Logran avances en el monitoreo y control de las vinchucas
ARGENTINA INVESTIGA/DICYT De acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el mal de Chagas afecta entre 7 y 8 millones de personas en el mundo, la mayoría de los infectados son de América latina. El método más eficaz para prevenir la enfermedad es el control de insectos transmisores del mal Chagas.
La investigación busca, por un lado, entender cómo el cerebro de las vinchucas procesa y codifica información sobre olores y, por otro, aplicar los resultados obtenidos al desarrollo de trampas para insectos. Pablo Guerenstein, doctor en ciencias zoológicas y director de la investigación, señaló a Argentina Investiga que “la idea general era buscar olores que, solos o en combinación, atraigan a los insectos hacia trampas.
Nuestro trabajo se basa en olores de animales vertebrados que son los que las vinchucas detectan como alimento”. Los antecedentes bibliográficos orientaron el comienzo del trabajo a partir de productos comerciales para mosquitos que coincidían con tres olores que las vinchucas podían detectar. En la actualidad, la investigación de los compuestos ha sido profundizada, e incluso superada, con el desarrollo de un cebo de olor propio de mayor potencia en el caso de las vinchucas que el producto alemán con el cual comenzaron a experimentar.
Fabio Guidobaldi, licenciado en Biotecnología y becario del Conicet, integra el equipo y trabaja especialmente en el desarrollo del cebo. Al respecto explica “Se trata de una mezcla sintética que consiste en ácido L (+)-láctico, ácido pentanoico y de amonio en una proporción específica; se ensayó usando como control positivo el olor de un ratón vivo. En nuestros experimentos la mezcla es tan potente como el ratón”. Guidobaldi destaca que el cebo de olor fue capaz de capturar un número estadísticamente significativo de triatominos, el desafío es entonces ensayar la mezcla en el campo.
Esta investigación tiene la particularidad de someter a los insectos a pruebas de comportamiento relativamente complejas y utilizar mezclas de olores libres de dióxido de carbono, un compuesto muy atrayente pero costoso y difícil de trabajar en el campo. El ensayo, a partir del empleo de trampas de caída, dio un resultado muy positivo, las vinchucas se tiraban en las trampas donde estaba la mezcla de olor, prueba realizada con dos especies distintas de vinchuca: una de Argentina (Triatoma infestans) y otra del norte de América del sur (Rhodnius prolixus), que son los dos vectores más importantes de la enfermedad de Chagas.
En Argentina, las últimas estimaciones de casos indican que habría 7.300.000 personas expuestas, 1.600.000 infectadas y más de 300.000 afectadas por cardiopatías de origen chagásico. Los organismos internacionales y los investigadores señalan que la interrupción de la transmisión vectorial de la enfermedad requiere de la coordinación de acciones y una vigilancia continua de la presencia de los insectos, incluso en zonas donde las vinchucas han sido eliminadas de las viviendas humanas. Esto se debe a que muchos animales salvajes son hospedadores de las vinchucas y reservorios del parásito; muchas especies de vinchucas silvestres son buenos vectores y pueden asociarse al hombre al eliminarse las especies que habitan viviendas humanas, y a que poblaciones vecinas de las especies que habitan viviendas humanas pueden re-infestar las viviendas tratadas con insecticidas.
Una herramienta ideal para el monitoreo de la presencia de vinchucas debe atraer y atrapar a los insectos. Una trampa cebada con olor es capaz de hacer esto. El equipo a cargo del doctor Guerenstein propone que el desarrollo de trampas funcione como “un sistema de alarma que indique cuando las vinchucas están volviendo a invadir, a su vez este indicador alerte a las autoridades cuando tienen que volver a actuar, y evitar pulverizar en forma indiscriminada, lo cual es una pérdida de dinero y genera contaminación ambiental. El otro extremo es pensar que con una sola pulverización ya está cumplida la tarea y no volver a fumigar por dos años”.
La investigación cuenta con el financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, y la participación de docentes, investigadores y becarios de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Entre Ríos y el Centro de Investigaciones Científicas y Transferencia de Tecnología para la Producción (CICyTTP), ubicado en Diamante, Entre Ríos. El equipo es dirigido por el doctor Guerenstein quien regresó al país a partir del Plan Nacional de Recursos Humanos, luego de graduarse en Suiza y trabajar en Estados Unidos. Integran el equipo el licenciado Fabio Guidobaldi, el magíster Irving May-Concha, la bioingeniera Celina Bratovich, y la licenciada Silvia Etcheverry.