Medio Ambiente Costa Rica , Heredia, Mi茅rcoles, 26 de enero de 2011 a las 17:47

Aves amenazadas por la deforestaci贸n y el cambio clim谩tico

Actividades humanas y cambios en la temperatura ponen en riesgo la sobrevivencia de ciertas especies de aves que habitan las monta帽as de Orosi, seg煤n investigaci贸n de la Escuela de Ciencias Biol贸gicas

UNA/DICYT Vuelan apacibles sobre las montañas de Orosi, en cuestión de segundos se precipitan al suelo para capturar a su presa, y en instantes, extienden nuevamente sus alas en un vuelo victorioso. Este es quizás uno de los más bellos espectáculos que ofrecen los gavilanes o aves rapaces, sin embargo, su presencia podría verse amenazada por la mano del hombre.

 

La Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional (UNA), inició en el 2009 un proyecto denominado Análisis ecosistémico para la evaluación de la restauración forestal y sus implicaciones para el secuestro de carbono en un bosque nublado, tomando como sitio de estudio la Reserva Río Macho, ubicada en el Valle de Orosi, y donde como parte de sus componentes se realiza un inventario de aves con el fin de conocer el uso de hábitat, reproducción y alimentación de las especies.

 

Río Macho es una zona de bosques primarios y secundarios, además de tener pastizales, siembra de cipres y eucaliptos para uso comercial, sin embargo, el uso de la tierra se ha diversificado hacia sistemas de agricultura y principalmente hacia el cultivo de truchas, donde la presencia de estos rapaces genera un impacto para los productores.

 

El águila pescadora (Pandion haliaetus) es migratoria y se puede observar de octubre a diciembre con las migraciones del norte y de enero hasta finales de abril con las migraciones del sur, se alimenta de pescado y en algunas ocasiones debido a la escasez de alimento, recurre a los estanques de trucha.

 

“Quienes cultivan truchas sienten la producción amenazada, sin embargo, estas águilas comerán quizás uno o dos peces del estanque por semana, pero los productores no ven eso y las matan, el problema es que ponen en peligro a esta y otra especie emblemática de la zona que es el Spizaetus ornatus o aguilillo penachudo, que por sus colores y tamaño se puede confundir”, explicó Oscar Ramírez, biólogo de la UNA.

 

A pesar de su gran tamaño el Spizaetus ornatus no tiene asegurada su supervivencia. En este momento se encuentra en la lista de especies “de preocupación menor” categoría dada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) e incluida en el apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) que regula el tráfico de especies amenazadas.

 

“El Spizaetus ornatus no se considera en peligro porque su distribución es muy amplia: desde el este de México hasta noreste de Argentina y sdureste de Brasil, sin embargo, sus poblaciones son muy reducidas. En Costa Rica es poco común y se le puede encontrar desde el nivel del mar hasta los 3000 m. En la zona de estudio observamos un macho, una hembra y su cría, y esta, contrario a lo que dice la literatura de permanecer un máximo de 88 días con sus padres, ya lleva más de un año de estar con ellos, lo que nos hace pensar que todos nacieron en el mismo bosque. Esta es la única familia que hemos observado”, indica Ramírez.

 

Es así como la deforestación y la caza ilegal se convierten en una amenaza para esta y otras especies, incluso para los zopilotes y otros rapaces presentes en la zona, que a pesar de ser poco atractivos en términos visuales, juegan un papel determinante en el proceso de descomposición de nutrientes dentro del bosque.

 

Alejar especies

 

Ramírez afirma que en caso de que los productores quieran alejar a estas especies de sus estanques, pueden colocar mallas protectoras o sarán, esto permitiría la entrada de luz y alejaría tanto a las aves como a algunos mamíferos.

 

Por otra parte, el estudio ha permitido observar algunas especies de aves que antes habitaban en la bajura, y ahora se desplazan hacia zonas más altas, de acuerdo con el investigador, esto produce una competencia de nicho con otras especies que utilizan la misma zona para alimentarse, e incluso se podría presentar la transmisión de parásitos y enfermedades entre unos y otros.

 

“Tenemos el caso del tucán (Ramphastos swainsonii), el cual habita en zonas bajas, pero puede adaptarse a las condiciones de temperatura y humedad de las montañas de Orosi, donde vive el tucancillo verde (Aulacorhynchus prasinus) quien por su menor tamaño y pico más débil, podría verse desplazado, a su vez el tucancillo verde disputa terreno con el quetzal, que se ve intimidado pues a pesar de tener un mayor tamaño, su pico es más débil y así sucesivamente, lo que podría llevar a algunas especies a su desaparición por competencia de nicho”.

 

Esta investigación juega un papel preponderante en la recomendación para la conservación de los bosques naturales y la importancia relativa de las plantaciones. De acuerdo con Ramírez, desde ya se realizan esfuerzos con los pobladores y dueños de fincas privadas para que sigan conservando los remanentes de bosques y plantaciones que albergan estas especies y protejan las fuentes de captación de agua que abastecen la zona.