Las fiestas navideñas de un barco científico en medio del Atlántico
José Pichel Andrés/DICYT La investigación científica no distingue horarios ni fechas, no conoce convenciones sociales ni tradiciones. Si el buque Joides Resolution no estuviese ahora mismo buscando las claves de los cambios climáticos del pasado en aguas del Atlántico, junto a la península Ibérica, se hallaría en cualquier otra parte del mundo, porque no se puede desaprovechar el potencial de la embarcación científica más importante del mundo. Dos investigadores de la Universidad de Salamanca, José Abel Flores y Francisco Javier Sierro, pasarán en él la Navidad y el fin de año, ajenos a las celebraciones familiares propias de los próximos días.
"Una de las primeras cosas que se pierde en un barco es la noción del tiempo", comentaba Francisco Javier Sierro hace poco en el blog 'A bordo del Joides' de la Agencia DiCYT (http://www.dicyt.com/blogs/joides/), donde los investigadores españoles vienen relatando los aspectos científicos y las vivencias personales de la expedición. Sin embargo, no se pueden olvidar de que ha llegado la Navidad y de que no la podrán pasar con sus familias.
Estos días tan especiales rompen levemente la rutina de estos científicos que buscan respuestas en los sedimentos rescatados del fondo del mar en el Golfo de Cádiz. De todas formas, el trabajo sigue siendo duro porque la actividad no puede interrumpirse. Al tratarse de un barco estadounidense, ni siquiera habrá una celebración por Nochebuena, ya que en Estados Unidos esta fecha no tiene el mismo significado que en España. El día 25 sí será especial. "Un grupo de compañeros, junto con algunos miembros de la tripulación del barco, llevan unos días ensayando y tendremos un concierto de Navidad y, supongo, una comida especial", indica Sierro.
Sin alcohol
Lo que sin duda no harán será descorchar una botella de cava, porque en el Joides no se permite el consumo de alcohol, de manera que en las fiestas hay "refrescos norteamericanos y zumo de frutas ('a partir de concentrado'), patatas fritas y cacahuetes", como explicaba hace pocos días José Abel Flores al hablar de que el 17 de diciembre celebraron haber llegado a la mitad de la expedición.
Por el contrario, no les faltará regalos. Eso sí, es posible que estos científicos sean un poco escépticos respecto a la posibilidad de que Papá Noel o los Reyes Magos aborden el Joides, por eso, se han organizado para resolver por sí mismos esta cuestión. "En Ponta Delgada, antes de embarcar, nos pidieron que compráramos un pequeño regalo para repartir el día de Navidad", indica Sierro.
Enviando datos a Texas
En total, la celebración navideña apenas durará un par de horas al mediodía y estará "salpicada de subidas al laboratorio, porque en la torre seguirán perforando y alguien tendrá que encargarse de que la cadena de procesado de información no se detenga", asegura el científico de la Universidad de Salamanca, que, como todos los demás, realiza turnos de trabajo que alternan 12 horas de trabajo ininterrumpido con 12 horas de descanso. De hecho, todos esos datos que los científicos van analizando se envían de forma inmediata a Texas (Estados Unidos) vía satélite.
La campaña, que comenzó el pasado 17 de noviembre en las Islas Azores (Portugal) y finalizará el 17 de enero de 2012, forma parte del IODP (Integrated Ocean Drilling Program o Programa Integrado de Perforación Oceánica), el proyecto de investigación geológica más ambicioso a nivel internacional. En concreto, se trata de la Expedición Científica 339 de esta iniciativa y su objetivo es conocer mejor los cambios climáticos que han tenido lugar hace miles de años. En concreto, las perforaciones en esta zona permiten obtener sedimentos marinos que darán información sobre la apertura del Estrecho de Gibraltar, hace unos seis millones de años, o sobre la influencia en el clima mundial de las corrientes marinas procedentes del Ártico y de la Antártida, que llegan hasta estas latitudes.
A pesar de que las nuevas tecnologías les permiten enviar los datos científicos a miles de kilómetros de distancia o ir escribiendo el blog de DiCYT, internet no es suficiente para sustituir la compañía de los seres queridos en fechas tan señaladas. "A medida que se acerca la Nochebuena vamos percibiendo más lejana la presencia de nuestras familias", reconoce Sierro.
Extraordinaria participación española
Otros científicos españoles acompañan a Francisco Javier Sierro y José Abel Flores en el Joides, entre ellos, el jefe de la campaña, Javier Hernández Molina, de la Universidad de Vigo. También viajan Francisco Jiménez Espejo, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (centro del CSIC y la Universidad de Granada) y Estefanía Llave Barranco, del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), para completar una participación nacional absolutamente extraordinaria, ya que lo habitual es que cada en cada expedición del IODP viaje un solo investigador español.
Quizá entre todos logren recordar, aunque ellos no puedan celebrarlo como si estuvieran en tierra, que el día 31 en España se comen 12 uvas para cambiar de año y que el 6 de enero los Reyes reparten regalos. Incluso es posible que el 28 de diciembre se atrevan a gastar bromas por el Día de los Inocentes. Aunque lo más probable es que, salvo en los días más señalados, el trabajo diario les vuelva a hacer perder la noción del tiempo. Como mucho, "entre muestra y muestra que analizar al microscopio, al margen de la Ciencia, nos queda algún minuto para contemplar alguno de estos amaneceres únicos del océano", dice José Abel Flores.
Con esta estancia de dos meses en medio del Atlántico, su aportación a la Ciencia será como una gota de agua en medio de ese océano, pero una gota igual de importante que todas las demás. De allí saldrán artículos científicos que nos ayudarán a comprender mejor cómo han sido los cambios climáticos que han tenido lugar en la Tierra y, tal vez, datos que permitirán descifrar las claves de los cambios climáticos que están por llegar. Sin embargo, para ellos esto nunca podrá desligarse de una experiencia personal única, tan dura como apasionante. Un sacrificio poco reconocido pero seguramente muy gratificante porque su fin último es aumentar nuestro conocimiento.