Geólogos de la Universidad de Salamanca estudian anomalías magnéticas
José Pichel Andrés/DICYT Un grupo de geólogos de la Universidad de Salamanca trabaja en el estudio de anomalías magnéticas en diversos lugares de la península ibérica que no se habían analizado en detalle hasta ahora. Estas anomalías se producen cuando cierto tipo de rocas ferromagnéticas interfieren con el campo magnético terrestre. Dentro de la investigación básica, estos fenómenos son útiles para conocer las estructuras geológicas.
“La Tierra tiene un campo magnético que afecta a ciertos minerales de hierro, como la magnetita o la pirrotina. Estos minerales se magnetizan, de forma que si en el lugar donde están mides el campo magnético total, el resultado es la suma del campo magnético de la Tierra y el que están creando estos minerales”, explica a DiCYT la investigadora Puy Ayarza.
En Castilla y León, Castilla La Mancha, Portugal y Galicia hay anomalías magnéticas y el Departamento de Geología de la Universidad de Salamanca se propone conocerlas mejor a través de un nuevo proyecto de investigación que tendrá una duración de un año. El fenómeno siempre se había relacionado con rocas profundas que no existen en estas zonas. Por eso, “queremos ver qué tipo de roca lo produce, qué edad tiene, cómo provoca esas anomalías y cómo se produjo su magnetización”, indican los investigadores.
Las anomalías magnéticas se localizan en amplias extensiones y se plasman en mapas: desde Lugo hasta la comarca zamorana de Sanabria, a lo largo del Sistema Central o desde la provincia de Salamanca hasta el interior de Portugal se identifican anomalías que se conocen desde hace tiempo pero no han sido interpretadas. Por ejemplo, “nosotros podemos ver que una anomalía es curva pero no sabemos cuál es la causa”, señala el experto José Ramón Martínez Catalán.
Habitualmente, los geólogos encuentran pistas en la superficie del terreno para saber lo que hay debajo, es decir, las rocas que afloran sirven para adivinar qué hay en profundidad. Sin embargo, en este caso, “no hay una representación clara en superficie acerca de estas anomalías”, que podrían depender del tipo de rocas o del tipo de estructura de la corteza terrestre.
Para realizar estos estudios se emplean aparatos que miden el campo magnético denominados magnetómetros. Generalmente, el trabajo se realiza a bordo de una avioneta o de un helicóptero que pueden abarcar una gran extensión en un vuelo y, de paso, medir otros parámetros. En este caso, el grupo de investigación también ha realizado prospecciones a pie para obtener datos más precisos en Galicia.
“Los mapas magnéticos informan muy bien acerca de las fallas, las fracturas del terreno, de manera que, si se tiene identificado un mineral en un lugar, la estructura geológica da idea de por dónde puede seguir un yacimiento”, aseguran los científicos. Las anomalías son buenas para encontrar las fallas y son inocuas para todo lo demás, “son como la gravedad”, añaden. De hecho, sin el campo magnético terrestre no existiría la brújula.
Repercusiones económicas
Desde el punto de vista de las aplicaciones de este trabajo, es interesante que “una gran mayoría de las anomalías están asociadas a zonas económicamente muy interesantes porque contienen uranio, estaño o wolframio. Desentrañando el origen de las anomalías podemos buscar una explicación acerca del origen de esas mineralizaciones”, comenta Juan Gómez, otro miembro del grupo. Muchas empresas mineras están interesadas en estos aspectos, pero no entienden bien los modelos y este tipo de estudios son importantes para contextualizar toda la información geológica.
Los datos nuevos que aportan este tipo de investigaciones se va incorporando a los mapas del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). A la hora de construir infraestructuras es necesario conocer la mayor cantidad de datos que sea posible sobre un terreno y, de hecho, este grupo de investigación ha sido contratado por las empresas responsables del trazado del AVE en Galicia. El coste de perforar un tipo de roca u otro para construir un túnel se puede multiplicar por cinco, así que la información geológica en su conjunto tiene un enorme valor económico y cada uno de estos estudios realiza una pequeña aportación.