La belleza mortal del cinabrio
MNCN/DICYT Un tercio del mercurio consumido en el mundo se ha producido en Almadén (Ciudad Real), donde se encuentra el mayor yacimiento de cinabrio conocido hasta la fecha y el único que se ha explotado ininterrumpidamente durante más de dos mil años. Las primeras noticias sobre sus minas las encontramos en la Geografía del griego Estrabón (siglo I a.C.) y en la Historia Natural de Plinio el Viejo (siglo I).
Cuando el cinabrio es puro presenta un color rojo bermellón y un brillo adamantino, y forma cristales de una belleza extraordinaria. Pero esto no es lo habitual ya que el cinabrio, que es un sulfuro de mercurio compuesto en un 85% por mercurio y en un 15% por azufre, suele aparecer en forma masiva, granular o terrosa, con un color que va del rojo brillante al rojo ladrillo. Es común que precipite impregnando ampliamente las superficies de las rocas y rellenando las fracturas. Los minerales asociados con el cinabrio son numerosos: mercurio nativo, pirita, marcasita, calcopirita, estibina, cuarzo, calomelanos, dolomita, baritina, crisocola y betún.
El yacimiento de Almadén se formó en el Silúrico hace unos 430 millones de años. Las cuarcitas, que hoy componen su subsuelo, se estaban depositando bajo el mar en una plataforma continental de poca profundidad. Entonces, cuando esa cuarcita era todavía una arena de playa en el fondo marino, comenzó una intensa actividad volcánica. El magma expulsado procedía de una zona muy profunda rica en mercurio y azufre, y al atravesar las arenas en un proceso hidrotermal arrastró a ambos elementos con él e impregnó las arenas dando lugar a la mineralización del cinabrio.
Inicialmente el uso del cinabrio era meramente decorativo y se utilizaba para fabricar el bermellón, un pigmento de un color rojo muy potente, que se empleaba en las pinturas murales, en cerámica, como tinte, en productos de tocador, en la escritura de los libros, para hacer más nítidas las letras grabadas en oro en mármol, etc. Aunque en la antigüedad se utilizaba en medicina, pronto se reconoció que era un veneno, debido a la elevada toxicidad del mercurio, cuyos vapores pueden ser letales, produciendo hidrargirismo o mercurialismo, o envenenamiento por ingesta de metilmercurio en pescados recogidos en zonas de vertidos de mercurio.
La producción de cinabrio se exportaba a Roma íntegramente en recipientes precintados -hasta 10.000 libras anualmente- y allí se elaboraba el bermellón. Debido a su elevado precio estaba reservado exclusivamente para las élites y el emperador. Tras el declive del imperio romano fueron los árabes los que explotaron las minas, en las que según relata el historiador árabe Al-Idrisi en su Descripción de España (siglo XII) trabajaban más de 1.000 obreros.
Tras la Reconquista las minas pasaron por diferentes propietarios, pero fue el descubrimiento de América y sus grandes minas de plata lo que daría un gran impulso al consumo de mercurio, al que llamaban azogue. Los galeones españoles viajaban hacia América cargados de mercurio en pellejas de cordero metidas en toneles de madera reforzados con hierro (debido a su elevada densidad es muy pesado) y volvían con plata.
Cómo extraer la plata
Aunque inicialmente los españoles extraían el oro y la plata con los procedimientos indígenas, en 1554 el sevillano Bartolomé de Medina planteó al Virrey de Nueva España (México) una nueva técnica, que consistía en la amalgama del mineral con el azogue para extraer la plata. Este método permitió extraer una mayor proporción de plata del mineral, lo que hizo rentable la explotación de antiguos pozos o vetas que habían sido desechados por la escasa cantidad de plata pura.
La amalgamación, también conocida como "beneficio de patio" fue un sistema que revolucionaría la minería de plata a nivel mundial y se aplicaría durante tres siglos. En esa época había un destino para los presos especialmente severo, tan duro que los jueces lo equiparaban al de galeras: consistía en la extracción de mercurio en las minas de Almadén. Se calcula que en ese período unos dos mil hombres sufrieron dicha condena. Los forzados, como se les llamaba, tenían que realizar diferentes tareas, entre las que destacaba la limpieza del desagüe de azogue, un auténtico veneno; se estima que la probabilidad de morir en la mina casi alcanzaba el 40%. En 1754 se levantaría en Almadén la Real Cárcel de Forzados para recluir a presos comunes pero sobre todo a forzados, gitanos y esclavos que trabajaban en las minas. El trabajo de los forzados se mantuvo hasta 1799, cuando se suprimió la pena de minas.
Sin embargo, el trabajo forzado de los presos en la extracción del mercurio se restablecería bajo la dictadura del general Franco. Durante la Guerra Civil uno de los objetivos militares de Franco era Almadén, aunque sus tropas no entrarían en la ciudad hasta el 29 de marzo de 1939, dos días antes del fin de la guerra. El mercurio era un elemento clave durante la Segunda Guerra Mundial y Franco lo necesitaba para pagar la deuda con la Alemania de Hitler. Hasta 1944 la cárcel de Almadén funcionó como un campo de concentración, donde gracias al trabajo de los presos políticos se alcanzó un máximo en la producción de mercurio, que sobrepasaría las 2.460 toneladas.
Profesionalizar la explotación de las minas
En 1777 se fundó la Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén por deseo expreso del rey Carlos III. Fue la primera escuela de minas en España y la cuarta en el mundo y se creó con el fin de profesionalizar la explotación de las minas para satisfacer la elevada demanda de mercurio de las colonias de América. Actualmente la escuela universitaria de minas de Almadén se ubica donde se encontraba la antigua cárcel, que se derribó en 1973. Las minas de Almadén fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2012. Las minas cerraron definitivamente en 2003 y la comercialización del mercurio está prohibida desde 2010.
El MNCN custodia una importante colección de este mineral. Según recoge A. J. Barreiro, en 1785 llegaron al Real Gabinete diecinueve cajones enviados desde las minas de Almadén con ejemplares selectos de cinabrio y azogue. Si visitas la sala de geología del Museo podrás evocar parte de la historia de nuestro país a través de las piezas de cinabrio que se exhiben en sus vitrinas.
Referencias bibliográficas | |
Barreiro, A. J. 1992. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935). Ed. Doce Calles, Madrid.
Calderón, S. 1910. Los Minerales de España. Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Madrid.
Lang, M. F. 1999. Azoguería y amalgamación. Llull, 22(45): 655-673. |