Ciencia España , Burgos, Viernes, 29 de julio de 2011 a las 17:54

Capacidad para hablar y oír hace 500.000 años

Estudios sobre lateralidad, huesos de laringe y oído muestran que ‘Homo heidelbergensis’ era más complejo de lo esperado

Antonio Martín/DICYT Un reciente estudio sobre lateralidad (la preferencia a utilizar un lado del cuerpo respecto al otro), apoyado en otros trabajos en torno a huesos de la laringe y el oído, ha permitido a investigadores del Iphes (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social) observar la capacidad del Homo heidelbergensis, un homínido antepasado de los neandertales, de hablar y oír. Los científicos han empleado para este trabajo restos encontrados en la Sima de los Huesos de Atapuerca (Burgos).


Hasta hace poco, se pensaba que el cerebro estuviera lateralizado era propio de los seres humanos actuales (Homo sapiens). “Se consideraba que esta especie era la única que tenía una serie de capacidades vinculadas a la lateralidad en el cerebro”, relata Marina Lozano, investigadora del Iphes. Sin embargo, un reciente trabajo de este centro de investigación, publicado en Laterality, avala que esta compartimentación cerebral ya estaba presente en homínidos de Atapuerca, 500.000 años antes de la actualidad. Uno de cada nueve de los Homo heidelbergensis que pasaron por estas cuevas y de los que tenemos conocimiento utilizaba la mano derecha para realizar ciertas actividades. Este porcentaje es similar al que se ha observado en los neandertales, sus descendientes y es también idéntico a lo que ocurre entre nosotros.


“Hasta ahora se había comprobado la lateralidad por procedimientos indirectos, a través de las improntas del cerebro en los cráneos o en observación de la industria lítica”, relata Marina Lozano. Sin embargo, para comprobar la lateralidad en estos homínidos, el instituto catalán se centró en pruebas directas: estrías encontradas en sus dientes. Los propios homínidos se marcaban involuntariamente su dentadura con herramientas líticas al alimentarse, sujetando la herramienta con una mano y la carne con otra. Estos cortes tenían una inclinación u otra, dependiendo de la mano que se empleara para agarrar la herramienta lítica.


Para comprobar si las estrías eran atribuibles al uso de una determinada parte del cuerpo frente a la otra, los científicos experimentaron con individuos diestros y zurdos. Estos sujetos se debían producir estrías en moldes sobre su dentadura utilizando herramientas, de la manera que hacían los homínidos. Así, se pudo determinar que existían dos posibles direcciones en las marcas dentales, según si se empleara la mano derecha o la izquierda para realizar estas actividades.


La lateralización implica algo más que el uso de una mano sobre otra. La causa (o causas) de la lateralidad no se comprenden del todo, pero se piensa que el hemisferio cerebral izquierdo controla el lado contrario del cuerpo. Y resulta que en el hemisferio izquierdo reside uno de los mecanismos más importantes para nuestro comportamiento social. “Hay funciones, como el lenguaje, que son dependientes de la lateralización”, añade Lozano. A partir de este estudio, los científicos infieren que el Homo heidelbergensis tenía ya la capacidad para articular un lenguaje. Esta conducta es más avanzada de lo pensado hasta ahora.


Apoyando esta inferencia existen estudios anatómicos de restos encontrados en Atapuerca. Del yacimiento se han extraído huesos hioides, situados en la laringe, hasta ahora solo observados en neandertales con anterioridad. El hueso hioides permite la articulación verbal. El puzle anatómico se completa con estudios sobre el oído de los homínidos, ya que se han determinado características de su tímpano. “Podían escuchar frecuencias que modula la voz humana actual”. Por lo tanto, estos ancestros del neandertal podían hablar y oír, y, se presume, de interpretar estos sonidos, aunque no con las modulaciones de la voz del ser humano actual.


Todas estas pruebas permiten proseguir en la interpretación de las sociedades de Homo heidelbergensis y de neandertales. “Podemos observar mayor complejidad en su organización”, resalta Lozano. Una de las evidencias aportadas por Atapuerca, por ejemplo, destaca que los homínidos tenían control sobre el espacio sobre el que actuaban. “Las cuevas funcionaban como campamentos base”, eran lugares de retorno más o menos estables después de exploraciones en búsqueda de alimento.


Otros resultados


En el caso de los neandertales, uno de los firmantes del estudio, David Frayer, del Departamento de Antropología de la Universidad de Kansas (Estados Unidos) ha estudiado la lateralidad en restos hallados en el yacimiento de Krapina (Croacia). Sus trabajos ofrecieron resultados similares a los de Atapuerca.


Este cuerpo de investigaciones ha permitido comprobar que el comportamiento lateral tiene al menos medio millón de años de antigüedad en la rama evolutiva del Homo heidelbergensis y del neandertal. También está presente, como se sabe, en el Homo sapiens. En esta especie, la lateralidad parece asociada a un mayor desarrollo de las sociedades en la que hay un mayor porcentaje de este tipo de individuos. “Hay muchos menos sujetos en aborígenes y esquimales, sociedeses menos avanzadas tecnológicamente”, recalca la científica. En el ser humano actual se han observado rasgos de lateralidad en el Mesolítico y en el Neolítico.

 

Los investigadores quieren ahora encontrar el comportamiento lateral en los restos de Atapuerca de Homo antecessor, antepasado de Homo heidelbergensis que vivió otro medio millón de años antes, para dibujar mejor esta línea evolutiva.