Un biopesticida puede acabar con las colonias de avispas beneficiosas para las plantas
AGENCIA FAPESP/DICYT – Algunas avispas y abejas poseen la capacidad de reconocer por el olor a una compañera de nido enferma. Para evitar que toda la colmena se infecte, pueden impedirle la entrada a ese ejemplar, a los efectos de asegurar la supervivencia de la colonia y, a largo plazo, la de la especie.
Un estudio apoyado por la FAPESP y publicado en la revista Environmental Science and Pollution Research muestra que ese reconocimiento no sucede entre las avispas de la especie Mischocyttarus metathoracicus infectadas con un biopesticida elaborado con el hongo Beauveria bassiana.
El grupo de autores, encabezado por investigadores de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de Ribeirão Preto, de la Universidad de São Paulo (FFCLRP-USP), en Brasil, determinó mediante pruebas moleculares, de supervivencia y conductuales, que el biopesticida no solamente mata a las avispas, que son beneficiosas para las plantas, al alimentarse de plagas y efectuar la polinización, sino que tampoco es detectado por las compañeras de nido.
Entre los autores de este trabajo figuran también científicos de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq-USP), de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) y de la Universidad Federal de Viçosa (UFV), también en Brasil.
“El insecticida sintético [a base de imidacloprid] mata en 24 horas, y puede diezmar rápidamente colonias enteras de estos insectos. En tanto, el biopesticida, si bien causa una mortandad menor en un primer momento, tarda 19 días para matar. De este modo, potencialmente podría infectar a los ejemplares de toda la colonia y perjudicar a la especie a largo plazo”, explica André Rodrigues de Souza, investigador de la FFCLRP-USP apoyado por la FAPESP, quien coordinó el estudio.
Pero en comparación con el insecticida sintético, el biopesticida corre con ventaja. La sustancia biológica contiene esporas del hongo Beauveria bassiana, que infecta exclusivamente a los insectos, no así a los mamíferos y otros animales. El pesticida sintético puesto a prueba, uno de los más empleados en la agricultura, es tóxico incluso para los mamíferos, y puede erigirse como un riesgo aun para humanos que no efectúen un empleo correcto.
La defensa
En las pruebas de supervivencia, alrededor de la mitad de las avispas expuestas al biopesticida murieron. En tanto, en el grupo expuesto al compuesto sintético, murieron todas. El pesticida a base de imidacloprid se encontraba en una concentración 50 veces menor que el biopesticida, lo que demuestra su mayor toxicidad para esos insectos.
Menos de una cuarta parte de las avispas expuestas a un producto inerte o sencillamente a agua (el grupo de control) murieron, lo que comprueba la mortalidad significativamente mayor que causan los pesticidas. Los ensayos conductuales, a su vez, tenían por objeto verificar si las avispas infectadas con el hongo eran reconocidas (más atacadas o evitadas) por sus compañeras de nido. En las pruebas, los investigadores pegaban avispas muertas en varillas y las acercaban a la colmena.
Las avispas presentes en las colmenas supieron diferenciar a las compañeras de la colonia con respecto a las pertenecientes a otros nidos, al atacar a estas últimas con embestidas con sus cabezas, aguijoneándolas y mordiéndolas.
Sucede que estas avispas reconocen a través del olfato los hidrocarburos de sus compañeras, sustancias presentes en la superficie del cuerpo de estos insectos que les sirven para comunicarse. Por ser bastante competitivas, en esta especie son comunes los intentos de invasiones de nidos y las reacciones agresivas.
El problema para las avispas fue que las compañeras de nido infectadas con el biopesticida, es decir, con esporas del hongo en la superficie del cuerpo, seguían siendo aceptadas en la colonia.
“Si atacasen también a las compañeras de nido infectadas, el biopesticida no sería un problema tan grande para la colonia. Pero al permitir que se acerquen, y que probablemente permanezcan en el nido, los 19 días que viven con el hongo pueden ser suficientes para transmitir esporas e infectar a otros ejemplares adultos y a las larvas, poniendo potencialmente en riesgo al grupo entero”, comenta Rodrigues de Souza.
Un aliado amenazado
El biopesticida se aplica fumigando una solución rica en esporas del hongo por la plantación. Plagas tales como orugas, el ácaro de dos puntos, el barrenador del café, el gorgojo del eucalipto y la mosca blanca, que se alimentan de plantas de diferentes cultivos agrícolas, son entonces colonizadas por el hongo y se mueren al cabo de algunos días.
Por alimentarse de orugas, las avispas pueden ser importantes aliadas en el control biológico de plagas. Además, los insectos sociales son conocidos polinizadores, lo que también aporta a la productividad de los cultivos.
Para Rodrigues de Souza, lejos de condenar el uso de los biopesticidas, este estudio advierte acerca de la necesidad de realizar pruebas tan rigurosas como las que se hacen con los pesticidas sintéticos, aparte de concretar un manejo adecuado.
Se podría evitar la aplicación del biopesticida durante el día, por ejemplo, que es cuando las avispas salen a alimentarse y pueden transportar las esporas a la colonia. En los últimos años, diversos estudios han demostrado que las pruebas de mortalidad no son suficientes para evaluar el riesgo de cualquier defensivo agrícola, ya sea sintético o biológico, con relación a especies que no constituyen el blanco de los productos.
Algunos compuestos, por ejemplo, pueden no matar a los animales inmediatamente, pero causan efectos como la pérdida de fertilidad, lo que afecta el mantenimiento de las especies a largo plazo. Por eso el grupo estudia ahora el efecto de un aceite esencial bastante utilizado como biopesticida sobre la fertilidad de las avispas.