“La investigación biotecnológica puede mover el tejido económico de un país”
JPA/DICYT Óscar Fernández-Capetillo, científico del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ha recogido hoy en Salamanca el II Premio Nacional de Investigación en Cáncer ‘Doctores Diz Pintado en el acto académico organizado por la Universidad de Salamanca con motivo de la fiesta de Santo Tomás de Aquino. El premiado ha explicado su línea de investigación, ha demandado una mejor financiación para la Ciencia y ha apostado por una traslación más rápida y eficiente de los resultados de la investigación básica al paciente.
En este sentido, aunque parte de su experiencia en investigación básica, el investigador del CNIO se mostró muy preocupado porque los estudios biomédicos tienen que saltar demasiados obstáculos en el camino que va desde la investigación básica a la administración de nuevos fármacos a los pacientes, según las declaraciones recogidas por DiCYT. Por una parte, “nadie que no sea una compañía farmacéutica puede afrontar los gastos”, afirma, porque se trata de un coste sobredimensionado que en su opinión “se infla”.
Por otra parte, considera que el proceso por el cual se trasladan los compuestos a los pacientes es excesivamente rígido, de manera que en algunas ocasiones un fármaco se desecha porque no sirve para todos los pacientes de una determinada enfermedad cuando en realidad ya se sabe que no existe el cáncer de pulmón como una patología única, por ejemplo, sino que presenta matices muy diferentes, de manera que, si un compuesto da buenos resultados sólo en algunos pacientes debería valorarse y aplicarse. La clave está en “adivinar a quién hay que darle qué”, explica. En definitiva, “la traslación debería ser más fluida, pero si no es rentable económicamente, se descarta. Mi generación tiene que pelear por cambiar las cosas”, agregó.
El investigador premiado explicó su línea de investigación, centrada en la inestabilidad genómica y sus repercusiones, especialmente, para el cáncer. “El problema de los tumores es que están constituidos por tus propias células”, señaló. En otro tipo de patologías, como las enfermedades infecciosas, el objetivo es “matar lo que no eres tú”, pero en el caso del cáncer las terapias implican atacar a los propios tejidos del paciente y esto tiene efectos perjudiciales también para las células sanas. Por eso, ya desde el siglo XIX los investigadores han tratado de distinguir las características exclusivas de las células tumorales.
Una de esas propiedades es la inestabilidad genómica, es decir, que las células del cáncer presentan un gran número de mutaciones. “El genoma de los tumores es distinto y esto no sólo puede ser una particularidad, sino la causa del cáncer”, comenta el experto. Por eso, desde hace pocos años las investigaciones sobre inestabilidad genómica están en auge, tratando de entender cuestiones como los mecanismos que protegen a las células sanas de esos cambios que sufren las tumorales.
Envejecimiento marcado desde el embarazo
Otra línea de investigación del grupo de Fernández-Capetillo es el envejecimiento, ya que biológicamente tiene mucho que ver con el estudio del cáncer. “Envejecemos porque acumulamos daños en el genoma”, es decir, lo mismo que sucede en los tumores. En este sentido, “una de las cosas que descubrimos en el laboratorio es que la velocidad a la que envejecemos puede estar condicionada por el estrés que hemos sufrido en fase embrionaria, es decir, que ya desde el embarazo se determinaría cómo vamos a envejecer en el futuro”, aunque también influye lo que cada persona hace a lo largo de su vida.
Fernández-Capetillo habló también de la polémica desatada por James Watson, codescubridor de la doble hélice de ADN y premio Nobel, al criticar hace días el rumbo que ha tomado la investigación del cáncer. Desde que Estados Unidos decidió invertir mucho dinero en cáncer siempre ha habido dos posturas, ha comentado el experto, una que apuesta por secuenciar los tumores para encontrar todas las mutaciones y otra, representada por Watson, que considera que da igual cómo sea el procedimiento, que lo importante es eliminar el cáncer, pero “el debate ya está fuera de moda”, afirma Fernández-Capetillo, porque la secuenciación es cada vez más barata y en realidad hay recursos suficientes para abordar la cuestión desde las dos perspectivas.
Optimismo científico
Su línea de investigación es sólo “una gota de agua en mar”, puesto que hay otros muchos abordajes para el cáncer que pueden ser interesantes. Por eso, Fernández-Capetillo encuentra razones para el optimismo en el conjunto del mundo en la lucha contra el cáncer: “Mi generación verá una mayoría de los procesos tumorales crónicos o al menos sujetos a terapias que consigan manejarlos bien”, asegura.
Sin embargo, también reconoce cierto pesimismo en un aspecto más personal, porque sabe que científicos muy cualificados en su propio laboratorio, formado por poco más de una decena de investigadores, tienen “cero opciones de quedarse en España”.
El premiado ha reconocido que tuvo mucha suerte al montar su laboratorio hace unos años en una época de bonanza económica, pero que el panorama ha cambiado. “Nuestro mérito fue hacernos preguntas que funcionaron y abandonar a tiempo las que no”, subraya, explicando que sus proyectos han salido adelante fundamentalmente por la financiación captada de Europa y de Estados Unidos.
Falta de mecenazgos
Precisamente, por eso valora los 15.000 euros que aporta con este galardón la Fundación para la Investigación del Cáncer de la Universidad de Salamanca en memoria de los doctores Manuel y Alfonso Diz Pintado, a través de su hermana Esperanza Diz Pintado, para reconocer el esfuerzo y la trayectoria científica del mejor joven investigador español nacido a partir de 1967. Sin embargo, este mecenazgo es toda una excepción, ya que uno de los problemas de la financiación de la ciencia en España es, precisamente, la falta de inversión privada, porque no existe la mentalidad adecuada, pero también porque la estructura del Estado no favorece este tipo de iniciativas a través de incentivos fiscales, por ejemplo.
En su opinión, es un “problema educativo y cultural”, porque no hay confianza en que la investigación pueda ser un motor económico a pesar del papel de la industria biotecnológica, por ejemplo, en los países nórdicos, referentes de bienestar. Sin embargo, Fernández-Capetillo sí considera que el papel de la investigación biomédica en el tejido económico “es tan potente como para mover un país”.
En su comparecencia ante los medios de comunicación estuvo presente Eugenio Santos, director del Centro de Investigación del Cáncer (CIC), quien destacó también la “enorme calidad” de las investigaciones de Fernández Capetillo y su reconocimiento internacional. “Es un líder científico y lo va a seguir siendo en el futuro”, añadió.
En la misma línea se manifestó la vicerrectora de Investigación de la Universidad de Salamanca, María Ángeles Serrano, que explicó que este año el número de candidaturas para lograr este premio ha pasado de 12 a 26. En la primera edición de este premio el vencedor fue Manel Esteller por sus trabajos en epigenética.