Salud Brasil São Paulo, São Paulo, Martes, 21 de junio de 2022 a las 08:14

Debe estimularse la actividad física durante el embarazo aun en zonas de mayor vulnerabilidad social

El estudio muestra que la práctica de al menos 150 minutos semanales de ejercicios está asociada a una disminución sana del peso de los bebés, con un menor riesgo de padecer obesidad y diabetes durante la infancia

AGENCIA FAPESP/DICYT – Un estudio realizado en Brasil refuerza el valor y la seguridad de las actividades físicas recreativas durante el embarazo, incluso en un escenario de mayor vulnerabilidad social. Con base en datos de mujeres gestantes de una ciudad del estado de Acre (situado en la Amazonia Occidental), los investigadores asociaron la práctica de al menos 150 minutos de ejercicios semanales, tal como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud, a una diminución del peso del bebé al nacer, cosa que es positiva a los efectos de evitar consecuencias tales como la obesidad y la diabetes en la infancia. Y sin elevar el riesgo de que el niño nazca con un peso menor que el esperado para su edad gestacional.

 

El referido artículo, publicado en el periódico científico PLOS ONE, es fruto del Estudio materno-infantil en Acre: una cohorte de nacimientos en la Amazonia occidental brasileña (MINA Brasil), un proyecto que se lleva a cabo desde el año 2015, con el apoyo de la FAPESP, bajo la coordinación de investigadores de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo (FSP-USP).

 

“En el marco de otros trabajos ya se había investigado el efecto de las actividades físicas recreativas durante el embarazo, tanto sobre el peso del bebé como al respecto de otros desenlaces de salud. Pero faltaban investigaciones prospectivas sobre esta temática realizadas en países de bajos y medianos ingresos”, comenta Marly Augusto Cardoso, nutricionista y coordinadora del proyecto.

 

Según Augusto Cardoso, las diferencias étnicas podrían influir sobre los resultados: a diferencia de otros estudios, alrededor del 80 % de la población analizada se autodeclaró no blanca. Además de ello, ciertas características propias de áreas menos asistidas deben entrar en esa ecuación. Por ejemplo: en los países ricos, la preocupación con relación al peso del bebé se restringe más a un extremo del problema, que el del exceso de peso al nacer. En tanto, en lugares de bajo estatus socioeconómico, la desnutrición materno-infantil es más común, lo que puede contribuir para que haya niños con bajo peso al nacer. Asimismo, las mujeres de áreas pobres tienden a hacer más actividades físicas en el trabajo y en el hogar. “En ese contexto, ¿la actividad física recreativa elevaría el índice de bebés pequeños para su edad gestacional?”, se pregunta Augusto Cardoso.

 

La investigadora señala que el proyecto MINA Brasil exhibe una casuística con ambos extremos en su muestra –bajo peso y exceso de peso al nacer–, lo cual permitió formular una respuesta a esa pregunta. “Este es el primer estudio prospectivo de un país de medianos ingresos, con mayoría de mujeres no blancas, en el cual se analiza el efecto de la actividad física recreativa durante el embarazo sobre el peso de los hijos”, se reitera en el artículo.

 

Los datos recabados

 

La población que el grupo de la FSP-USP estudió es de Cruzeiro do Sul, una ciudad del estado Acre con una población de alrededor de 88 mil habitantes. Entre febrero de 2015 y enero de 2016, se realizó un seguimiento de mujeres embarazadas del municipio y, con el consentimiento de los familiares, fueron evaluados también los bebés recién nacidos. Fueron examinadas las participantes, que respondieron cuestionarios referentes a distintos aspectos, desde el estilo de vida hasta la infección con malaria, pasando por el consumo alimentario infantil y por la microbiota intestinal. “Pretendemos trabajar con diferentes preguntas con esta cohorte”, dice Augusto Cardoso.

 

Para ese artículo específicamente, los investigadores recurrieron a información sobre la actividad física recreativa suministrada por 500 voluntarias incluidas en el proyecto. Las mujeres informaron sobre la cantidad de actividades realizadas durante el segundo y el tercer trimestre del embarazo, y luego se pesaron. A partir de entonces, quedaron categorizadas entre las que llegaron al mínimo recomendable de 150 minutos de ejercicios por semana y las que se ubicaban por debajo de ese umbral. A su vez, se registró el peso de los bebés al nacer.

Una primera constatación arrojó que solamente el 7,3 % de las mujeres embarazadas en el segundo trimestre y un 9,5 % en el tercero llegaron a los 150 minutos semanales de actividad física recreativa. Antes de la gestación, ese porcentaje ascendía al 42 %. “Desafortunadamente, esta no es una particularidad de Cruzeiro do Sul. Aun actualmente, muchos profesionales recomiendan reposo en esa etapa de la vida, fundamentalmente durante el primer trimestre del embarazo”, se lamenta Maíra Malta, coautora del artículo y docente del Programa de Posgrado en Salud Colectiva de la Universidad Católica de Santos (Unisantos), en el estado de São Paulo. “No obstante ello, contamos con fuertes y sólidas evidencias referentes a los beneficios de la actividad física recreativa para el binomio materno-infantil”, refuerza Malta.

 

El peso adecuado

 

El hábito de practicar al menos 150 minutos semanales de actividad física durante el tercer trimestre del embarazo quedó relacionado con una disminución promedio de 137,9 gramos del peso de los niños al nacer. Así y todo, esa merma no redundó en un mayor índice de bebés nacidos con un peso situado por debajo de la franja ideal. “En otras palabras, la actividad física reduce el riesgo de que los bebés tengan un peso excesivo al nacer, sin por ello llevar al extremo opuesto”, interpreta Malta.

 

El estudio también apunta que ese efecto estuvo mediado en parte por el aumento de peso excesivo de las madres en el transcurso de la gestación. Esto quiere decir que una parte del resultado obtenido probablemente es producto del hecho de que los ejercicios ayudan a evitar la acumulación excesiva de peso entre las embarazadas. Como las mujeres que engordan más durante el embarazo tienden a dar a la luz a hijos de mayor volumen, el manejo adecuado del peso de la madre mediante la actividad física explicaría en parte la disminución del peso del hijo al nacer, pero no totalmente.

 

“Fue un pequeño efecto mediador”, aclara Malta. Estudios anteriores dieron cuenta de que las asociaciones permanecieron significativas tras el ajuste referente al índice de masa corporal (IMC) materno, lo que sugiere que el efecto de la actividad física sobre el peso al nacer es mediado por el peso materno solo parcialmente.

Estos resultados no se detectaron entre mujeres que llegaron a la recomendación de actividad física recreativa durante el segundo trimestre de sus embarazos.

 

“Nuestro trabajo destaca la necesidad de que los profesionales de salud le asignen valor a la actividad física durante la gestación, especialmente entre mujeres con tendencia a aumentar de peso durante esa etapa”, argumenta Augusto Cardoso. “Por supuesto que existe una necesidad de efectuar una evaluación obstétrica prenatal, incluso porque determinados casos demandan reposo. Pero necesitamos disminuir los índices de sedentarismo en esa población”, añade.

 

Las limitaciones y los planes futuros

 

El estudio MINA Brasil integra la red de colaboración internacional The Gestational Weight Gain (GWG) Pooling Project Consortium, financiada por la Fundación Bill y Melinda Gates. El grupo investiga el impacto del aumento del peso gestacional con relación a desenlaces de la salud materno-infantil en países de bajos y medianos ingresos.

 

Debido a que pocas mujeres gestantes de esa cohorte cumplieron con las recomendaciones de 150 minutos de actividad física por semana, no fue posible evaluar el efecto de la intensidad de esas prácticas sobre el peso de los bebés y en otros desenlaces. Por ese mismo motivo, los investigadores tampoco lograron determinar si existe una correlación continua entre el tiempo dedicado a las actividades físicas y la magnitud de los beneficios.

Asimismo, la población del estudio no contempló a mujeres embarazadas de áreas rurales, que pueden exhibir otras particularidades. “Se hacen necesarios nuevos estudios en tal sentido”, apuntan los autores en el artículo.

 

Los investigadores proseguirán con el seguimiento de estas mujeres y sus hijos con miras a averiguar el impacto de la actividad física a mediano y largo plazo. Simultáneamente, se seguirán investigando en el marco del proyecto los diferentes parámetros de salud y de estilo de vida en la muestra. Trabajos anteriores ya demostraron que la exposición recurrente a la malaria eleva el riesgo de padecer anemia durante los primeros años de vida, por ejemplo (lea más en: agencia.fapesp.br/37053/).