Ciencia Colombia , Colombia, Miércoles, 10 de febrero de 2010 a las 17:19

Investigadores describen una nueva especie de dirosáurido que habitó América del Sur

El pequeño 'Cerrejonisuchu improcerus' pertenecía a una familia de reptiles emparentados con los cocodrilos que se extinguió hace 45 millones de años

Eva Aguilar/DICYT Un año después de haber presentado evidencia de la serpiente más grande conocida hasta el momento, el grupo de investigadores que trabaja en el análisis de los fósiles extraídos de la mina colombiana de Cerrejón, acaba de publicar los resultados de su más reciente descubrimiento. Esta vez se trata de la descripción de una nueva especie de dirosáurido, una familia de reptiles marinos poco documentada en América del Sur, y que los investigadores han bautizado como Cerrejonisuchu improcerus o "pequeño cocodrilo de Cerrejón", que además debió servirle como alimento a la gran Titanoboa cerrejonensis

 

De acuerdo con los autores, cuyos resultados fueron publicados el pasado 28 de enero en la versión electrónica de la revista Journal of Vertebrate Paleontology, este pariente de los cocodrilos vivió hace 60 millones de años. Si bien la presencia de especies de dirosáuridos es bien conocida en África, Asia, Europa y América del Norte, hasta el momento únicamente cuatro localidades de América del Sur (Brasil, Argentina y dos en Bolivia) habían desvelado fósiles de estos reptiles ya extintos, y poco se sabe sobre su diversidad en esta área del continente.  

 

Alexander Hastings, de la Universidad de Florida (Estados Unidos) y autor principal del estudio, explicó a DiCYT que lo que diferencia al Cerrejonisuchu improcerus de otros dirosáuridos y le concede el título de nueva especie es que tiene un hocico mucho más corto en relación con el resto de su cabeza, y que incluso en su fase adulta era relativamente pequeño.

 

"Esto es importante desde el punto ecológico porque significa que el animal tenía un papel distinto al del resto de los miembros de su familia dentro del ecosistema. Su tamaño le permitía tener una fuente rica de alimentos (ranas, lagartos y mamíferos pequeños) que no habría sido suficiente para un cocodrilo más grande", dice el investigador.

 

Con sólo dos metros de longitud, la nueva especie es considerada como la más pequeña de la familia de los dirosáuridos, que llegaban a superar los cinco metros. De allí que los investigadores piensen que el Cerrejonisuchu habría sido una presa fácil para un animal como la Titanoboa, que medía 13 metros de largo y pesaba más de 1000 kilogramos. Los investigadores han encontrado fósiles de ambas especies juntos, además de que entre sus parientes modernos está documentado que las anacondas del Amazonas se alimentan de caimanes.

 

Desventaja evolutiva

 

Hace 100 millones de años, los dirosáuridos se separaron de la rama evolutiva que eventualmente generó a las familias modernas de caimanes y cocodrilos. Si bien sobrevivieron a la gran extinción que terminó con los dinosaurios hace 65 millones de años, al final también desaparecieron sin que nadie sepa en realidad las verdaderas razones. Los investigadores sospechan que las causas pueden estar en la competencia por recursos con los eusuquios, que abarcan a los cocodrilos actuales y a sus antepasados directos.

 

"Los dirosáuridos se ganaron la vida a duras penas hasta que terminó el Eoceno, pero al final los eusuquios ganaron", señala Hastings. "Se cree que las significativas diferencias en la columna vertebral tienen que haber tenido un papel relevante en su extinción. Los dirosáuridos tienen una columna vertebral superficialmente cóncava, mientras que los cocodrilos tienen una articulación de rótula entre cada vértebra. Esto los provee de una columna flexible y firme al mismo tiempo, lo que les dio la ventaja que necesitaban".

 

Tras la publicación en febrero de 2009 de la descripción de la Titanoboa cerrejonensis, otro grupo de investigadores que, al igual que ahora, incluía a científicos de la Universidad de Florida y del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales de Panamá, dieron a conocer la primera evidencia fósil de un bosque neotropical, también a partir de fósiles hallados en la mina de carbón de Cerrejón, ubicada en la península de La Guajira, al noreste de Colombia.

 

Además de los especímenes recuperados de Cerrejonisuchu improcerus, los investigadores tienen pendiente el análisis de otros 10 individuos de estos antepasados de los cocodrilos de entre los que, según Hastings, podrían salir otras especies desconocidas hasta ahora.

 

"Los fósiles recuperados en la mina nos están dando un primer vistazo de los bosques tropicales, tal y como los conocemos hoy en día. Cerrejón constituye una de esas raras oportunidades en las que se puede aprender muchísimo acerca de la historia de los trópicos y cómo se formaron los inmensamente diversos ecosistemas de América del Sur", concluyó el investigador.