Salud España , Valladolid, Jueves, 11 de junio de 2009 a las 16:39

La flora bacteriana intestinal de los celiacos es diferente a la del resto de individuos

Investigadores vallisoletanos, junto a un equipo de científicos valencianos, confirman la relación entre flora intestinal y enfermedad celiaca

Cristina G. Pedraz/DICYT Investigadores de la Universidad de Valladolid y del Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM), centro mixto del CSIC, junto a un equipo de científicos del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos de Valencia, han hallado bacterias en la flora intestinal de todos los individuos y determinado que estos microorganismos son “diferente” en los que padecen enfermedad celiaca. Así lo confirma Eduardo Arranz, investigador del IBGM y uno de los autores de este estudio, publicado en el último número de la revista internacional GUT, especializada en gastroenterología y hepatología.

 

La colaboración con el centro de investigación valenciano, también adscrito al CSIC, se inicia cuando los expertos vallisoletanos constatan que el intestino de los celiacos digiere de forma diferente. Para conocer las características microbiológicas, contactan con el Instituto de Agroquímica, experto en este apartado, que finalmente determina que esa actividad enzimática procede de baterias.

 

“Uno de nuestros intereses es saber cómo se producen los efectos del gluten en el intestino y cómo estimula al sistema inmune. Este sistema tiene un efecto muy complejo y puede estimular a dos componentes, la llamada inmunidad adaptativa o específica, o la inmunidad innata o inespecífica. Nosotros estamos estudiando la inmunidad inespecífica, es decir, los efectos tóxicos directos del gluten en el intestino”, explica el experto.

 

No obstante, el equipo de investigadores ha observado que el gluten tiene un efecto tóxico directo sobre el intestino en todos los individuos, no sólo en celiacos. “Lo que ocurre es que los individuos que son celiacos tienen otra serie de factores del intestino que mantienen esa respuesta y desencadenan la inmunidad específica o adaptativa, que está mediada por linfocitos específicos del gluten”, señala el experto.

 

Pérdida de vellosidades

 

En los individuos no celiacos, los mecanismos de control son capaces de aprovechar la parte nutritiva del gluten; mientras que en los celiacos eso “se magnifica” hasta producir una inflamación que lleva a un daño tisular (del tejido). Asimismo, con la inflamación se pierden las vellosidades del intestino, donde se absorben los nutrientes, y por ello es característico que estos pacientes “tengan diarrea”, “no crezcan” debidamente o tenga “mal nutrición” si se trata de un niño, o padezca “déficit de hierro” en el caso de mujeres. todo este tipo de cosas son secundarias a la inflamación del intestino.

 

“Nosotros queremos ver cuáles son los mecanismos que dan lugar a esta inflamación del intestino. En el caso de las bacterias, no decimos que sean la causa, pero las que están específicamente en el intestino de los pacientes celiacos son un factor contribuyente”, asegura el investigador, tras añadir que “de alguna forma” estos microorganismos inducen a generar pequeños fragmentos o proteínas que son más tóxicas o irritantes.

 

Tras hacer públicos los resultados de la investigación, el próximo reto se centra en determinar si esas bacterias que están influyendo de una forma u otra en la patogenia de la enfermedad son una causa (las bacterias son primarias y propician el descontrol de los mecanismos inmunes) o un efecto (el gluten favorece su proliferación). Asimismo, el objetivo es nombrar estas bacterias y conocer cuáles son las propiedades en el intestino de esos fragmentos de gluten que son digeridos por ellas y cómo actúan en modelos in vitro.

 

Estudio de las propiedades de los probióticos
Al comprobar que existen bacterias en el intestino y que de alguna forma intervienen en el organismo, el grupo de investigadores vallisoletanos ha abierto una nueva línea de investigación sobre la función de los probióticos. Según ha precisado Eduardo Arranz, pese a que en la publicidad se afirma que estos microorganismos vivos son beneficiosos para el intestino, no existen documentos científicos que avalen esta teoría. “Empíricamente parece que son buenos, pero realmente no sabemos cómo actúan. Hemos comenzado a trabajar en modelos no humanos, en el cultivo de tejidos, para estudiar, por ejemplo, si se activan determinadas células o expresan determinadas moléculas”, apuntan el experto. Los resultados que se obtengan podrán aplicarse a las investigaciones centradas en la enfermedad celiaca, ya que el fin último es “identificar células o moléculas sobre las que actuar desde un punto de vista terapéutico”, añade.