Científicos descubren un arrecife oculto bajo la pluma sedimentaria del río Amazonas
Agência FAPESP/DICYT A 200 kilómetros de la desembocadura del río Amazonas, y escondido bajo la espesa pluma de sedimentos transportada por ése que es el mayor río del mundo, hay un enorme y riquísimo arrecife. Enorme, porque hasta el momento se sabe que se extiende al menos por 900 km de costa, entre el estado brasileño de Maranhão y la Guayana Francesa. Y riquísimo, pues está repleto de especies endémicas, muchas de las cuales son desconocidas, tales como esponjas gigantes de hasta dos metros de diámetro y que pesan más de 100 kg.
“El hallazgo de este arrecife fue una gran sorpresa”, dijo Michel Michaelovitch de Mahiques, docente del Instituto de Oceanografía de la Universidad de São Paulo (IO-USP) y uno de los investigadores que hicieron la descripción de este nuevo hábitat marino. “Su característica más importante es que se encuentra en un lugar inusitado. Nunca se habían realizado búsquedas de estructuras de arrecifes en la desembocadura de un río. Es una ruptura de paradigma.”
El anuncio del descubrimiento aparece en el artículo titulado An extensive reef system at the Amazon River mouth, publicado en la revista Science Advances, de la American Asociation for the Advancement of Science.
La investigación, encabezada por Carlos Eduardo de Rezende, de la Universidad Estadual del Norte Fluminense, y por Fabiano Thompson, de la Universidad Federal de Río de Janeiro, cuenta con la participación de científicos de diversas universidades brasileñas.
El sonar de barrido utilizado en la investigación se adquirió con el apoyo de la FAPESP en el marco del proyecto intitulado “Incremento de la capacidad de investigación en oceanografía en el estado de São Paulo”, que forma parte a su vez del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales. El estudio contó también con el apoyo del CNPq, la Capes, la Faperj y otras instituciones.
Thompson también destaca lo insólito del descubrimiento. “Los libros de texto enseñan que no existen formaciones de arrecifes en las desembocaduras de ríos tales como el Ganges, el Orinoco o el Amazonas, debido a sus condiciones. Falta luz, por ejemplo”, dijo.
La falta de luminosidad se explica debido a la espesa pluma de sedimentos y materia orgánica que esos grandes ríos arrojan incesantemente a los océanos, lo cual torna a las aguas casi impenetrables a la luz solar. Sin luz solar no puede haber fotosíntesis, que es la base de la cadena alimentaria en los arrecifes de coral de las aguas tropicales.
Y sin fotosíntesis se produce una drástica disminución de la cantidad de oxígeno en suspensión, toda vez que ese proceso es el responsable de la liberación del oxígeno al medio ambiente, ya sea aéreo o acuático. De allí la idea de que no podrían existir arrecifes en las desembocaduras de ríos tropicales con gran aporte de sedimentos, los llamados ríos barrosos.
Los investigadores comentan que dicha idea sigue siendo válida en el caso de los arrecifes coralinos, aquéllos cuyas estructuras se forman mediante la acumulación del esqueleto de corales muertos y que dependen de la fotosíntesis. Pero sucede que los arrecifes coralinos no son los únicos tipos de arrecifes. Existen también aquéllos que están conformados por esponjas y algas calcáreas. Y éste es precisamente el caso del gran arrecife que florece a entre 60 y 120 metros de profundidad y a unos 200 kilómetros de la desembocadura del río Amazonas.
La mayor parte de los 300 mil m3 de agua barrosa que el Amazonas arroja por segundo al Atlántico sigue adelante cargada por las corrientes marítimas en dirección hacia el norte, y esto contribuye para que el nuevo arrecife no sea homogéneo, destacan los científicos.
Corales y esponjas gigantes
El arrecife descubierto ahora está dividido en tres sectores. El sector norte, que extiende desde el estado brasileño de Amapá hasta la Guayana Francesa y más allá (los investigadores creen que avanza en aguas de Surinam), es el que se formó debajo de una pluma permanente cuyo espesor llega a los 25 metros de profundidad. Debajo de esa pluma, la luminosidad llega tan sólo a un 2%. En tales condiciones, prácticamente no existe fotosíntesis. Pese a ello, existen corales, esponjas gigantes, peces y langostas.
El sector norte es el más interesante desde el punto de vista científico, precisamente porque es el más improbable. A falta de fotosíntesis, los investigadores saben que la cadena alimentaría se basa en la quimiosíntesis, que es la capacidad que tienen algunas bacterias muy sencillas de valerse de compuestos nitrogenados y amoníaco para producir energía. Esas bacterias constituyen la base de alimentación de microorganismos, esponjas y moluscos.
El sector central del arrecife, que se ubica delante de la isla de Marajó (en el estado de Pará, Brasil), se caracteriza por tener una pluma menos espesa que la del sector norte. Su densidad es variable y va disminuyendo en dirección hacia el sur. La disminución de la pluma sedimentaria reduce el bloqueo de los rayos solares.
Por eso el sector central exhibe una transición entre los arrecifes de esponjas y algas calcáreas que prevalecen al norte y los arrecifes de formación coralina de aguas tropicales claras que prevalecen en el sector sur, entre Pará y Maranhão. En esa zona se encuentra el llamado Parcel de Manoel Luiz, el mayor arrecife de corales del Atlántico Sur, cuya existencia es conocida desde hace décadas, debido a que esa área constituye el mayor cementerio de barcos de Brasil.
“Aparentemente, el arrecife que se ha descubierto ahora empezó a formarse hace entre 14 mil y 12 mil años. En términos geológicos, eso es recientísimo”, dijo Michaelovitch de Mahiques.
Y la explicación para ello es sencilla. En el apogeo de la última era del hielo, hace 21 mil años, el nivel del mar se ubicaba 130 metros por debajo del actual, y toda la plataforma continental brasileña se encontraba expuesta. Con el derretimiento de los grandes casquetes de hielo que cubrían buena parte del hemisferio Norte, el nivel de los mares se elevó, y éstos inundaron toda la plataforma continental y generaron el ambiente propicio para la colonización a cargo de los arrecifes.
El nuevo arrecife se extiende por 9.000 km2. “Durante las dos expediciones que realizamos en 2012 (con el buque oceanográfico Atlantis) y 2014 (con el buque oceanográfico Cruzeiro do Sul), permanecimos en total 15 días en el mar y mapeamos tan sólo el 10% del área. Necesitaríamos otros 100 días, o tres meses de mar, para mapear lo que resta del arrecife,” dijo Thompson. “Estamos lejos de entender ese sistema. Existen innumerables aspectos del arrecife que deben estudiarse.”
El equipo pretende volver pronto allí en el buque oceanográfico Alpha Crucis, el Cruzeiro do Sul, de la Marina brasileña u otra embarcación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Puede leerse el artículo intitulado An extensive reef systen at the Amazon River mouth (doi: 10.1126/sciadv.1501252), de Rodrigo Moura y otros, publicado en Science Advances, en el siguiente enlace: advances.sciencemag.org/content/2/4/e1501252.