Ciencia España , Salamanca, Jueves, 21 de noviembre de 2013 a las 18:38

Nuevos datos sobre la Edad del Hierro en la provincia de Zamora

Las ‘III Jornadas de Jóvenes Investigadores del Valle del Duero: Del Paleolítico a la Antigüedad Tardía’ revelan la importancia de un yacimiento casi desconocido en La Guareña

José Pichel Andrés/DICYT Diversas prospecciones arqueológicas que se han llevado a cabo en los últimos años en la provincia de Zamora están aportando mucha información sobre la Edad del Hierro, según los resultados que se han presentado hoy en las ‘III Jornadas de Jóvenes Investigadores del Valle del Duero: Del Paleolítico a la Antigüedad Tardía’, que se celebran en la Universidad de Salamanca. Entre los trabajos científicos más destacados están los hallazgos del yacimiento de Cuesta de ‘El Pico’, que ocupa unas seis hectáreas y del que apenas existían datos.

 

La investigadora Raquel Portilla Casado, que realiza su tesis en la Universidad de Salamanca, sólo contaba con información de principios de los años 90, cuando se había realizado una primera prospección. Aquel trabajo no se publicó y no se analizaron los materiales encontrados aunque se situaron de forma imprecisa unos en el Calcolítico y otros entre la primera Edad del Hierro o finales de la Edad del Bronce.

 

El proyecto de Raquel Portilla pretendía estudiar toda la Edad del Hierro en la comarca de La Guareña, pero el único yacimiento que ofreció buenos resultados fue el Castrillo de La Guareña, precisamente, el menos destacado según los inventarios anteriores. “Recogimos una cantidad ingente de piezas cerámicas, más de 1.000, a pesar de que dejamos más en el campo”, señala en declaraciones a DiCYT.

 

Estos materiales y su decoración han permitido determinar con seguridad que el enclave estuvo poblado en la Edad del Hierro. Además, es una zona limítrofe con Valladolid y Salamanca y parece relacionado con otros yacimientos de esas provincias, de manera que “el supuesto vacío que teníamos en esa zona, se rellena con este castro”. De hecho, está rodeado por cinco yacimientos del final de la Edad del Bronce y los investigadores manejan la teoría de que aquellas poblaciones se pudieron desplazar hacia esta zona.

 

Además de la cerámica, la investigación ha sacado a la luz algunos útiles líticos, gran cantidad de restos óseos que tienen señales de haber sido manipulados con herramientas y restos metálicos. Hasta que no se excave no se pueden sacar muchas conclusiones sobre la historia del enclave de Cuesta de ‘El Pico’, pero “no hemos encontrado restos defensivos, puede ser un poblado dedicado a la ganadería sin ningún otro tipo de interés”, apunta.

 

Sierra de la Culebra

 

Justo lo contario ocurre con algunos yacimientos de la Sierra de la Culebra, también en la provincia zamorana: los arqueólogos están aportando nuevos datos basados casi exclusivamente en los restos de importantes sistemas defensivos, según ha explicado en otra ponencia Óscar Rodríguez Monterrubio, de la asociación Zamora Protohistórica. En la actualidad, lo más destacado son las murallas derrumbadas, aunque también se pueden observar cerámicas e instrumental lítico si la vegetación lo permite.


“Nuestra teoría es que el control del territorio no se ejercía de manera separada desde cada yacimiento, sino en comunidad, porque desde un enclave se podía dominar un área concreta y otro con mejores sistemas defensivos controlaría una área superior”, señala el experto. Cada yacimiento tiene relación con su entorno. Los cursos fluviales y las cañadas comunicaban los diferentes yacimientos y el objetivo era la captación de recursos a través de la minería o de pastos en una zona estratégica, situada entre el valle del río Tera, al Norte, y el valle del río Aliste, al Sur.

 

Los trabajos sobre la Edad del Hierro en esta zona se han realizado entre 2006 y 2013 en lugares como castro de El Castillán (Ferreras de Arriba). “Partimos de estudios que se hicieron en los años 80, listados de yacimientos y su ubicación que nos sirven para localizarlos, pero estas prospecciones actualizan la información, con las nuevas técnicas que tenemos hoy en día y con los estudios que se van realizando”, explica.

 

Romanización

 

En la jornada de hoy, otras comunicaciones sobre la Edad del Hierro se han centrado en los yacimientos sanabreses de As Muradellas y Santo Toribio. Asimismo, se ha presentado un estudio sobre la relación de los grupos humanos de la cultura de los castros con el valle de los ríos Tera y Razón de la serranía soriana en la primera Edad del Hierro.

 

Fuera de esta época, otra de las sesiones se ha ocupado de la romanización en el Valle del Duero, con estudios al respecto de las provincias de Zamora, Valladolid, Palencia y León. Finalmente, la última sesión se ha ocupado de la arqueología experimental.

 

 

Arqueología experimental: hidromiel 

 

La jornada ha finalizado con demostraciones prácticas de arqueología experimental. Entre ellas, la empresa vallisoletana de arqueología Arbotante ha explicado su trabajo con hidromiel, una antigua bebida alcohólica resultado de la mezcla de miel y agua que fermenta con levaduras y a la que también se le añadían algunos frutos.

 

Este trabajo se basa en las descripciones de fuentes romanas y medievales, pero tiene un carácter empírico. “Intentamos reconstruir cómo se elaboraban esas bebidas”, comenta Miguel Ángel Brezmes, de Arbotante. En los registros arqueológicos puede haber restos de miel o cerveza que den pistas sobre los procesos de elaboración, pero la experimentación real también aporta mucha información sobre cómo se produce la fermentación, cómo queda la mezcla o cuáles podrían ser los recipientes que la albergaban, “elementos que quedan fuera del contexto arqueológico”. Por eso, Arbotante elabora su propio hidromiel para avanzar en su estudio.


“Nuestro proyecto de investigación abarca desde las primeras pinturas rupestres que hacen referencia a la recolección de mieles silvestres, en el 9.000 a. C., hasta la elaboración y el significado social que tenía, relacionado con la cohesión social y las creencias, ya que era una bebida ritual reservada a élites y a momentos de unión del grupo”, señala Iván García.


Estos conocimientos se pueden aplicar más adelante, ya que “en el plano arqueológico queremos intentar alertar sobre estructuras relacionadas con el mundo apícola que pueden estar pasando desapercibidas en algunas excavaciones”.

 

La arqueología experimental “nos está sacando de muchos interrogantes”, aseguran los arqueólogos. Estudiar la talla lítica o la fabricación de vivienda a base de adobes resulta mucho más práctico a través de la experimentación. “Intentamos ver cómo eran los procesos del pasado reproduciéndolos en el presente”, resumen los investigadores.