Medio Ambiente México , Baja California, Viernes, 04 de septiembre de 2009 a las 10:42

La sardina, especie indicadora de cambio climático

Un estudio analiza cómo se comporta esta especie en distintas temperaturas

CICESE/DICYT En los últimos 50 años la temperatura de la Tierra ha aumentado 0’7 grados centígrados. Actualmente la temperatura promedio del planeta es de 17’5 grados pero de continuar con la emisión de gases de invernadero a la atmósfera al ritmo actual, los pronósticos indican un aumento de 0’3 a 0’6 grados en un periodo de seis a nueve décadas, comentó Juan Carlos Herguera, investigador del Departamento de Ecología, del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE).


El calentamiento global también puede abordarse a partir de estudios sobre cultivo de peces y otros organismos marinos. Investigadores del Departamento de Acuicultura del CICESE están desarrollando los proyectos El comportamiento termorregulador de los organismos acuáticos: Una herramienta para predecir el efecto del cambio climático y La fisiología de pelágicos menores: Una herramienta para predecir el efecto del calentamiento a cargo de los doctores Mónica Hernández y Benjamín Barón, respectivamente. En estos proyectos se trabaja con la sardina del Pacífico Sardinops sagax caerulea como una especie indicadora de variabilidad climática.


Los resultados de la investigación se obtienen a través de estudios del comportamiento termorregulador de la sardina, los cuales indican cómo se comportan los organismos en distintas temperaturas. Los estudios de comportamiento termorregulador adquirieron mayor importancia cuando se establecieron las plantas termoeléctricas en la zona costera, ya que investigadores notaron que algunas especies se adaptaron, otras desaparecieron y otras especies nuevas colonizaron.


Las plantas termoeléctricas emplean el agua para enfriar sus reactores; esta agua a temperaturas altas se vierte al mar y conforme se aleja del origen se forman gradientes de temperatura. Con estos estudios se pudo conocer que los organismos tienen una zona de tolerancia y una de resistencia, en la zona de tolerancia se encuentran las temperaturas preferidas, que es en donde los organismos se encuentran con mayor frecuencia.


Para trabajar con el comportamiento termorregulador de los organismos, en el laboratorio de ecofisiología se ha diseñado un sistema que permite conocer la respuesta de los animales cuando se colocan en un gradiente (un estanque de acrílico con 15 divisiones virtuales, cada división con una diferencia gradual de temperatura de caliente a fría), tomando como base la temperatura registrada en su medio natural, una vez que el pez se encuentra en el gradiente se observa su comportamiento por periodos de 2, 3 ó hasta 24 horas.


Durante el proceso de la investigación, se desarrollaron cuatro estudios de temperatura, uno sobre las preferidas y de evitación, es decir, las que el organismo frecuenta menos. Para ello se realizan lecturas en el gradiente cada 10 minutos durante dos horas o cada hora durante un ciclo de 24 horas.


Estudio de temperaturas letales


Por otro lado, se estudiaron las temperaturas letales, que son las que caracterizan la zona de tolerancia de las especies. Para este estudio se utiliza otro tipo de diseño, son acuarios que se introducen en tinas a diversas temperaturas; aquí los animales experimentan un shock térmico, es decir, un grupo de organismos aclimatados a 18 grados se colocan en acuarios con temperaturas de 21 grados, otro a 22, otro a 23 y así sucesivamente, hasta obtener 50 por ciento de sobrevivencia en un periodo de 12 horas.


Las temperaturas críticas se evalúan a través de un diseño experimental, incrementando o disminuyendo la temperatura un grado Celsius por minuto. "En temperaturas constantes trabajamos un intervalo de 15 a 26 grados y con variaciones de temperatura trabajamos con una fluctuación de invierno (13 a 18 grados) y una de verano (18 a 23), con los cambios de temperatura también evaluamos algunos indicadores de estrés por transporte y manejo de los animales, así como por el efecto de las fluctuaciones de temperatura. Es importante mencionar que la sardina es bastante delicada y se estresa con mucha facilidad, por ello decidimos incluir varios indicadores de estrés que se utilizan en fisiología como es la glucosa, el cortisol, dos enzimas; la alanina aminotransferasa (ALT) y la aspartato aminotransferasa (AST).", informó la doctora Mónica Hernández, responsable del proyecto.


El estrés


En las sardinas estresadas se observó el desprendimiento de las escamas y posteriormente la manifestación de puntos rojos llamados petequias. Las escamas son un sistema de protección para los peces, en el caso de la sardina cuando las desprenden y empiezan a salirles las petequias se sabe que el organismo está estresado y va a depender de qué tan invadido esté el cuerpo del animal con esta sintomatología para definir el máximo estrés que experimenta el organismo, generalmente cuando el animal tiene derrame en la boca y se le han caído más de 60 por ciento de sus escamas es imposible recuperarlo.


Así, como conclusiones se ha establecido que la sardina prefiere temperaturas en el intervalo de un 17 a 20 grados, los investigadores corroboraron estos resultados con los porcentajes de sobrevivencia durante la aclimatación a temperaturas constantes y a fluctuaciones térmicas, el porcentaje de sobrevivencia en las fluctuaciones de verano (18 a 23 grados) fue de 60 por ciento y en las fluctuaciones de invierno (13 a 18 ) arriba de 80 por ciento.


Durante el proceso de aclimatación de las sardinas al intervalo térmico de 15 a 27 grados, la mortalidad fue de 1’43 a 75 por ciento, debido a la alta mortalidad que se registró en 27 grados, se trabajó con la temperatura de aclimatación de 26 grados como límite térmico donde la mortalidad fue de 49 por ciento.
La sardina es un organismo que se estresa con los cambios de temperatura. Con base a los porcentajes de sobrevivencia y las respuestas indicadoras de estrés, la glucosa y el cortisol se encuentran en una concentración muy similar cuando el pez permanece en su temperatura óptima de 18 grados, contrastando esta respuesta con los parámetros sanguíneos de las sardinas expuestas a los termociclos en la fluctuación de verano, los valores de glucosa y cortisol incrementan.