Nanocápsulas para mejorar el tratamiento de la candidiasis vaginal
Agencia CYTA-Instituto Leloir/DICYT El caparazón de los crustáceos puede ayudar a mejorar la salud genital femenina. Así surge de un estudio de científicos rosarinos, quienes utilizaron un producto del desecho de pesquerías para desarrollar nanocápsulas o esferas diminutas con posible aplicación terapéutica en candidiasis vaginal, una infección que afecta al 75% de las mujeres en edad reproductiva al menos una vez en su vida.
La candidiasis (o candidosis) vaginal está producida por hongos del género candida, principalmente por Candida albicans y algunos de sus signos y síntomas son dolor, ardor, enrojecimiento e inflamación. En la actualidad se trata con diferentes fármacos como el tioconazol y el econazol, aunque su baja solubilidad en agua puede afectar la eficacia terapéutica.
Ahora, el avance sienta las bases para superar esa barrera: las nanocápsulas basadas en quitosano, un polímero que se obtiene de los caparazones de crustáceos, facilitan el acceso de los fármacos antifúngicos al sitio de acción. “El objetivo es mejorar su capacidad terapéutica”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir el doctor Darío Leonardi, investigador del Instituto de Química Rosario (IQUIR), que depende del CONICET y de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
Las nanocápsulas tienen varias ventajas: como la medicación ya está disuelta en su interior, actúa de manera más rápida; por otra parte, como controla su liberación, el efecto “perdura más en el tiempo”, indicó Leonardi quien también integra el Área Técnica Farmacéutica de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR.
En el estudio, los científicos evaluaron la liberación in vitro de los fármacos desde las nanocápsulas a cultivos dérmicos humanos infectados con cándida. Y verificaron que las drogas alcanzan concentraciones efectivas para matar al hongo durante 48 horas, y, a la vez, no presentan toxicidad para las células de la piel.
“Las nanocápsulas quedarían adheridas a la mucosa vaginal y liberarían su contenido en el sitio afectado”, afirmó Leonardi.
De todos modos, la llegada a la clínica no va a ser inmediata. Para ser aplicadas en una potencial paciente, las nanocápsulas deben ser incorporadas en una formulación final, como un gel o una película adhesiva. “También se deberán realizar todos los estudios de citotoxicidad y actividad terapéutica”, aclaró.
El trabajo fue publicado en la revista “International Journal of Molecular Sciences”. Y se realizó durante una estadía de la primera autora del estudio, la doctora Natalia Calvo, investigadora del IQUIR-CONICET y de la UNR, en la Universidad de Münster (Alemania), con un subsidio del Servicio Alemán de Intercambio Académico.
También participaron María Celina Lamas, del IQUIR-CONICET y de la UNR; Laura Svetaz, de la UNR y del CONICET; y Sruthi Sreekumar y Bruno Moerschbacher, del Instituto de Biología y Biotecnología de Plantas (IBBP) de la Universidad de Münster, en Alemania.