Alimentación España , Salamanca, Viernes, 08 de abril de 2005 a las 17:26

Investigadores salmantinos desarrollan un método para detectar un hongo que ataca a los principales cultivos de la región

Su trabajo sobre cómo actúa el fusarium oxysporum les ha valido el apoyo de la Fundación Samuel Solórzano

Ana Victoria Pérez/DICYT Investigadores del Centro Hispano Luso de Investigaciones Agrarias de la Universidad de Salamanca están desarrollando un método de detección molecular que les permita reconocer la presencia del hongo fusarium oxysporum en sus distintas formas. Este patógeno modifica levemente su material genético en función del cultivo al que ataca por lo que, según ha explicado a DICYT el profesor José María Díaz, responsable de la investigación, "nuestro principal objetivo es catalogar e identificar las diferentes variaciones que presenta el fusarium para diagnosticar la presencia del patógeno en plantas todavía asintomáticas, permitiendo un tratamiento y un control efectivo de la enfermedad".

El fusarium oxysporum ataca a cultivos tan asentados en Castilla y León como los cereales o las legumbres. De hecho, el grupo de investigación del profesor Díaz ha centrado parte importante de su trabajo en mejorar el protocolo de diagnóstico para las judías del Barco de Ávila, y uno de los factores que han despertado el interés de la Fundación Samuel Solórzano que ha apoyado durante 2005 el proyecto con una de sus becas de investigación. 

El hongo en cuestión es un patógeno vascular, lo que significa que infecta a las plantas a través de las raíces, utilizando posteriormente su sistema vascular por el que se realiza el reparto de la sabia para diseminarse. "El control de enfermedades causadas por hongos radicados en el suelo es de difícil puesta en práctica. Los métodos más efectivos disponibles en la actualidad pasan por la eliminación del patógeno del suelo mediante tratamientos químicos o físicos. Los primeros son drásticos, generalmente peligrosos para los operarios y potencialmente muy contaminantes. Ante la dificultad de su erradicación, la mejor alternativa para reducir el impacto sanitario de los hongos patógenos del suelo es el control integrado y su detección precoz", afirma el profesor Díaz.

La evidencia del ADN

El análisis del ADN se ha convertido en la mejor herramienta con la que cuenta este grupo de investigación para estudiar las diferentes variedades del fusarium y su relación con los distintos tipos de plantas a las que parasita. Además, el análisis del ADN será también una herramienta necesaria para diagnosticar la infección de la planta de una manera rápida y eficaz. La técnica utilizada se conoce con las siglas PCR (reacción en cadena de la polimerasa) y se aplica a las muestras de raíces y tallo recogidas de las plantas infectadas.

Según explica José María Díaz, "al infectar la planta, el hongo deja rastros de su propio ADN en el del vegetal infectado. Esto nos permite conocer una parte de secuencia de nucleótidos que integran la doble cadena en el hongo, y partiendo de este material diseñar artificialmente oligonucleótidos complementarios. Los oligonucleótidos son unos pequeños fragmentos de ADN compuestos por entre 15 y 20 bases (nucleótidos), que forman una sola cadena. En este caso, dicha cadena complementará a las secuencias del ADN del hongo que conocemos en cada uno de sus dos extremos".

A partir de ese momento comienza un proceso de desnaturalización del ADN por el que se rompe la doble cadena dividiéndose por la mitad, al que le sigue el de hibridación de los oligonucleótidos con cada una de las partes a las que complementan y, por último, el proceso de elongación de la cadena gracias a la incorporación al proceso de una proteína polimerasa que actúa como cebador (activador del proceso físico-químico).

La reacción se repite hasta una treintena de veces, con lo que las muestras se multiplican de manera exponencial. "Esto permite obtener múltiples muestras de una región de ADN que desconocíamos, y que al multiplicarse podemos analizar identificando qué genes determinan la patogenidad de esa variedad de hongo a la que pertenece la muestra", comenta José María Díaz. Se trata de un proceso que tarda sólo cinco horas frente a los métodos tradicionales de diagnóstico, que requerían hasta 59 días.