Todo completamente mojado
La contrapartida por haber tenido la suerte de ser espectadores en primera fila de esta crecida, es la mojadura continua, día tras día que no nos la podemos quitar de encima. No hay ya nada seco. La humedad nos invade. Somos nosotros los únicos que podemos –con el calor del cuerpo- ir secando la ropa un poco por dentro… Secarla, ¿Para qué?, al poco vuelve a estar otra vez mojada.
Toca cocinar y comer de nuevo bajo el agua, por supuesto olvidarse del postre, suerte si podemos tomar una sopa o un arroz caliente. Acostarse rodeado de humedad, el saco está como mojado… no es que entre agua en las tiendas, pero es tan alta la humedad que penetra en todos los rincones y al condensarse va haciendo de las suyas.
La tienda que teníamos instalada junto a la estación, donde pudimos tener todo el material de la instalación mientras ésta duró y después pasamos a recoger el material para los aforos, hubo que desmontarla precipitadamente. El agua del río, al subir el nivel, estuvo a punto de inundarla y por tanto, llevársela corriente abajo.
Y a las tiendas del campamento… poco les faltó. Las habíamos ubicado donde otras veces, en una extensa laguna seca. Cuando comenzó a crecer el río, la laguna que hay justo antes del punto donde hemos instalado la estación, comenzó a subir de nivel. Cada vez más rápido. El último metro que subió velozmente, enrasó el nivel de agua de la laguna activa con el lecho de la antigua laguna seca, donde está nuestro campamento.