Investigan la influencia de los factores ambientales a la hora de realizar test diagnósticos de la superficie ocular
CGP/DICYT La superficie ocular se ve afectada por las condiciones ambientales a las que se encuentra expuesta. La comunidad científica tiene evidencias de que factores como la humedad o la presión influyen en el estado del ojo, parámetros que tienen especial incidencia en patologías como el Síndrome de Ojo Seco. Desde hace varios años, el Grupo de Superficie Ocular (GSO) del Instituto de Oftalmobiología Aplicada (IOBA) de Valladolid investiga ésta y otras patologías, y a partir de uno de estos trabajos, en concreto de la tesis doctoral de la investigadora María Jesús González, surgió la instalación y puesta a punto de una Cámara de Ambiente Controlado en el Instituto. La infraestructura, puesta en marcha a finales de 2009, permite calibrar características ambientales como el grado de humedad, la presión o la temperatura, y con ello realizar distintas investigaciones e incluso ensayos con nuevos fármacos y soluciones oftalmológicas.
Uno de los primeros trabajos que ha salido de esta Cámara de Ambiente Controlado es la tesis doctoral de la investigadora del Grupo de Superficie Ocular Marisa Tesón, centrada en la influencia de los factores ambientales en los test diagnósticos de superficie ocular.
Como explica a DiCYT la investigadora, que ha impartido hoy uno de los Seminarios del IOBA, los factores ambientales “influyen en cómo está la superficie ocular pero no se pueden controlar, por ejemplo, a la hora de de realizar ensayos clínicos”. Así, cuando se llevan a cabo ensayos multicéntricos, donde se seleccionan pacientes de diferentes lugares, “las condiciones ambientales a las que se ven sometidos y el tiempo de estudio de unos y otros es diferente”. De este modo, “si se hace una prueba para evaluar el volumen lagrimal del ojo probablemente no de los mismos resultados si se realiza en un lugar o en otro”.
Con la Cámara de Ambiente Controlado se puede, por un lado, “homogeneizar a los pacientes que entran a formar parte de un estudio independientemente del lugar donde procedan” y, por otro, “crear condiciones adversas y para ver cómo se comporta el ojo ante ellas”.
En el marco de esta tesis doctoral se han desarrollado diferentes estudios. En el primero participaron 20 sujetos control, 15 pacientes de Ojo Seco en un grado leve-moderado y otros 15 pacientes de Ojo Seco severo. El estudio consistió en meter a los sujetos en la cámara tres días diferentes durante dos horas, “realizando una tarea visual de cerca como jugar a las cartas o leer”, y efectuar una batería de pruebas antes, para comprobar los niveles basales, y después, para determinar la situación de la superficie ocular tras dos horas en la cámara en las condiciones seleccionadas. La investigadora apunta que se programaron tres tipos de condiciones: una estándar con los parámetros ambientales habituales de la ciudad de Valladolid, otra en la que se disminuía la humedad y una última en la que se bajaba la presión, “simulando un poco las condiciones que se dan en una cabina de avión durante un vuelo”. Para no condicionar el estudio, ni los sujetos ni la investigadora sabían qué condiciones ambientales se iban a reproducir.
En el segundo de los estudios se sometió a los sujetos a las mismas condiciones ambientales, aunque se modificó la tarea por el visionado de una película en una pantalla de televisión, y se creó una zona de flujo de aire a un metro de distancia. Asimismo, se eliminó de la muestra a los pacientes de Ojo Seco severo, al detectar que no eran buenos candidatos para el estudio debido precisamente al grado severo de la patología, y se seleccionó una muestra final de 20 sujetos control y 20 pacientes de Ojo Seco leve-moderado. En este caso, añade la investigadora, “queríamos saber cuáles son las condiciones que más afectan a la superficie ocular también a nivel químico, recogiendo lágrima para hacer análisis de citoquinas, quimioquinas y factores de crecimiento”.
La investigadora ha desarrollado un tercer estudio durante una estancia en Portugal, para realizar una comparativa. En este caso, se trató de evaluar cómo acudían los sujetos seleccionados en función de las condiciones ambientales predominantes allí. “Al no disponer de la Cámara se hizo un pre-test como si hubiesen venido los tres días. Ya está demostrado que las condiciones ambientales influyen en la superficie ocular y por ejemplo Braga tiene unas condiciones de humedad mucho más elevadas que Valladolid. La temperatura a lo largo del estudio se mantuvo constante y en ese sentido no vimos cambios, pero sí vimos en cuando humedad y a presión”, detalla.
En cuanto a los estudios con la Cámara de Ambiente Controlado, Marisa Tesón agrega que sin el apoyo de los laboratorios del IOBA no tendrían sentido. “Por mucho que puedas evaluar con la Cámara tienes que tener un sistema para medir, una estructura creada en torno a ella para poder realizar todo tipo de análisis”, recuerda la investigadora, que prevé defender la tesis doctoral en marzo del año que viene.