Medio Ambiente España , Tarragona, Lunes, 01 de febrero de 2010 a las 18:39

Un clima cálido favoreció la llegada a Atapuerca y Orce de los primeros homínidos hace 1'4 millones de años

Las primeras salidas del África coincidieron con un aumento de las temperaturas y abundantes precipitaciones

IPHES/DICYT Tras los significativos hallazgos relacionados con las primeras ocupaciones humanas en Eurasia, como es el caso de los homínidos de Dmanisi (Georgia) y de la Sima del Elefante y Gran Dolina en Atapuerca (Burgos), o de los útiles líticos de Fuente Nueva 3 y Barranco León en Orce, cuenca Guadix-Baza (Granada), la cuestión sobre cuáles fueron las causas que determinaron la primera salida humana fuera de África ha cobrado un gran actualidad. Ahora, una investigación que recoge el Journal of Human Evolution, en la que han participado miembros del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (Iphes) y del Área de Prehistoria de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, demuestra que las condiciones climáticas fueron decisivas, ya que las primeras y diversas salidas de homínidos del continente africano se producen en un momento en que se incrementan las temperaturas y hay abundantes lluvias. El artículo lleva por título Climate forcing of first homínido dispersal in Western Europe.

 

Esta primera salida humana se remonta a 1'8 millones de años en Dmanisi (Georgia), aunque las primeras evidencias en Europa occidental datan de 1'4 a 1'2 millones de años (útiles líticos de Fuente Nueva 3 y Barranco León, restos humanos de Sima del Elefante). Clásicamente, se ha vinculado esta primera salida con el desarrollo de una nueva tecnología lítica (el llamado Modo 2), mientras que otros autores proponen un escenario más ambientalista, vinculado a los cambios climáticos que se produjeron a principios del periodo Pleistoceno. “En este estudio presentamos evidencias de que, al menos para Europa occidental, esta primera dispersión humana estuvo fuertemente condicionada por causas climáticas”, observa Jordi Agustí, uno de los firmantes del artículo e investigador Icrea en el Iphes, además de Hugo Blain, también miembro de este centro de investigación.

 

Reconstrucción


La investigación se ha llevado a cabo analizando los restos de anfibios y reptiles (fauna paleoherpetológica) escamosos de una sucesión de 16 localidades fosilíferas de la península ibérica que abarcan desde el Plioceno superior, hace más de 3 millones de años, hasta el inicio del Pleistoceno medio, hace unos 600.000 años. La mayor parte de ellas proceden de las secuencias de la cuenca Guadix-Baza y del complejo cárstico de Atapuerca, aunque estas secuencias se han complementado con otras como es el caso del complejo cárstico de Almenara en Castellón. Esta sucesión incluye así mismo las primeras localidades con presencia humana en España, como las mencionadas Fuente Nueva 3, Barranco León, Sima del Elefante o Gran Dolina.

 

“La fauna paleoherpetológica es altamente sensible a las variaciones de humedad y temperatura, por lo que la aplicación del método conocido como Mutual Climatic Range permite extrapolar al pasado los diversos parámetros climáticos que son compatibles
con una determinada asociación de estos vertebrados. Aplicando este método se han podido reconstruir para la península Ibérica diversas curvas climáticas que reflejan la evolución de la Temperatura Media Anual, las temperaturas en el mes más cálido y más frío o la media de pluviosidad anual entre hace 3 millones y 600.000 años atrás”, cuenta Jordi Agustí. Concretamente, este método se basa en yuxtaponer las áreas de distribución de las especies presentes y deducir los parámetros climáticos a partir de las mismas. O sea, son siempre datos relativos a la temperatura actual, específica el mismo científico.


Fases cálidas

 

Como resultado de este estudio, se han podido distinguir hasta cinco fases climáticas diferentes, desde el Plioceno superior hasta los inicios del Pleistoceno medio. Tres de estas fases, las correspondientes al periodo entre 3 y 1'8 millones de años, entre 1'4 y 1 millón de años y entre 800.000 y 600.000 años, corresponden a fases cálidas con precipitaciones más intensas que en la actualidad.


“Por el contrario, las fases entre 1'6 y 1'4 millones de años y entre un millón y 800.000 años, presentan -afirma Jordi Agustí- momentos de temperaturas relativamente bajas y una acentuación de la aridez. Pues, bien, se observa que las primeras ocupaciones humanas en la zona se produjeron en momentos de bonanza climática, con altas temperaturas y humedad, mientras que la presencia humana falta en aquellos momentos en que predominaban las condiciones de bajas temperaturas y aridez”.

 

“Ello quiere decir –añade Jordi Agustí- que los parámetros climáticos jugaron un papel determinante en el proceso de dispersión humana hacia Europa y que, en este aspecto, su comportamiento no debió diferir en gran medida de otras especies animales, afectadas así mismo por las variaciones climáticas”, concluye el investigador del Iphes.