Científicos brasileños cultivan el MPXV en células y distribuyen muestras a otros laboratorios
AGENCIA FAPESP/DICYT – Tras culminar la primera secuenciación genómica del virus monkeypox (MPXV) en Brasil, científicos de la Universidad de São Paulo (USP) están cultivando linajes celulares del agente causal de la viruela del mono. El objetivo es distribuir muestras entre laboratorios públicos y privados de todo el país, que podrán utilizarse tanto en test de diagnóstico como en investigaciones destinadas a entender la evolución viral y en el desarrollo de nuevos tratamientos y vacunas. Este trabajo se lleva adelante en el Laboratorio de Virología (LIM52) del Instituto de Medicina Tropical (IMT-USP), al mando de la viróloga Lucy dos Santos Vilas Boas.
“Recibimos la muestra clínica del primer paciente diagnosticado en Brasil y la inoculamos en un cultivo de células Vero [un linaje de riñón de mono empleado como modelo en investigaciones con virus]. Al cabo de 24 horas, era posible observar alteraciones morfológicas en las células que son típicas del monkeypox. La confirmación se concretó vía RT-PCR”, comenta Dos Santos Vilas Boas.
El desarrollo del test de RT-PCR específico para el MPXV se concretó en el Hospital Israelita Albert Einstein, una labor a cargo del equipo del médico João Renato Rebello Pinho, quien también es investigador del IMT-USP. El método es el mismo que se aplica en el diagnóstico del COVID-19 y de otras diversas enfermedades, pero cada patógeno requiere de reactivos específicos para que en el laboratorio pueda amplificarse y detectarse el material genético existente en la muestra clínica.
“Hasta ese día [10/6] ningún centro de Brasil contaba con el kit montado de RT-PCR para ese virus. Nosotros ya habíamos estudiado la secuencia [de nucleótidos complementaria a la del ADN viral, que es necesaria para la amplificación del material genético durante el test] y realizado la solicitud para que una empresa nacional la sintetizase. Lo que faltaba era el control positivo, que llegó con el primer caso confirmado en el país. Esto es lo que asegura que el test está funcionando”, explica Rebello Pinho. “Tal como sucedió en el caso del COVID-19, se está plasmando una gran colaboración entre instituciones públicas y privadas, cosa que es fundamental.”
Tras la confirmación de que el virus que se multiplicaba en las células Vero era efectivamente el causante de la viruela símica, los pasos siguientes consistieron en extraerlo del medio de cultivo e inactivarlo para enviarlo en condiciones seguras a otros centros, según explica Dos Santos Vilas Boas.
“Las células infectadas se mueren y liberan partículas víricas en el líquido sobrenadante en el cual se mantiene el cultivo, que es rico en nutrientes. Nosotros recolectamos ese líquido y le añadimos un reactivo que inactiva al virus. Ahora estamos enviando muestras de este material a los laboratorios particulares y públicos que nos las solicitaron. En esos otros centros podrá extraerse el ADN viral y utilizárselo como control positivo en test de RT-PCR, a los efectos de expandir la capacidad de testeo en Brasil”, informa la viróloga.
José Eduardo Levi, investigador del IMT-USP y de la cadena de laboratorios Dasa, explica que en general en los test de RT-PCR se emplean placas con 96 pocillos en los cuales pueden depositarse muestras clínicas de hasta 94 individuos con sospecha de la enfermedad. Los otros dos pocillos se destinan a los controles positivo y negativo, necesarios para la validación de los resultados.
“Como control negativo podemos utilizar únicamente agua o el líquido sobrenadante recolectado en los cultivos de células sin ningún virus. Lo más difícil cuando tenemos que trabajar con un patógeno nuevo reside en obtener el control positivo. Sin este no podemos estar seguros de que el test de RT-PCR está funcionando efectivamente”, dice Levi. Según el investigador, a pesar de los avances, la escasez de reactivos específicos para el MPXV en Brasil sigue siendo un gran cuello de botella para la concreción del testeo masivo de la población en caso de que se vuelva necesario.
“Cuando un laboratorio de Estados Unidos efectúa una solicitud de reactivos, los recibe al día siguiente, pues existen empresas especializadas en la producción de estos insumos. Acá en Brasil tardan en llegar al menos un mes, pues hay que importarlos. En Dasa hicimos un pedido a comienzos de junio y aún no ha llegado nada”, dice.
La producción a gran escala
Algunos centros equipados con la infraestructura de bioseguridad necesaria están recibiendo muestras del virus aún capaz de infectar a las células y de replicarse, provenientes del IMT-USP. Este es el caso del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICB) de la USP. Al igual que al SARS-CoV-2, al MPXV solamente puede manipulárselo en laboratorios con nivel 3 de bioseguridad (NB3).
“Nuestra función será cultivar el virus a una escala mayor y dentro de dos o tres semanas empezar a distribuirlo entre laboratorios de todo el país. Esto será posible merced a un acuerdo que concretamos al comienzo de la pandemia de COVID-19 con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación [MCTI] y con Correios [el correo estatal brasileño]. La empresa postal se encarga del transporte especializado de las muestras. Las retira acá y las lleva hasta la puerta de los destinatarios”, comenta el profesor del ICB-USP Edison Luiz Durigon.
El laboratorio del ICB-USP integra la RedVirus –creada por el MCTI en febrero de 2020 para asesorar a la cartera en lo concerniente a estrategias en el área de ciencia, tecnología e innovación necesarias en el ámbito de la salud– y fue el responsable de producir el SARS-CoV-2 a gran escala y distribuir muestras entre los centros de diagnóstico y de investigación de todo Brasil.
El equipo posee una vasta experiencia en este tipo de trabajos y ha cumplido un papel fundamental en sucesivas crisis sanitarias. “Este trabajo empezó más o menos en el año 2003, con la creación de la Red de Diversidad Genética de Virus [VGDN], financiada por la FAPESP. En ese entonces cultivamos y distribuimos el SARS-CoV-1 [causante de síndrome respiratorio agudo grave]. En 2005 efectuamos un trabajo con el influenzavirus [causante de la gripe] y, posteriormente, en 2015, vino el virus del Zika. Recibimos la muestra de ese virus en diciembre proveniente del Instituto Evandro Chagas de Belém [en el estado de Pará] y con recursos de proyectos de la FAPESP lo cultivamos y lo distribuimos entre diversos laboratorios. Con la llegada del nuevo coronavirus y el acuerdo con el MCTI, logramos incrementar la escala de trabajo”, comenta.
Duringon remarca que esta tarea solamente fue posible porque el laboratorio ya tenía los recursos materiales y humanos necesarios. “Yo ya contaba acá con personal capacitado: becarios de doctorado y de maestría de la FAPESP. Si hubiésemos tenido que empezar de cero, hubiéramos tardado al menos un año para empezar a funcionar. Es necesario que exista una estructura montada y financiación continua para poder dar una respuesta rápida a agravamientos en el ámbito de la salud pública, como en el caso de una pandemia.”
Ahora, aparte de cultivar el MPXV a gran escala, el grupo de Durigon también realizará la secuenciación de algunas muestras para verificar si existen diferencias con relación al virus aislado inicialmente en el país. “El panorama que vislumbro me indica que en la mayoría de los casos distribuiremos el virus inactivado para su uso como control positivo en laboratorios de diagnóstico. Solamente le enviaremos a algunos centros con laboratorios NB3 muestras del virus viable para la realización de investigaciones”, dice el profesor del ICB-USP.
A juicio de la profesora de la USP Ester Sabino, quien coordinó la primera secuenciación genómica del MPXV en Brasil, este es un ejemplo más de cómo puede contribuir la universidad pública con su capacidad instalada en situaciones de crisis. “El aislamiento viral es importante, no solamente para la producción de controles positivos, sino también para el análisis de nuevos fármacos”, afirma.
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