Alimentación Argentina , Santa Fe, Lunes, 20 de junio de 2016 a las 11:00

Serpientes heredan la dieta de sus ancestros

Basados en 20 a帽os de estudios sobre 25 especies, investigadores santafesinos llegaron a la conclusi贸n de que los ofidios aut贸ctonos se alimentan de la misma manera que lo hac铆an sus antepasados y no seg煤n lo que les ofrece su entorno

UNL/DICYT Luego de dos décadas de estudiar los tractos digestivos de 2 mil ejemplares de 25 especies de serpientes de la región, investigadores santafesinos concluyeron en que se alimentan de las mismas presas que sus antepasados de hace millones de años.

 

El trabajo partió de la pregunta de si las serpientes actuales comían lo que el ambiente les ofrecía o si tenían los mismos hábitos que sus antepasados, a pesar de que en algunos casos la disponibilidad de alimentos sea diferente. Para Alejandro Giraudo, Vanesa Arzamendia y Gisela Bellini, investigadores del Instituto Nacional de Limnología (INALI), dependiente de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y del CONICET, la respuesta es contundente: la dieta es heredada.

 

“Por ejemplo, las yararás y las cascabeles, que pertenecen a los vipéridos venenosos, principalmente se alimentan de roedores, e incluso una especie prácticamente no come otra cosa. Es algo que vemos cuando recorremos otros lugares, se alimentan de lo mismo a pesar de que los tipos de alimentos sean escasos. Es una evidencia de que sus ancestros tenían los mismos hábitos, se han especializado en un tipo de presa determinado y no cambiarán sus dietas aunque tengan otra disponibilidad de comida”, afirmó.

 

Millones de años

 

Según el especialista, América es un continente que estuvo aislado mucho tiempo y en el cual las serpientes de la región evolucionaron con características propias. “Hace unos 200 millones de años estábamos unidos a África y hace 130 millones Sudamérica comenzó a separarse y se formó el Océano Atlántico, que es cuando hubo un gran vulcanismo que dio origen a una zona de basaltos que abarca parte del sur de Brasil. De esta manera, los ancestros de las serpientes actuales fueron evolucionando independientemente durante millones de años en Sudamérica. Esos animales ya se alimentaban muy probablemente de anfibios, roedores o de otras serpientes, como es el caso de las corales; o de caracoles y lombrices, como pasaba con un pequeño grupo de ofidios. Lo interesante es que sus descendientes se siguen alimentando de la misma manera”, acotó.

 

De esta manera, según Giraudo, en Sudamérica la alimentación de las serpientes está explicada por el aislamiento y por cómo evolucionaron sus ancestros, que eran únicos, antes que por la relación que tienen actualmente con el ambiente.

 

“Esto implica que tenemos un continente con una historia evolutiva particular, que nuestras serpientes son muy distintas a las de Norteamérica, Europa o África, ya que tuvieron una evolución aislada en la que no se produjeron cambios para aprovechar otros alimentos como los insectos, por ejemplo. La mayoría de las especies sólo come vertebrados”, aseveró.

 

Evolución

 

El trabajo demuestra cómo se produjo la evolución en la región y cómo están estructuradas las comunidades y las relaciones alimenticias. “Es un trabajo de larga data, basado en muchos viajes en los que recolectamos serpientes atropelladas en las rutas y de las que estudiamos sus dietas. Fueron más de 2 mil ejemplares de 25 especies provenientes del nordeste argentino”, destacó.

 

A cada ejemplar se le extrajo el contenido del tracto digestivo, se identificaron las presas y luego se cuantificaron y clasificaron. “La yarará grande, por ejemplo, come solamente roedores. Las corales se alimentan de reptiles alargados e incluso pueden ser depredadoras de las yararás, por eso son buenas controladoras de sus poblaciones, algo beneficioso, ya que son venenosas aunque controlan a otros animales peligrosos”, continuó.

 

“Finalmente, hicimos un análisis para saber si la alimentación depende del uso del hábitat o la filogenia. Por eso tuvimos que estudiar muchos grupos evolutivos distintos. Fueron 20 años de juntar material y cinco de determinar los contenidos estomacales”, finalizó Giraudo.