El 'Homo heidebergensis' de Atapuerca era más robusto y atlético que el humano moderno
UBU/DICYT Los investigadores José Miguel Carretero, Laura Rodríguez y Rebeca García González, del Laboratorio de Evolución Humana de la Universidad de Burgos (UBU), han analizado la robustez esquelética de los huesos de los humanos de la Sima de los Huesos (SH) en dos estudios, cuyos resultados se han publicado las revistas internacionales Journal of Human Evolution y el Journal of Anatomy.
Los científicos han llevado a cabo el análisis morfológico de huesos de la Sima de los Huesos, analizado sus propiedades físicas y calculado por primera vez el volumen real, así como como el peso total del esqueleto de al menos dos individuos. Los dos estudios arrojan conclusiones muy importantes sobre el tipo de movimientos que debían tener aquellos Homo heidebergensis, muy resistentes y capaces de hacer rápidos cambios de dirección; y comparan su parecido con el resto de los neandertales.
Gracias al excepcional estado de conservación de estos fósiles y a la utilización el TAC Tomografía Axial Computarizada del parque científico de la Universidad de Burgos, se han obtenido datos muy precisos de los grosores y densidades de los huesos, lo que ha permitido cortes virtuales transversales y analizar los huesos en imágenes 3D.
La Sima de los Huesos (SH) encierra en su interior uno de los mayores tesoros paleontológicos del mundo. En ella aparecen más de 6000 restos humanos que pertenecen al menos a 28 individuos atribuidos a la especie Homo heidelbergensis. Se trata de la mayor muestra de restos humanos fósiles del Pleistoceno Medio pertenecientes a una misma población del mundo. Los huesos son un vestigio de vida y aportan muchísima información.
Los trabajos de Carretero, Rodríguez y García González muestran la robustez esquelética de estos humanos fósiles. En los trabajos han participado además sus colegas Rolf M. Quam, de la Universidad de Binghamtom (NY, USA) y Juan Luis Arsuaga de la Universidad Complutense de Madrid.
Los investigadores recuerdan que los análisis biomecánicos de restos esqueléticos son especialmente valiosos a la hora de reconstruir patrones de comportamiento y actividad física de los individuos. En el estudio publicado en Journal of Human Evolution, se han centrado en las secciones de tres huesos largos de la pierna, es decir, el fémur, la tibia y el peroné, que son los más implicados en la locomoción. Lo primero que constataron es la enorme robustez que presentan los huesos de estos humanos arcaicos, mucho más robustos y con unas paredes corticales mucho más gruesas y diámetros exteriores mayores que en nuestros huesos.
En esto, lo humanos de SH se parecen también a los de los Neandertales y otros humanos arcaicos, como H. ergaster y H. erectus. Paredes más gruesas y diámetros exteriores mayores implican mayor resistencia a las fuerzas de combadura y torsión, pero también a la carga axial (vertical), que es la que está provocada básicamente por el peso corporal del individuo. Además, el fémur presenta secciones de forma muy circular, mientras que en nuestro caso suele ser más bien elíptica de delante hacia atrás o más en forma de almendra. “Esto –concluyen- ya nos indica que el patrón de fuerzas al que estaba sometido el fémur de estos humanos era diferente al nuestro”.
Los científicos de la UBU defienden que el biotipo corporal de estos humanos es diferente al nuestro, no solo por una cuestión de tamaño, sino por la diferente forma corporal, mucho más ancha y con diferentes proporciones a las nuestras. La forma de su fémur es pues un reflejo de un diferente patrón de fuerzas debido a diferencias en la forma corporal.
En este trabajo han podido añadir el peroné (o fíbula), raramente incluido en este tipo de estudios por su escasez en el registro fósil (en esto también la Sima de los Huesos es excepcional), según señalan. La diáfisis del peroné presenta profundas acanaladuras y una cortical gruesa, lo que, a su juicio, indica una potente musculatura de la pierna que los anatomistas achacan a cambios continuos de dirección realizados durante la locomoción debida a una gran actividad física y gran movilidad en terrenos variados e irregulares.
Estudiando volúmenes
Los investigadores del Laboratorio de la Evolución Humana señalan que la Sima de los huesos es tan especial, que cuenta con varios huesos de brazos y piernas muy completos, no solamente por fuera, sino también por dentro, es decir, que apenas han perdido ni cortical ni el tejido esponjoso (trabécula) que rellena sobre todo los extremos. Esta excepcional conservación ha permitido utilizar la Tomografía de rayos X para calcular por primera vez el volumen real de hueso contenido en varios ejemplares de fémur y húmero, tanto en términos absolutos como en relación a su tamaño general. Además, una vez calculado el volumen y teniendo en cuenta que la densidad del hueso como tejido es similar en todos los mamíferos, han podido calcular fácilmente el peso, casi real, de esos mismos huesos aplicando la relación entre estos tres parámetros: masa = densidad x volumen.
Los huesos de los humanos de SH tienen más volumen que el nuestro, y como consecuencia un mayor peso, aproximadamente un 40 por ciento en los fémures y entre un 20 y un 40 por ciento en los húmeros dependiendo del lado y comparado el peso del esqueleto de estos dos individuos masculinos de SH, ambos tendrían un esqueleto un 35 por ciento más pesado que un individuo actual de su tamaño. El esqueleto pesaría 7.200 gramos y el Fémur 5.900 gramos frente al promedio actual que sería de 4.200 gramos.
Además han indagado sobre el origen de una mayor masa esquelética en estos humanos o en qué medida esta gran robustez esquelética es una adaptación fuertemente determinada por los genes como parte de un biotipo corporal diferente al nuestro.
Más tiempo para investigar
A su juicio, existen algunos argumentos que apoyan el factor genético en el origen de la mayor masa ósea y muscular de los humanos fósiles. En primer lugar, la mayor robustez ósea y las corticales gruesas aparecen ya en los huesos de niños neandertales con la tierna edad de dos, tres y cinco años, incluso en un individuo de apenas 6 meses a un año y, por tanto, es difícil pensar que solamente la actividad física puede ser la responsable de las diferencias en la masa ósea. Destaca también su desarrollo dental acelerado y corporal y subrayan otro argumento del origen genético el enorme grosor de las paredes del cráneo.
“Nosotros pensamos –afirman estos investigadores- que se trata de un rasgo asociado al diferente biotipo corporal, mucho más robusto y construido bajo un fuerte control genético. Evidentemente, este biotipo era una adaptación para soportar las demandas mecánicas debidas a un estilo de vida físicamente riguroso, de esto último no cabe duda”. Y, finalmente, un argumento muy a favor de sus hipótesis sería demostrar que no solo los fémures y los húmeros de estos humanos presentan un mayor volumen de hueso, sino que se da en todos los huesos del esqueleto, de todos los individuos y de todas las edades, al tiempo, que piden más tiempo para investigar. “¡Estamos enamorados! del problema y del cuerpo de estos humanos del que poco a poco, y año tras año, vamos sabiendo cada vez más”, concluyen.