El genoma del Solitario George aporta nuevos datos sobre el tamaño y la longevidad de las tortugas gigantes
Cristina G. Pedraz/DICYT Un equipo internacional de investigadores encabezado por Carlos López-Otín, de la Universidad de Oviedo, ha secuenciado los genomas del Solitario George, el emblemático último ejemplar de tortuga gigante de las Islas Galápagos (‘Chelonoidis abingdonii’), y de la tortuga de Aldabra (‘Aldabrachelys gigantea’), la única especie viva de tortuga gigante del Océano Índico. Los científicos han podido obtener nuevos datos acerca del tamaño y la longevidad de estos animales que no solo ayudan a comprender mejor su biología, sino también a mejorar su conservación.
“El Solitario George fue un recordatorio de la responsabilidad que tenemos con el medio ambiente. La posibilidad de estudiar su genoma y contribuir a su legado nos resultó muy atractiva”, explica a DiCYT López-Otín, quien detalla que se centraron en las características más sobresalientes de este animal, en especial en su longevidad, ya que una de las líneas principales de su laboratorio es precisamente el estudio del envejecimiento.
Para obtener información adicional, el equipo añadió al trabajo el análisis del genoma de la tortuga gigante de Aldabra de las Islas Seychelles. En colaboración con Adalgisa Caccone, de la Universidad de Yale (Estados Unidos), secuenciaron y analizaron los genomas de estas tortugas gigantes mediante el uso de herramientas bioinformáticas. Adicionalmente, mediante herramientas desarrolladas en el laboratorio español, realizaron un análisis pormenorizado de más de 3.000 genes implicados en múltiples procesos biológicos.
“Se han hallado características génicas que afectan a procesos como la reparación del ADN, la regulación de la respuesta inmune o la supresión tumoral”, precisa el investigador. Los organismos longevos tienen en teoría un mayor riesgo de cáncer y los autores encontraron que, en las tortugas, los supresores tumorales se expanden en comparación con otros vertebrados. Asimismo, hallaron alteraciones específicas en dos genes cuya sobreexpresión es conocida por contribuir al cáncer, lo que apuntaría a un mecanismo tumoral específico en la tortuga gigante, aunque serán necesarios estudios adicionales.
Además, en trabajos previos los investigadores habían contribuido a definir nueve características distintivas del envejecimiento, y en este estudio encontraron variantes génicas que podrían afectar a seis de ellas en las tortugas gigantes. “Estos hallazgos pueden abrir nuevas vías de investigación sobre los mecanismos de regulación de la longevidad”, señala el científico español, quien subraya las implicaciones de este trabajo en la conservación de estos animales.
“Esperamos que, a medio plazo, se pueda utilizar esta nueva información genómica para guiar las estrategias de conservación. En realidad, estamos preservando para el futuro la información de lo que ha sido esta especie”, concluye el autor principal.
En el estudio han colaborado investigadores de distintas instituciones procedentes de España, Estados Unidos, Ecuador, Australia, Italia, Canadá y Grecia.