Un recubrimiento biodegradable agiliza y amplía la compatibilidad de los implantes dentales
UJI/DICYT Personas mayores o con osteoporosis, fumadores, diabéticos o personas que han padecido un cáncer no pueden optar en ocasiones a realizarse implantes dentales ante la falta de capacidad de sus huesos de integrar de forma adecuada las nuevas prótesis que sustituyen a la raíz. El recubrimiento de estos implantes con un novedoso material biodegradable desarrollado por investigadores de la Universitat Jaume I de Castellón, la Universidad del País Vasco y la empresa Ilerimplant permitirá realizar implantes en personas con déficit óseo, además de aumentar la tasa de éxito general de los implantes gracias a una mayor biocompatibilidad de los mismos y reducir el tiempo de osteointegración, es decir, de integración en el hueso.
Si hasta el momento la radícula de titanio que sustituye a la raíz del diente tardaba en anclarse al hueso maxilar un mínimo de dos meses, el prototipo desarrollado permitirá reducir estos tiempos, de forma que se pueda colocar antes al paciente la corona cerámica, que sustituye a la parte visible del diente, y de esta forma recuperar antes su vida normal. Julio José Suay, coordinador del grupo de investigación de Polímeros y Materiales Avanzados de la UJI, explica que “se trata de cubrir el implante con un recubrimiento biodegradable que, al ponerse en contacto con el hueso, se deshace y en esta degradación consigue liberar compuestos de silício y otras moléculas bioactivas que inducen la generación del hueso”.
Se trata de una línea de investigación totalmente innovadora respecto a los sistemas utilizados hasta la fecha, consistentes en incrementar la rugosidad de los implantes dentales para facilitar su integración en el hueso. En este sentido, Suay destaca que Soldent es un proyecto colaborativo entre universidad y empresa desarrollado en el marco de la convocatoria “Innpacto” del Ministerio de Economía y Competitividad. “Lo que se busca es conseguir un nivel de innovación elevado favoreciendo que centros de investigación y empresas trabajemos codo con codo. A partir de las necesidades que las empresas detectan, en este caso por parte de los pacientes, se redireccionan las investigaciones y así se consiguen innovaciones disruptivas, que no están en los mercados y que abren nuevas posibilidades de negocio”, indica.
En el caso del proyecto Soldent, investigadores de la Jaume I y de la Universidad del País Vasco están trabajando conjuntamente con la empresa Ilerimplant S.L. en el desarrollo de este prototipo competitivo. Tras realizar las pruebas in vitro, con cultivos celulares, de los diferentes biomateriales elaborados, se procedió a la evaluación en vivo con animales, hasta conseguir el prototipo que presentaba mejores resultados. En una nueva fase, Suay explica que se procederá a realizar la evaluación clínica, de forma que se obtendrá el producto sanitario comercializable en el plazo de dos o tres años.
La investigación busca favorecer la tasa de éxito en los implantes dentales, especialmente en aquellas personas que puedan tener deficiencias en su maxilar. En este sentido, cabe señalar que la no reposición de un diente perdido implica una serie de problemas biomecánicos, como el cambio de la línea de mordida, el desordenamiento de los dientes y la creación de huecos entre ellos, que finalmente puede conducir a enfermedades periodontales como gingivitis y periodontitis que deterioran los mecanismos de sujeción de los dientes y ocasionan la nueva pérdida de más dientes. En esto reside la importancia de reponer las piezas dentales, además de la recuperación total de las funciones masticatorias y de la normalidad en las relaciones sociales.
Las prótesis dentales que sustituyen los dientes naturales están compuestas por una prótesis radicular de titanio, que sustituye a la raíz del diente y que debe anclarse al hueso maxilar, y la corona cerámica, que sustituye a la parte visible del diente. La prótesis radicular debe anclarse al hueso lo suficiente antes de poder aplicar carga mecánica sobre ella, lo que implica que hasta la fecha en un periodo mínimo de ocho semanas no se puede incorporar la corona. El recubrimiento obtenido por los investigadores vía sol-gel permite acelerar el periodo de anclaje, de forma que la corona puede colocarse antes, evitando además el riesgo de infecciones durante este tiempo.