Science Spain Salamanca, Salamanca, Friday, December 07 of 2007, 12:24

Científicos de Salamanca estudiarán unas bacterias que atacan la piedra en monumentos de Castilla y León

La investigación comenzará tomando muestras en edificios emblemáticos como la fachada de la Universidad de Salamanca

José Pichel Andrés/DICYT Un equipo de científicos de la Universidad de Salamanca se propone estudiar la importancia de unas bacterias denominadas actinomicetos en el deterioro de la piedra de los monumentos de Castilla y León. Su objetivo es recoger muestras que permitan identificar la cantidad y el tipo de microorganismos presentes en cada caso para tratar de medir su influencia en la degradación y, a largo plazo, proponer soluciones para prevenir o disminuir los daños que ocasionan. De hecho, la Junta ha financiado este proyecto para los próximos tres años por la trascendencia que puede tener para la conservación del abundante patrimonio de la región, que constituye además una fuente de ingresos por turismo.

 

Martha Estela Trujillo Toledo, del Departamento de Microbiología y Genética, y sus colaboradores, Lorena Carro García y Pablo Alonso de la Vega, comenzarán a tomar muestras la próxima primavera en la capital del Tormes. "Queremos identificar los monumentos que presenten un deterioro evidente y uno de ellos es la fachada de la Universidad de Salamanca, que tiene mucha corrosión, algo que se nota en las manchas negras o marrones, indicadoras de la existencia de microorganismos", ha explicado la profesora Trujillo en declaraciones a DICYT. Aunque no hay una lista de objetivos, el proyecto de investigación podría ampliarse paulatinamente a otros emblemas de la comunidad, como la catedral de León o el acueducto de Segovia.

 

"Nosotros estamos estudiando ya la acción de las actinobacterias en las plantas, porque se trata de unos microorganismos que tienen una capacidad de degradación muy fuerte. Además, pueden sobrevivir en ambientes muy extremos y de producir enzimas con gran poder de destrucción", señala Lorena Carro. Los pioneros en esta línea de investigación pertenecen a la Universidad de Messina, en Italia, que se fijaron en que la corrosión de los monumentos de su país no se debía sólo a factores físicos, como la lluvia, sino también a factores biológicos. Estos investigadores también llegaron a recoger muestras en algunas localidades españolas como Burgos o Segovia, las únicas que aparecen en la bibliografía sobre este asunto.

 

Población microbiana

 

Sin embargo, en otras zonas de España ya hay científicos dispuestos a seguir este camino y, de hecho, existe un estudio sobre las cuevas de Altamira, en Cantabria, que afirma que alrededor del 50% de los microorganismos hallados en sus rocas son actinobacterias. Esto quiere decir que no son las únicas responsables del fenómeno de la degradación, pero en los estudios donde se aislan los microorganismos se ha comprobado que forman la mayor parte de la población microbiana.

 

La muestra que deben recoger los científicos para realizar estos análisis es mínima, basta con un gramo del polvo que se desprende de la propia piedra, o con un simple trozo de celo especial que se pega a la pared, sobre todo en el caso de la piedra de Villamayor, típica de Salamanca, que es muy arenisca y se suelta con facilidad. "La idea es detectar las bacterias en los lugares donde están creciendo, es decir, en los monumentos, empleando técnicas moleculares, en las que se determine a qué microorganismos corresponde el ADN encontrado. Éste sería un primer paso para después diseñar cultivos de las actinobacterias en el laboratorio y estudiar su metabolismo", indica Trujillo.

 

La técnica utilizada en los análisis se denomina FISH, cuyas siglas en inglés quieren decir hibridación in situ con fluorescencia, que consiste en localizar un organismo empleando moléculas fluorescentes. "En las bases de datos que existen en la actualidad hay información sobre el ADN de los microorganismos que sirve para identificarlos. Todo esto se hace en función de un gen determinado al que se le asocia una partícula visible en el microscopio de fluorescencia", explica la investigadora. Para realizar estos análisis cuenta también con la colaboración de otros investigadores adscritos en la actualidad al Departamento de Microbiología y Genética, como el colombiano Raúl Rodríguez Martínez y la nicaragüense María Eugenia Cerda Castillo.

 

Hallar nuevas especies

 

Con este método, "estamos convencidos de que vamos a encontrar nuevas especies dentro de las actinobacterias", asegura Trujillo. En ese sentido, la lógica indica que los factores físicos, como la humedad, la temperatura o el tipo de piedra podrían haber diferenciado las poblaciones. Lograr esta identificación sería muy útil para plantear soluciones en un futuro, que podrían pasar por recubrir la piedra con sustancias conservantes o aplicar otros métodos biológicos que atacaran a las bacterias.

 

Aunque englobados bajo el nombre genérico de actinomicetos o actinobacterias, estos microorganismos presentan formas muy variadas, ya que en realidad se trata de múltiples especies distintas y aún poco conocidas. En contacto con la piedra, parecen ser los responsables de ciertas manchas amarillentas, rojizas o negruzcas, según la hipótesis de los investigadores, que tendrá que ser confirmada con los análisis que realicen, por ejemplo, en la piedra de Villamayor de la Universidad de Salamanca.