Ciencias Sociales España , Burgos, Jueves, 06 de junio de 2013 a las 17:26

Estudian la macrofauna de El Portalón para profundizar en el modo de vida de sus habitantes

La investigación forma parte de la tesis doctoral de María Ángeles Galindo Pellicena y se centra en el Neolítico y la Edad de los Metales

CGP/DICYT El yacimiento de El Portalón es la entrada al gran sistema kárstico Cueva Mayor-Cueva del Silo de la Sierra de Atapuerca. Se trata de un yacimiento holoceno excepcional, debido a la secuencia estratigráfica continua y completa que integra, desde el Paleolítico Superior, pasando por el Mesolítico, Neolítico, Calcolítico, Bronce, Hierro I, Edad Romana y Medieval. Con el fin último de profundizar en el modo de vida de sus habitantes, María Ángeles Galindo Pellicena, del Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos y miembro del Equipo Investigador de Atapuerca, estudia la macrofauna del Neolítico y la Edad de los Metales recuperada en este yacimiento tanto de las campañas de los años 70 a los 80 dirigidas por José María Apellániz, como de las excavaciones actuales bajo la dirección de José Luis Arsuaga y José Miguel Carretero.

 

Esta investigación centra su tesis doctoral, cuyo fin último es “averiguar el modo de vida de sus habitantes a partir del modo de explotación de los animales que domesticaban (ovejas, cabras, vacas, cerdos, caballos, perros, etc)”, detalla Galindo Pellicena en el último número del Periódico de Atapuerca.

 

Hasta el momento, han aplicado criterios paleontológicos para crear los perfiles de mortalidad y determinar el sexo de los animales, perfiles que indican “para qué eran más útiles, para la obtención de carne, lana y leche o como animales de tracción o carga”. Asimismo, han empleado la biometría para identificar si cada resto pertenece a un animal salvaje o doméstico, ya que “en muchas ocasiones es difícil con los criterios morfológicos”. Por otro lado, agrega en palabras recogidas por DiCYT, “a partir de aspectos tafonómicos como las marcas de carnicería, el proceso de cocción y la fracturación sobre hueso fresco o seco averiguamos la manera de procesar los alimentos”.

 

La investigadora explica que el Neolítico es una época de cambios que da comienzo a la agricultura y la ganadería, en la que los animales ya no son sacrificados sólo para el consumo de su carne como sucedía con los cazadores del Paleolítico, si no que se encuentra en ellos otros recursos de los que abastecerse. “Con el estudio del aprovechamiento animal queremos aportar más datos al inicio del consumo de los productos secundarios (lana y leche) que Sherratt –un importante arqueólogo inglés- sitúa en el Calcolítico”, apunta.

 

En este sentido, el de El Portalón es un yacimiento “muy interesante”, de cara “no sólo al tránsito de cazador a recolector y al inicio de la domesticación (niveles paleolíticos y neolíticos), sino también al inicio de la explotación animal enfocada al consumo de leche y lana y al uso de los animales como tracción o carga (niveles neolíticos, calcolíticos)”. Con su estudio, continúa la investigadora, “podemos observar la evolución cronológica de la explotación de cada una de las especies que contiene y ver las diferencias que encontramos en comparación con otros yacimientos de la zona y de la península”.


Aprovechamiento intenso de los animales

 

Durante la Edad del Bronce, todos los restos de fauna de El Portalón recuperados hasta el momento indican “un aprovechamiento intenso de los animales, hasta consumir la médula en algunos casos, y por tanto el yacimiento ha revelado su utilidad como basurero”. Sin embargo, añade, “encontramos otra función a los animales en el Calcolítico de El Portalón, en el que el animal aparece en conexión anatómica junto a un enterramiento. En este caso parece tratarse de una ofrenda a los muertos”.

 

María Ángeles Galindo Pellicena asegura que todavía falta mucho trabajo por realizar para conocer lo que ocurrió exactamente en El Portalón, trabajo que gracias a la ayuda a la investigación que la Fundación Atapuerca le ha concedido para este año 2013 y a Juan Luis Arsuaga, quien dirige su tesis, podrá seguir avanzando y dando sus frutos.