Ciencias Sociales Perú , Perú, Miércoles, 23 de junio de 2021 a las 09:20

Tras la pista de los fardos funerarios para conocer sociedades pasadas

Una investigación internacional reconstruye el pasado de los antiguos habitantes de Ancón y Pachacamac a partir del estudio de sus fardos funerarios con una tecnología no invasiva

PUCP/DICYT ¿Qué revelan los restos óseos luego de cientos de años? La osteobiografía, una rama de la bioarqueología, nos permite conocer cómo vivió una persona a partir del estudio de sus huesos y del contexto fúnebre en el que fueron encontrados. Este tipo de investigaciones devela la edad y la causa de muerte de la persona, su sexo biológico, su rol en la sociedad (a través de los restos de objetos hallados a su alrededor), su salud, entre otros aspectos de su vida.

 

Lucía Watson Jiménez es una de las pioneras en el Perú en dedicarse a esta fascinante labor. La doctora en Antropología por la Universidad Autónoma de México, magíster en Estudios Andinos y licenciada en Arqueología por la PUCP, es codirectora de 'Las momias como microcosmos', una investigación que realiza junto con el Dr. Andrew Nelson, jefe del Departamento de Antropología de la Universidad de Western Ontario (Canadá), y un equipo de especialistas, que cuenta con el financiamiento del gobierno canadiense.

 

“A través del estudio de los restos humanos y de los rituales funerarios, tratamos de recuperar evidencia e información sobre cómo vivía y moría la gente del pasado. Los fardos nos van a hablar sobre aspectos como la dieta, la diferencia de recursos de la población, si hay estratos sociales o es una sociedad más igualitaria, e incluso si ha habido violencia interpersonal, que deja huella en lesiones, o violencia estructural, cuando ves sociedades con altos índices de desnutrición que se observan en los esqueletos”, dijo la Dra. Watson, quien se ha desempeñado como docente PUCP en varios periodos.

 

Exploración virtual

 

En el proyecto, el equipo dirigido por Watson y Nelson analiza los restos de 54 fardos funerarios del periodo precolombino Intermedio Tardío (1100 d.C-1532 d.C). Estos fardos fueron recuperados en el marco del proyecto de rescate arqueológico para la construcción del Museo Nacional de Arqueología – MUNA (todavía en ejecución) y que hoy forma parte del Museo Pachacamac, en Lurín.

 

En esta coyuntura de emergencia por la COVID-19, la investigación, que se inició en el 2019, ha continuado de manera remota. Los investigadores han podido explorar los fardos sin necesidad de abrirlos (lo cual destruiría la pieza) a través de una serie de imágenes radiográficas y tomografías computarizadas que se tomaron en el 2019.

 

“Tenemos tomografías y radiografias, material con el que se desarrollaron reconstrucciones tridimensionales que muestran el interior de las momias. El escaneo fotográfico ha hecho posible que podamos estudiar el interior de los fardos sin abrirlos, algo que por ningún motivo se puede hacer. Gracias a esta tecnología, obtenemos información y preservamos el fardo”, dijo Watson.

 

Fueron los mismos investigadores del proyecto quienes realizaron las radiografías a los fardos con una máquina de rayos X portátil de alquiler. Las tomografías fueron un proceso más complejo y costoso, para el cual se trasladaron los fardos a una clínica local.

 

Revelaciones del pasado

 

'Las momias como microcosmos' es un proyecto de largo aliento (concluye en el 2023) que genera nuevas preguntas e hipótesis. Gracias a esta investigación, se podrá conocer más detalles de la vida de estas comunidades del final del imperio Wari y el apogeo del imperio Inca.

 

“Las técnicas aplicadas de rayos X y tomogragías nos permiten observar los huesos y conocer qué implica el concepto del cuerpo para estas sociedades en técnicas como la modificación cefálica, es decir, el alargamiento del cráneo. Todavía no sabemos cuál fue la motivación de esta práctica, que se repite en muchos sitios del Perú y de Mesoamérica. La tienen hombres, mujeres y niños pequeños. Estudiar estos fardos, cuyos habitantes alcanzaban una esperanza de vida promedio no mayor a 50 años, me hace ver que hablamos de una sociedad diversa, muy compleja y dinámica”, refirió la investigadora.

 

Vínculo virtuoso

 

Luego de una carrera fructífera que la ha llevado por diversas regiones del Perú y varios países (México, Sudán, Israel, Nicaragua, etc.), nuestra investigadora sueña con tender puentes entre los investigadores latinoamericanos de muchas disciplinas y desarrollar una red de colaboradores multidisciplinarios. A inicios de junio, fue aceptada como investigadora posdoctoral en el marco del Programa de Estudios Andinos de nuestra Escuela de Posgrado. Durante su estancia, desarrollará proyectos junto con el Dr. Krzysztof Makowski, el docente que le dio su primera oportunidad para ser predocente y arqueóloga residente del Proyecto Arqueológico Lomas de Lurín, donde realizó sus primeras investigaciones (licenciatura y maestría) del 2004 al 2010.

 

Poco a poco, ha logrado formarse como bioarqueóloga, hilvanando conocimientos adquiridos en muchos espacios y disciplinas. En el 2019, publicó su libro Los fardos de Ancón, que presenta los hallazgos encontrados en esta área del norte de Lima, que conoció por su trabajo como directora del Centro de Investigación del Museo de Sitio de Ancón (CIAA).

 

“Mis desafíos se aplican a cualquier investigador que transita al borde de dos ciencias, en mi caso, la arqueología y la biología. Además de temas de arqueología, hay que saber de anatomía, osteología, odontología, medicina y entender eso dentro del marco teórico de la antropología biológica, disciplina a la que pertenece la bioarqueología. Eso implica que te formes con investigadores de otras disciplinas”, añadió Watson, quien en su búsqueda de nuevos conocimientos vuelve a trabajar a su alma máter.