Investigadores leoneses desarrollan un modelo para predecir la erosión del terreno provocada por las lluvias
IGC/DICYT La ciencia es capaz de pronosticar dónde va a llover o el tipo de lluvia que afectará a una región, pero no se sabe qué efectos provocará esa lluvia en la erosión de los suelos, uno de los factores que contribuye a la desertificación. En este campo, científicos de la Universidad de León desarrollan un modelo que relaciona la intensidad de las lluvias con los tipos de suelo para ser capaces de predecir la erosión que pueden provocar. El modelo se está estudiando en la comunidad autónoma, pero se podría aplicar a otras zonas.
El estudio consta de dos partes. Por una parte se está realizando un modelo físico de la intensidad de la lluvia, en el que mediante una serie de instrumentos se determina el tipo de nube, la cantidad de agua precipitable, el tamaño de las gotas, etc. Y, por otra, se analizan los tipos de suelo para estudiar su capacidad de erosión ante la lluvia. El objetivo del proyecto es unir estos datos en un modelo que "capaz de predecir el nivel de erosión que tendrá un suelo según la intensidad de la lluvia que le afecta", explica a DICYT Roberto Fraile, profesor de Física Aplicada de la institución leonesa y uno de los responsables del proyecto.
El cálculo de la intensidad de la lluvia se realiza con tres instrumentos: el clásico pluviómetro, donde se utilizan datos de la red instalada en Castilla y León por Instituto Nacional de Meteorología; un rádar meteorológico, que detecta las nubes que dan lugar a precipitación mediante la dispersión de las ondas electromagnéticas que provocan las gotas de lluvia (medida de la reflectividad, que permite calcular el tamaño de las gotas y la cantidad de agua de la nube); y un drisdrómetro óptico, un aparato que mide el tamaño de las gotas de lluvia mediante un haz láser (dependiendo del tamaño de la gota de agua, éste se interrumpirá más o menos, lo que se utiliza para calcular su medida).
Modelo global
La intensidad de precipitación, la cantidad de agua por unidad de tiempo, se calcula a partir de estas tres medidas, a las que hay que unir la fuerza con la que llueve, es decir, la energía cinética del agua al caer, que dependerá del tamaño de la gota (medida con el drisdrómetro) y una velocidad determinada. Evidentemente, "la erosión del suelo dependerá de la intensidad de la precipitación", comenta Fraile. Además, "cuanto mayor sea la energía cinética, mayor será la capacidad erosiva de la lluvia", puntualiza.
Por otra parte, el estudio de los suelos, en el que también trabajan investigadores leoneses, clasifica los tipos de suelos y su nivel de erosión según el tipo de lluvias, una medición que se hace recreando las condiciones de una tormenta. Con todos estos datos, los científicos esperan realizar un modelo de la intensidad de la lluvia que no dependa de medidas in situ, sino que pueda hacer predicciones globales. "Intentamos establecer un modelo que indique la erosividad de la lluvia sólo a partir de datos del rádar, que abarca mucho más terreno", explica Roberto Fraile. "Una vez determinado el tipo de suelo y la erosión que produce en él un determinado tipo de precipitación, el modelo se podrá aplicar a cualquier lugar". En principio ese modelo se aplicará al territorio de Castilla y Léon, ya que además ha sido la Junta de Castilla y León quien ha proporcionado la colaboración económica para llevar a cabo el proyecto.