Investigadores de Atapuerca hallan indicios de que los humanos de hace 500.000 años ya cuidaban a sus mayores
Elena Rodríguez Montes/DICYT Un grupo de paleontólogos del equipo de investigación de Atapuerca ha completado la información que en su día arrojó la pelvis 1, apodada como Elvis, sobre los humanos que poblaron la Sima de los Huesos hace 500.000 años. La investigación de este fósil se ha ampliado gracias a la reconstrucción de una serie de vértebras de la parte lumbar que han permitido el estudio del conjunto completo. Sus conclusiones se han publicado online en la revista científica PNEAS, y según explicó a DiCYT, uno de sus autores, José Miguel Carretero, la pelvis Elvis pertenecía a un individuo de avanzada edad (45 años, un anciano en aquella época) que presentaba patologías en la columna vertebral. “Esto lo hemos interpretado como una enfermedad degenerativa, quizá también producto de algún trauma debido a una actividad física intensa”, indicó Carretero.
Según el artículo, esta patología puede observarse en que los cuerpos de las vértebras lumbares están muy hundidos, acuñados, y esto altera las curvaturas de la columna y obliga al individuo a caminar encorvado. Por lo que sabemos hoy día de la clínica de este tipo de deformaciones, vendrían acompañadas de fuertes dolores e impedirían a este individuo andar de manera normal y ayudarse para ello de un báculo. La publicación añade que la forma característica de sus vértebras y su pelvis demuestra que sus cuerpos estaban diseñados, como los nuestros, para minimizar el gasto de energía necesario para mantenerse perfectamente erguidos.
Con estos datos en la mano, los paleontólogos han deducido que este humano no podría valerse por sí mismo y para sobrevivir hasta esa edad necesitó la ayuda de otros individuos del grupo. A medida que avanzan en el conocimiento de estos humanos, descubren que cada vez son “más organizados, más complejos y se parecen más a nosotros de lo que pensamos”, apunta José Miguel Carretero al recordar otro hallazgo de la Sima de los Huesos. Se trata del cráneo de una niña que presentaba una patología que había deformado su cabeza: un individuo infantil que había sobrevivido probablemente gracias a la ayuda de sus congéneres. Pues bien, ahora han descubierto que también en el otro extremo de edad, los ancianos “que ya han pasado su vida reproductiva y por tanto podríamos pensar que no tienen un papel en el grupo” y que podrían desaparecer, sabemos que no es así, que sobreviven gracias a la ayuda de sus congéneres.
Por otra parte, los investigadores han realizado un estudio comparativo con otras pelvis humanas halladas en otros yacimientos del mundo y extraer algunas conclusiones sobre la forma de los humanos antiguos, a pesar de que no son muchos los fósiles que se conservan de esta parte del cuerpo. Según explicó José Miguel Carretero, este modelo que presentan los humanos de Atapuerca, este biotipo robusto, está presente en todos los humanos antiguos, desde los primeros de cuerpo grande como el Homo Ergaster, de África, y que se mantuvo durante dos millones de años hasta el Homo Sapiens. “Éste sería el único que habría cambiado este modelo, que lo revolucionó: hemos establecido un modelo de evolución del cuerpo en el que nosotros somos los raros”, concluyó el investigador.
El parto en los primeros humanos
¿Parían los humanos que habitaron la Sima de los Huesos de una manera similar a la nuestra? La discusión y el debate están servidos en este aspecto porque la mayoría de las pelvis que se conservan no están completas. Pero según las averiguaciones del equipo investigador de Atapuerca, las pelvis de estos humanos eran más grandes y por tanto, ese “espacio extra” permitiría que el parto fuera ligeramente, “sólo ligeramente” insiste Carretero, más fácil que en nuestra especie. Sin embargo, falta un dato importante para certificar esta conclusión: el tamaño de la cabeza de sus recién nacidos. “Ésta es otra discusión en la que estamos intentando profundizar porque en la Sima hay muchos restos de individuos de corta edad y esperamos que con su estudio podamos establecer cómo era su crecimiento y al menos hipotetizar razonablemente cómo eran sus recién nacidos”, apuntó el paleontólogo.
La larga vida de un fósil
La pelvis fue hallada en los yacimientos de Atapuerca en 1994 y se trata de una de las pelvis más completas que se conservan. Un primer estudio de su morfología permitió deducir que pertenecía a uno de los individuos más grandes que habitó la Sima de los Huesos: un hombre con un tronco mucho más ancho que el nuestro y una musculatura más robusta, en definitiva, que presentaba “un biotipo diferente al nuestro a pesar de ser también humano”, indicó Carretero.
Ahora la pelvis se ha completado con una serie de vértebras halladas durante cinco intensas campañas de excavación en la Sima de los Huesos y que vienen a completar el estudio previo publicado en 1999. Estas vértebras se han conseguido reconstruir tras un proceso largo y lento, ya que se trata de los huesos más frágiles del esqueleto humano y se suelen romper en múltiples fragmentos. De esta forma, se han asociado a la pelvis y han permitido a los paleontólogos estudiar el conjunto completo y avanzar en la investigación.