Zamia, fósiles de neotrópico
UDEA/DICYT Colombia es el país con mayor diversidad de zamias en el mundo. En este territorio crecen 24 de las 81 especies descritas hasta hoy de este género de plantas nativas de América. Aunque pueden crecer en sitios desérticos y rocosos, en su mayoría se les encuentra en bosques húmedos tropicales de la Amazonía y el Pacífico, y también en los bosques andinos.
Son literalmente fósiles vegetales, ya que pertenecen a las cícadas, gimnospermas que aparecieron a finales de la era paleozoica. "Los dinosaurios comían cícadas y, probablemente, dispersaban sus semillas", narró Cristina López Gallego, bióloga, investigadora del Grupo de Ecología Evolutiva y Conservación de la Universidad de Antioquia, e impulsora del Plan Nacional de Conservación de Cícadas en Colombia.
López lleva 25 años dedicados al estudio de zamias —desde que era una estudiante de quinto semestre de Biología en la Universidad de Antioquia—. Ese tiempo le ha permitido acercarse a las particularidades del género Zamia y participar en muchas iniciativas de investigación, como el Atlas de Biodiversidad de Colombia: Zamia, que presenta modelos de distribución de las diferentes especies que viven en el territorio nacional.
Desde su experiencia investigativa, y en conjunto con otros expertos como Álvaro Cogollo Pacheco, Álvaro Idárraga Piedrahita y Michael Calonje, acompañó esta publicación del Instituto Humboldt. Este tipo de publicaciones aportan información crucial en la toma de decisiones para salvar especies de la extinción y, en general, para avanzar en a conservación de la biodiversidad.
"Por los hábitats donde crecen y la variedad en su morfología y ecología, las zamias son consideradas las cícadas más diversas", destacó Cogollo Pacheco. Algunas tienen hojas similares a especies de palmas o helechos, de color verde cuando maduran, pero con gran diversidad de colores cuando son jóvenes, y con semillas de brillantes rojos, naranjas y amarillos. Además, la longevidad de algunas de sus especies es extremadamente larga, algo inusual en plantas tropicales, con ciclos de vida que pueden alcanzar más de 1000 años.
15 de las 24 especies de Zamia de Colombia son endémicas, es decir que sólo se encuentran en nuestro territorio. Las demás crecen también en países vecinos. Z. manicata. Z. pseudoparasitica y Z. obliqua, que crecen en el Chocó biogeográfico, tienen poblaciones en Panamá; y Z. roezlii, en Ecuador. Z. muricata, que vive en el Caribe, tiene poblaciones en Venezuela. Las especies que crecen en Colombia son en su mayoría de bosques húmedos del Pacífico, la Amazonía y los Andes, pero hay especies que crecen en lugares más secos, como Z. encephalartoides, propia del cañón del Chicamocha, en Santander.
López Gallego aseguró que, aunque Colombia es uno de los países más activos en la conservación de plantas, muchos de sus habitantes desconocen la biodiversidad en la que están inmersos: con 26 000 especies de plantas, este es el país más biodiverso del planeta. "Se dice que es el segundo —explicó—, siendo Brasil el primero con 36 000 especies de plantas, pero si se tiene en cuenta que este último tiene un área siete veces mayor, entonces podemos decir que Colombia sería el más diverso". Todo esto, teniendo en cuenta que hay territorios que los biólogos aún no han explorado detalladamente, por lo cual podrían existir todavía muchas especies por descubrir.
Especies amenazadas y esfuerzos para su conservación
Las especies más amenazadas de extinción son las que se encuentran en territorios con altos índices de deforestación, principalmente en los Andes y algunas partes del Pacífico. Además, por su particular morfología e historia evolutiva, las zamias se han utilizado indiscriminadamente como plantas ornamentales, lo cual ha llevado en algunos casos a amenazas por sobrexplotación de las poblaciones.
Una de las líneas de trabajo fundamentales de la Estrategia de Conservación de Zamia consiste en elegir poblaciones y sitios claves que deben ser protegidos y en algunos casos restaurados. Estas acciones siempre son acompañadas de programas de sensibilización y educación ambiental.
Otra parte se ejecuta a través de programas de uso sostenible de zamias para la horticultura por parte de comunidades locales, para que ellos accedan a fuentes alternativas de ingresos, que beneficien tanto a estas especies como a ellos. "También promovemos entre la gente el reconocimiento del valor intrínseco de las plantas, teniendo en cuenta que debemos salvar a todas las especies de la extinción, no solo a las que son útiles para la humanidad", declaró López Gallego, convencida de que la diversidad natural y cultural es la mayor riqueza que tenemos en el país.