la actuación de los insectos y de las incontables intervenciones humanas sufridas a lo largo de los siglos sobre su estructura. Había que actuar, y rápido. Pero el valor histórico, artístico y material del conocido monumento abulense impedían hacerlo de cualquier forma: se necesitaba un estudio previo profundo, completo y detallado que permitiera que, una vez puestos manos a la obra los restauradores, nada fallara en el proceso.

Por eso, la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León se propuso realizar unos exhaustivos análisis químicos y petrológicos, nunca antes vistos en este tipo de monumentos, y que sacarán a la luz no sólo de qué está hecho el sepulcro (así como el cenotafio y el tabernáculo) sino que darán a conocer también qué técnicas se habían empleado sobre él y cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo. “En definitiva, queríamos conocer su biografía”, explica Alfonso León, técnico de la Fundación.

Para conseguirla, La Fundación encargó al Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (organismo dependiente de la Junta de Castilla y León) que desplazara a Ávila un equipo multidisciplinar compuesto por tres químicos, un geólogo, tres restauradores, un ebanista y un historiador para tomar 50 pequeñas micromuestras que después serían sometidas a la analítica del laboratorio. “Todo para caracterizar los materiales, su disposición y evolución y la correspondencia de los estratos pictóricos”, aclara el técnico, “y con el fin de determinar la arqueología de las policromías”. Unas policromías que arrancan en el siglo XII, con las originales del sepulcro, pero que se van superponiendo a lo largo de la Edad Media y en época moderna.

Ya con esas 50 micromuestras en el laboratorio químico comienzan las técnicas de análisis propiamente dichas, “sobre un número de muestras anormalmente alto”, tal y como recalca Alfonso León para dar a entender la envergadura y complejidad del proyecto. “En primer lugar se empleó la microscopía óptica, para analizar la superposición de las capas pictóricas”, comienza a enumerar el técnico, que cita también las espectrocopías infrarrojas, que analizan las capas de preparación y los morteros. “Y las cromatografías de gases sirven para determinar los aglutinantes y los barnices”, abunda en las técnicas empleadas de forma excepcional sobre las muestras, lo que da idea de la complejidad del trabajo.

 
De forma paralela a este trabajo de química se estaba realizando en otro laboratorio el estudio petrológico de los materiales pétreos y de los morteros del sepulcro. “El objetivo era caracterizar la composición y la textura de la roca de las distintas partes del mismo”, subraya el técnico de la Fundación.

 

Para ello, los geólogos recurrieron también a la microscopía óptica, pero completaron sus análisis con la técnica de la difracción de los rayos X; la microscopía electrónica de barrido y la espectroscopía de infrarrojos. “Todo para estudiar los morteros empleados en las distintas partes y ver las características de las pastas que se usaron en los moldes y la procedencia de la roca”, insiste Alfonso León.

 

La tecnología al servicio del arte

Ya con el trabajo del Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales hechos, le llegó el turno de comenzar su trabajo a los restauradores de la empresa segoviana Artelán. Un trabajo que, por cierto, se puede seguir de forma detallada y casi a tiempo real en la web www.sepulcrodesanvicente.es, que se actualiza a medida que se van venciendo las fases de restauración “Se trata de un proyecto emblemático para la Fundación”, insiste Alfonso León, “porque es la primera vez que se crea una página web exclusiva para seguir el proceso de restauración de un monumento”. Y parece ser que no será la última, ya que como él mismo comenta, “la Fundación apuesta siempre por la divulgación de los conocimientos”.

 
Además, y una vez concluido el proceso de restauración (se cree que no antes del otoño), la Fundación instalará a los pies del sepulcro un audiovisual y otra serie de soportes multimedia e interactivos con el fin de que abulenses y turistas puedan conocer de primera mano cómo se ha restaurado el emblemático monumento: desde la toma de muestras a su limpieza, pasando por los laboratorios químicos y petrológicos. La tecnología, una vez más, al servicio del arte.