Científicos que trabajan con el INCYL logran el premio Lasker
José Pichel Andrés/DICYT Blake Wilson, Graeme Clark e Ingeborg Hochmair reciben hoy en Nueva York el premio Albert Lasker, considerado el ‘Nobel estadounidense’ por sus decisivas aportaciones para el desarrollo de los implantes cocleares, dispositivos que han permitido que miles de personas recuperen la audición. Blake Wilson colabora desde hace 11 años con el investigador Enrique López Poveda, del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (INCYL) de la Universidad de Salamanca, y los otros dos premiados lo hacen a través de sus empresas.
Por eso, este galardón “me enorgullece a mí y debe enorgullecer a la Universidad de Salamanca”, afirma en declaraciones a DiCYT Enrique López Poveda, quien destaca sobre todo la paciencia y la perseverancia de los tres científicos que han logrado los avances más decisivos para que en la actualidad los implantes cocleares hayan transformado la vida de personas sordas o con problemas auditivos.
El científico salmantino mantiene una estrecha relación con Blake Wilson, que visita periódicamente Salamanca, la última vez en junio de 2012 con motivo de las VI Jornadas Internacionales sobre Avances en Audiología. Este investigador revolucionó los implantes de manera que los usuarios pasaron de tener tan sólo sensaciones sonoras a comprender lo que oyen. “Un implante está formado por electrodos distribuidos en una serie de puntos, como un collar. Antes se estimulaban todos a la vez y, tras un estudio de Wilson, se comprobó que era mejor estimularlos progresivamente”.
En la actualidad, el investigador estadounidense y Enrique López Poveda trabajan juntos para conseguir procesadores de sonidos que funcionen de forma más fiel a como lo hace el oído humano. El reto tecnológico consiste en interpretar de forma más eficiente los sonidos para generar impulsos eléctricos más adecuados.
Proyectos con empresas
El INCYL lidera un proyecto en el que colabora el prestigioso científico americano y que consiste en crear un procesador biaural, es decir, un dispositivo que, cuando procesa los sonidos de un oído, tenga en cuenta también los que llegan por el otro, ya que cada lado no funciona de forma independiente, sino modulado por su contrario. Para avanzar en esta investigación, el equipo de López Poveda firmó un acuerdo el pasado mes de abril con MED-EL, la empresa fundada y dirigida por la científica austriaca Ingeborg Hochmair, un proyecto en el que también colabora Blake Wilson.
Por otra parte, este grupo de investigación también está en contacto con Cochlear, la compañía auspiciada por el tercer premiado, el australiano Graeme Clark. En este caso, el objetivo es averiguar el motivo de que los implantes sean más eficaces en unos sujetos que en otros. “Vamos a realizar pruebas fisiológicas que nos permitan anticipar si un paciente va a oír bien con un determinado dispositivo o no”, comenta el científico salmantino, que la próxima semana viajará a Amsterdam para concretar el acuerdo de colaboración.
Tanto Graeme Clark como Ingeborg Hochmair apostaron por la idea de Blake Wilson y tuvieron la visión suficiente para impulsar estas empresas que hoy son líderes mundiales, aunque para ello tuvieron que luchar incluso contra la opinión de pacientes y profesionales clínicos, que nunca creyeron que la estimulación eléctrica fuese a resolver los problemas de audición.
Retos científicos
Sin embargo, los implantes cocleares que hoy en día ya han avanzado mucho y benefician a miles de personas aún tienen muchos retos científicos y tecnológicos por delante y por eso los científicos no dejan de trabajar.
Por ejemplo, uno de los objetivos es mejorar la capacidad de entender una conversación en entornos con ruido, un desafío que podría pasar por vincular la función de dos implantes cocleares separados. Otra cuestión sin resolver es la percepción de la música e incluso de algunos idiomas, como el chino, en los que es esencial percibir bien los tonos graves o agudos para entender los significados de las palabras.
Por otra parte, un problema frecuente en personas mayores es que pierden percepción auditiva pero mantienen cierta audición en frecuencias graves y, en este caso, la solución ideal sería un implante que no dañase esa audición residual, sino que compensara lo que se ha perdido. Otro asunto por resolver es la combinación de un audífono en un oído y un implante coclear en el otro, que sería lo más indicado para pacientes que mantienen algo de percepción en un lado y son sordas del otro.
En definitiva, los tres científicos premiados han aportado muchísimo a la mejora de la calidad de vida de las personas con problemas auditivos, pero aún queda mucho por hacer y científicos como Enrique López Poveda y su equipo se encuentran ahora mismo en la vanguardia de la investigación mundial para afrontar los nuevos desafíos.
El investigador salmantino tiene previsto proponer como doctor honoris causa de la Universidad de Salamanca a Blake Wilson, “colaborador y amigo” con quien comparte proyectos y publicaciones desde hace más de una década y ahora ve recompensado su trabajo con un destacado reconocimiento que algunos consideran la antesala del premio Nobel.