La respuesta inmune disminuye en las mujeres embarazadas obesas infectadas con el virus del Zika
AGENCIA FAPESP/DICYT – Científicos de la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, lograron demostrar por primera vez que la obesidad gestacional asociada a la infección causada por el virus del Zika influye sobre la respuesta antiviral de la placenta y ocasiona así una disminución de la capacidad de dicho órgano para atacar al patógeno y proteger al feto. Los resultados de este estudio se dieron a conocer en la revista Viruses y, de acuerdo con los autores, sirven de alerta con relación a la importancia del seguimiento prenatal adecuado de las mujeres embarazadas.
“Normalmente asociamos la obesidad en el embarazo con problemas tales como la diabetes gestacional o al nacimiento de bebés con alto peso, pero es importante remarcar que las consecuencias pueden ir más allá de ello. En este estudio probamos que la respuesta inmune de la placenta, es decir, la que transcurre en la interfaz materno-fetal, queda sumamente comprometida en esos casos”, afirma Maria Notomi Sato, docente de la Facultad de Medicina de la USP y autora corresponsal del artículo.
Notomi Sato explica que, en casos de infección con el virus del Zika de mujeres embarazadas obesas, se produce una disminución tanto en la transcripción de genes como en la producción de proteínas implicadas en la respuesta inmune. “Se detecta sobre todo una disminución de la vía del interferón, una proteína extremadamente importante en la respuesta contra cualquier enfermedad viral”, explica. Cabe remarcar que el virus del Zika, al igual que el del dengue y el SARS-CoV-2, logra atravesar la barrera placentaria e infectar también al bebé. Con el apoyo de la FAPESP, el grupo de investigadores analizó muestras de placentas de embarazadas obesas y no obesas infectadas con el virus del Zika.
Las 30 muestras de las mujeres embarazadas que contrajeron la enfermedad fueron suministradas por la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), vinculada al Ministerio de Salud de Brasil. En tanto, las de las gestantes sanas –38 en total– las aportó la investigadora Patrícia Rondó, quien lleva adelante un estudio poblacional con embarazadas en la ciudad de Araraquara, en el estado de São Paulo.
Los análisis mostraron que en las embarazadas obesas el virus del Zika es capaz de alterar morfológicamente la placenta y agravar la insuficiencia de la vía de interferones tipo I en dicho órgano. Sucede que el microorganismo aplica una estrategia de acción tendiente a inhibir la activación de receptores intracelulares, entre ellos RIG-I, IRF-3 y MAVS, en detrimento de los niveles de interferón tipo I en el organismo infectado. Los interferones son las principales citoquinas responsables de la mediación de la respuesta antiviral, pues activan genes que actúan en la disminución de la replicación de los patógenos.
Otro mecanismo de acción del virus del Zika es la inhibición de la proteína STAT2, que funciona como un señalizador. De acuerdo con los resultados de este estudio, tales estrategias de acción promueven la persistencia del virus en la placenta, facilitando así su replicación y su transmisión al feto.
“Los análisis placentarios demostraron que en las gestantes con obesidad no infectadas no se produce la alteración en la expresión transcripcional de factores antivirales o de la expresión de los interferones de tipo I y III. En tanto, en las muestras de mujeres embarazadas con obesidad que contrajeron el zika observamos una disminución de la expresión transcripcional de RIG-I y IFIH1 [el gen precursor de la proteína MDA-5]. Esta merma resulta en una respuesta antiviral debilitada”, explica Anna Claudia Castelo Branco, doctoranda en el Departamento de Inmunología del Instituto de Ciencias Biomédicas de la USP y autora principal del artículo.
La microcefalia
El estudio no mostró una asociación entre la obesidad gestacional y la microcefalia en los bebés. “No fue posible demostrar esa relación, pues la investigación se concretó con una pequeña cantidad de muestras. En trabajos anteriores se arribó a la conclusión de que durante el primero y el segundo trimestre de gestación la infección provocada por el virus del Zika se vuelve más crítica con relación al surgimiento de la microcefalia, por cuestiones ligadas al desarrollo neural del feto. No obstante, teníamos una cantidad mayor de muestras de gestantes obesas que se infectaron en el tercer trimestre”, comenta Castelo Branco.
La investigadora explica que factores de riesgo tales como el momento de la infección en el embarazo, el orden de la infección –si es primaria, una reinfección o crónica–, el tiempo de rotura de la membrana y el tipo de parto pueden tener influjo sobre la incidencia de la transmisión al feto.
Castelo Branco explica que la obesidad se caracteriza como un síndrome metabólico de inflamación crónica. “Es como si todos los componentes de la obesidad –la hiperplasia de adipocitos, el aumento de grasas y la alteración en la microbiota intestinal– dejasen al organismo constantemente inflamado. Pero se trata de una inflamación crónica de bajo grado, lo cual por sí solo deja al sistema inmunitario en alerta todo el tiempo, en una sucesión de falsas alarmas”, explica.
La investigadora afirma a su vez que las respuestas menguadas ante las infecciones y las vacunas ya han sido asociadas a la obesidad (no en el contexto gestacional), y este es un factor de riesgo con relación a las enfermedades en general. “En el contexto de la gestación, aún son escasos los estudios que relacionan la obesidad con un mayor riesgo de contraer infecciones. Nuestro estudio es el primero en el que se comprueba que existe una disminución de la respuesta inmune en la placenta en embarazadas con obesidad infectadas con el virus del Zika”, afirma.