Investigadores del CSIC confirman el origen de la almeja japónica
CSIC/DICYT Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han confirmado que la almeja japónica (Ruditapes philippinarum) presente en Europa es de origen norteamericano. Los resultados, publicados en la revista Scientific Reports, indican también que las poblaciones de esta especie que viven actualmente en Norteamérica proceden de Japón.
Hasta ahora se afirmaba que esta almeja, el bivalvo de mayor importancia mundial en acuicultura detrás de la ostra, llegó a Europa en los años setenta a partir de ejemplares procedentes de un criadero en Canadá. Por otro lado, se cree que las poblaciones de Norteamérica fueron introducidas accidentalmente durante la importación de ostras de Japón en los años treinta.
Para comprobar esta secuencia histórica, y excluir introducciones adicionales posteriores de otras áreas geográficas, los científicos han estudiado el ADN de poblaciones de China, Japón, Estados Unidos y Europa. Entre las poblaciones estudiadas, se encuentran algunas procedentes de las zonas de producción de almejas más destacadas de España, como la Ría de Arousa, la Ría de Vigo o el Delta del Ebro. “Nuestros resultados confirman que las almejas europeas tendrían sus parientes más próximos en Norteamérica. Por otro lado, sus parientes más remotos estarían en Japón, no en Asia continental, ya que no hay rastro genético de países como China.
Esto es importante porque las almejas de Asia continental son genéticamente muy diferentes de las de Japón, y pueden tener características de cultivo distintas que estaríamos ignorando”, afirma el investigador del CSIC Carlos Saavedra, que trabaja en el Instituto de Acuicultura Torre de la Sal, en Castellón.
Asimismo, los investigadores han comprobado que las poblaciones europeas de almeja japónica tienen menos variabilidad genética que las de las poblaciones norteamericanas de las que proceden, “probablemente –precisa el investigador del CSIC David Cordero- a causa del uso de pocos reproductores en los criaderos que se han usado para la cría de la especie”.
Los resultados son un primer paso para mejorar la gestión de los bancos naturales y la cría industrial. “En particular, es de gran interés saber si las poblaciones que viven actualmente en las costas europeas proceden todas de la introducción original o si ha habido introducciones adicionales”, concluye Saavedra.
Referencia bibliográfica | |
David Cordero, Marina Delgado, Baozhong Liu, Jennifer Ruesink y Carlos Saavedra. Population genetics |