La Universidad de Costa Rica resguarda genotipos de productos agrícolas nacionales
UCR/DICYT Si un desastre natural arrasara con la única zona de nuestro país donde crece cierta variedad o especie de cultivo, esta se perdería para siempre ya que no quedarían simientes para reproducirla nuevamente. De ahí la importancia de tener resguardados en laboratorios o en colecciones de campo, los genotipos de los productos agrícolas endémicos que crecen en nuestras tierras. Esas reservas se denominan bancos de germoplasma.
En ellos se almacenan y conservan a largo plazo especies y variedades que son genotipos de un determinado cultivo. Se guardan en forma de semillas, de plantas clonadas, de vitroplantas, o por crío-conservación en nitrógeno líquido.
Pero además de conservarlas, es importante tenerlas a mano para evaluar sus propiedades y determinar su potencial para el mejoramiento de nuevos productos agrícolas.
Los genotipos silvestres se pueden cruzar con los domésticos para crear variedades mejoradas, más resistentes a plagas, enfermedades y a los cambios en el clima, pero también más provechosas para el consumo humano.
En nuestro país, esa labor la realizan pocas instituciones. Una de las más importantes es la Universidad de Costa Rica (UCR), donde el Laboratorio de Biotecnología de Plantas (LBP) del Centro de Investigaciones Agronómicas (CIA) mantiene un banco de germoplasma.
El coordinador del LBP, Dr. Arturo Brenes Angulo, explicó que esa dependencia posee un banco de germoplasma de raíces y tubérculos como papa, yuca, ñame, tiquizque, malanga, camote y ñampí.
También trabajan el pejibaye, plátano, fresa, chayote y frutales de altura como los arándanos, tomate de árbol, grosellas, corintos naranjilla y kiwi. Además plantas ornamentales como petunias, chinas, aster, gerberas y otras.
Según el especialista, con los bancos de germoplasma el laboratorio no solo conserva, sino que realiza mejoramiento genético de varios cultivos y produce material mejorado de alta calidad para los agricultores.
Mejorando la papa
Una gran labor ha realizado este laboratorio del CIA en el rescate de especies y mejoramiento de variedades de papa.
Las papas silvestres crecen vegetativamente en el bosque como cualquier maleza, pero la mayoría de las que se dan en Costa Rica no son comestibles, pues algunas no producen tubérculos y las que los producen presentan un alto contenido de alcaloides, lo que las hace amargas y dañinas para la salud.
Sin embargo, estas papas silvestres tienen características muy interesantes como resistencia a plagas y enfermedades, a inundaciones, a la sequía, al calor o al frío. Son características muy importantes de explotar con el cambio climático que afecta los cultivos actualmente.
“Al cruzar papas silvestres con cultivadas se pueden crear híbridos que tengan las características buenas del pariente silvestre y obviamente las características buenas de una papa cultivada”, explicó el Dr. Brenes.
Dijo que “generalmente los cruces se hacen polinizando la flor de una planta con el polen de la flor de otra planta. Luego la planta produce un fruto que contiene semillas sexuales que se siembran, se germinan y se evalúan a ver si las nuevas plantas poseen la característica que se quería introducir”.
En la mayoría de los casos hay que hacer retrocruces para eliminar características no deseables que también se pasaron al nuevo híbrido. Es un proceso largo que a veces puede tardar hasta veinte años.
En la UCR existen más de 300 variedades o genotipos de papas conservadas en el LBP. Algunas de ellos solo existen en este lugar, pero se está negociando para enviar ejemplares también al Centro Internacional de la Papa (CIP).
El CIP está localizado en Perú y conserva la mayoría de los genotipos, tanto de papas silvestres como cultivadas del mundo. Este Centro alberga el banco de germoplasma de papa más grande del planeta, pero también conserva otras raíces y tubérculos de la región andina como camote, olluco, mashua y otros.
Ante la pregunta de si existe una política universitaria de conservación de germoplasma, el Dr. Brenes dijo que desconoce “si existe una política de conservación de germoplasma, sea este bacterias, hongos o recursos fitogenéticos en general, la cual regule las colecciones in situ y ex situ. Pero tanto para la Universidad como para el país, sería muy bueno que existiera” y agregó que lo ideal sería que la Universidad tuviera un banco centralizado de germoplasma.
Citó como ejemplo, que en la Estación Experimental Fabio Baudrit Moreno (EEFBM) y en la Finca Experimental Interdisciplinaria de Modelos Agroecológicos (FEIMA), ambas de la UCR, “se tienen algunas colecciones de frutales en el campo. Pero esas colecciones deberían también estar in vitro, porque en el campo están expuestas a múltiples riesgos climatológicos, de plagas, de robo, etc. En un laboratorio eso es más fácil de controlar y se necesita menos espacio lo que permite conservar mayor cantidad de material”.