Las abejas africanizadas de Yucatán favorecen la producción de alimento para las abejas nativas
Eva Aguilar/DICYT Durante 17 años, David Roubik, del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales de Panamá, y Rogel Villanueva, profesor del Colegio de la Frontera Sur de México, estudiaron exhaustivamente el impacto que la riada de abejas africanizadas que llegó al país norteño en 1989 ha tenido en la vegetación y las poblaciones de abejas nativas de una región protegida de la Península de Yucatán. En este largo periodo de estudio, los investigadores descubrieron que las temidas Apis mellifera en realidad causan menos daño a las poblaciones de abejas nativas que los cambios ambientales bruscos, y que la competencia que generan por el alimento favorece la producción de plantas que éstas últimas prefieren.
Las abejas de miel africanizadas, conocidas popularmente como "abejas asesinas" por su comportamiento defensivo y su agresividad, son híbridos de la abeja africana Apis mellifera scutellata y especies de abejas europeas. En 1957 un grupo de 26 reinas de abejas africanizadas fueron llevadas por primera vez a Brasil desde Tanzania con el propósito de utilizarlas en un programa de mejora genética para obtener abejas de miel mejor adaptadas a los trópicos. Accidentalmente, las reinas escaparon, se mezclaron con otras abejas melíferas y sus descendientes avanzaron hacia el norte del continente hasta llegar a Estados Unidos.
Cuando las abejas africanizadas llegaron a México, hacía ya un año que Roubik y Villanueva habían iniciado un estudio sobre la relación entre las plantas y los insectos que las polinizan en la Reserva de la Biósfera de Sian Ka’an, un espacio natural protegido ubicado en la Península de Yucatán y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Los científicos temían que enjambres de abejas invasoras compitieran ferozmente por los recursos con las abejas nativas (de la familia de los megaquílidos y del género Centris). Pero el clima demostró ser más fuerte que la competencia entre insectos. Durante el tiempo que duró el estudio, dos de los tres huracanes que afectaron el sureste de México entre 1988 y 2005, y una sequía ocurrida en 1991, causaron la devastación de las abejas nativas, sin bien las poblaciones se recuperaron eventualmente.
De hecho, las observaciones determinaron que aunque las abejas africanizadas causaron alteraciones en la relación entre las abejas nativas y las plantas de las que se alimentan, en términos generales no fueron responsables de una disminución de su población. De acuerdo con los investigadores, la explicación puede ser que, ante la competencia, las abejas nativas son capaces de ajustar su patrón de comportamiento y alterar su elección de flores. Por otro lado, el excelente trabajo que realizan las Apis como polinizadoras, genera un aumento de las plantas que forman parte de la alimentación básica de las abejas nativas. Gracias al prolongado tiempo de estudio y mediante el análisis del polen recogido por los insectos, los autores pudieron notar que las abejas africanizadas tomaron el control de dos familias de plantas que habían sido importantes en la dieta de las abejas nativas. En compensación, el género de las Pouteria, plantas que las abejas nativas prefieren, pasó a ser más abundante.
"Nuestra larga observación de la invasión muestra que las abejas mantienen relaciones evolutivas al más alto nivel con las plantas, a pesar de los altos y bajos que se producen en las especies de abejas dentro de las familias", explica Roubik, citado en un comunicado de prensa del Instituto Smithsonian. "Las relaciones evolutivas entre abejas y flores, en conjunto con los tiempos de floración, puede ser el elemento fundamental que mantiene a esta comunidad".
No obstante, el investigador advierte que el comportamiento que se observa en abejas y plantas en la comunidad ecológica de la Reserva de la Biósfera de Sian Ka’an, no es fácilmente aplicable a lugares con menos biodiversidad.
"Básicamente estamos viendo una 'competencia mezclada' en la que las abejas reemplazan una fuente de polen perdida, con polen de una especie de planta relacionada que tiene el mismo pico de floración. En áreas menos diversas y que no están protegidas, las abejas no tendrán el mismo rango de opciones para escoger", concluyó Roubik.
El artículo científico con los resultados de este estudio fueron publicados en la edición de septiembre de Biological Journal of the Linnean Society.