"Trabajamos desde hace 20 años en un modelo matemático que explique la capacidad infecciosa de los virus"
AVPR/DICYT Ha dedicado más de 28 años de su vida a la investigación, diseño y desarrollo de vacunas sintéticas, dejando en el camino unas 274 publicaciones científicas en las revistas de mayor índice de impacto a nivel internacional, pero el doctor Manuel Elkin Patarroyo es mucho más conocido por su actitud quijotesca. En 1992, el creador de la primera vacuna sintética contra la malaria plantó cara a las farmacéuticas cediendo la patente de su descubrimiento a la Organización Mundial de la Salud. Una actitud que le valió a la vez los calificativos de "filántropo" y de "loco", y sobre la que se sustenta también su nuevo proyecto: "el hallazgo de la vacuna sintética contra la malaria nos animó a indagar en los mecanismos utilizados por los virus para infectar una célula cualquiera. Es entonces cuando nos hemos dado cuenta de que detrás de la Biología y de la Física existe un modelo matemático que nos puede dar las claves para diseñar vacunas a medida".
Un proyecto tan ilusionante como inabarcable que le ha valido de nuevo los calificativos anteriores. "Soy consciente de que en el tiempo que dure mi vida podré desarrollar como máximo tres o cuatro vacunas. De ahí que nos hayamos centrado en el estudio de los fundamentos que explican la capacidad invasiva de un virus, porque conociendo estos mecanismos dejamos escritas no sólo las claves para el desarrollo de vacunas específicas para cada una de las 517 enfermedades víricas que se conocen, sino también la receta para que dichas vacunas sean más eficaces".
Pero a pesar de que le cueste admitirlo, las repercusiones que pueden derivarse de estos estudios van mucho más allá. El identificar un modelo matemático a través del cual se explique el mecanismo de actuación de los virus será un primer paso en el desarrollo de una hipotética vacuna contra el VIH. El virus del sida se caracteriza por su alta capacidad de mutación por lo que puede afirmarse que no se está ante una única enfermedad, sino ante miles de enfermedades, tantas como individuos infectados. Por ello, el hallazgo de un modelo matemático que permita a biólogos y clínicos indagar sobre cuáles son los mecanismos que cada cepa del virus utiliza para introducirse en las células del individuo supondría un gran avance a la hora de diseñar una vacuna eficaz para sus miles de variantes. Una elucubración válida, por ahora y en las próximas décadas, sólo en teoría.
Una ayuda inestimable
El reto que se ha marcado este carismático científico le mantiene a medio camino entre el laboratorio y la selva amazónica, donde se encuentra el primate que le sirve como modelo para el estudio de los procesos infecciosos propios del virus de la malaria. Un camino diario en el que se han cruzado la capital charra y el Centro de Investigación de Enfermedades Tropicales (Ciset) que dirige el profesor de la Universidad de Salamanca Antonio Muro. "Mi presencia como ponente en la conferencia inaugural del centro es anecdótica", comenta Manuel Elkin Patarroyo, quien añade que "lo realmente importante es que una universidad de un país desarrollado invierte recursos y conocimiento en investigar enfermedades propias de países subdesarrollados, y eso bien merece mi reconocimiento".
Tres años de trabajo a sus espaldas | |
El Ciset, cuyo reconocimiento como centro propio de la Universidad de Salamanca puede obligarle a cambiar su nombre adoptando las siglas Cietus (Centro de Investigación de Enfermedades tropicales de la Universidad de Salamanca), iniciará oficialmente su actividad mañana viernes, con 40 investigadores doctores pertenecientes a las facultades de Medicina, Farmacia y Biología de la Universidad de Salamanca.
"En estos momentos", explica su director, Antonio Muro, "nuestra actividad se reparte en cuatro líneas de investigación principales: la generación de vacunas, principalmente contra la fasciolosis y la esquistosomosis; el diseño de herramientas de diagnóstico, diseño y obtención de fármacos contra la malaria y la leishmania y, en cuarto lugar, el diseño de microarrays (métodos de diagnóstico) para la detección de la esquistosomosis. Además de las líneas de investigación mencionadas, el Centro de Investigación Salmantino de Enfermedades tropicales se ha convertido en un centro de referencia nacional en el diagnóstico de enfermedades tropicales a partir de muestras serológicas.
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