Profundizan en el conocimiento de los suelos calizos del páramo castellano leonés
Cristina G. Pedraz/DICYT Los páramos calizos de Castilla y León se extienden a lo largo de unos 8.000 kilómetros cuadrados por las provincias de Palencia, Valladolid, Burgos y Segovia. Profundizar en el conocimiento de estos suelos como fuentes y sumideros de carbono ha sido el objetivo de la tesis doctoral de Mireia Llorente, investigadora de la Escuela de Ingenierías Agrarias de Palencia. En concreto, el trabajo se ha centrado en la materia orgánica del suelo que representa, dentro de los ecosistemas terrestres, el reservorio con mayor importancia en la regulación del carbono atmosférico.
Como explica a DiCYT Belén Turrión, profesora de la Escuela de Ingenierías Agrarias de Palencia e investigadora del Instituto Universitario de Investigación en Gestión Forestal Sostenible (IUGFS), quien ha dirigido la tesis, “lo más importante es que se ha analizado cómo afectan los cambios de uso en estos suelos calizos a la dinámica de la materia orgánica”.
Los usos del suelo de los páramos calizos estudiados han sufrido una serie de cambios históricos que permiten observar el efecto de los mismos a lo largo del tiempo en la cantidad y calidad de la materia orgánica. “El suelo es uno de los grandes ecosistemas desconocidos. Da la impresión de que es invulnerable, que no va a cambiar o que no va a verse afectado por los cambios que el hombre pueda realizar o por las condiciones ambientales, y sin embargo existe una relación directa entre las características de los suelos, el cambio climático y la biodiversidad. El suelo es el compartimento terrestre que más cantidad de carbono puede secuestrar y fijar”, apunta Turrión.
Durante la tesis se han analizado terrenos del páramo que han sufrido un cambio de uso “claramente manifiesto”, como suelos que han pasado de un uso forestal a un uso agrícola, de alojar masas de encinares a masas de pinares de repoblación, y también terrenos degradados cuyo uso se ha abandonado y cuentan con una vegetación de matorral, sin un carácter forestal marcado.
A partir del fraccionamiento por densidad de la materia orgánica del suelo se han identificado los distintos mecanismos de estabilización física y química, se ha realizado un estudio isotópico, se ha analizado el carbono negro contenido en el suelo (uno de los elementos que contribuye en mayor medida al calentamiento global) y se han cuantificado y modelado algunos parámetros microbiológicos del suelo.
“Estos suelos, a parte de carbono en forma de materia orgánica, tienen un alto contenido en carbonatos por la naturaleza caliza de ese material y también un alto contenido en calcio. Lo que hemos observado es que estos suelos calizos tienen una cantidad de materia orgánica mucho más alta de lo que cabría esperar para el tipo de vegetación que tienen. En este sentido, el papel que juega el carbonato y el calcio en la estabilización de la materia orgánica de estos suelos es muy importante”, detalla la investigadora.
Cambio climático
La tesis doctoral de Mireia Llorente no solo realiza una contribución a las Ciencias del Suelo, profundizando en la dinámica de los suelos calizos del páramo castellano leonés como fuentes y sumideros de carbono, sino que es importante para comprender los posibles efectos del cambio climático en estos ecosistemas.
“La materia orgánica del suelo tiene un doble papel. Por un lado necesitamos que se descomponga en el suelo, porque en ese mineralización de la materia orgánica se liberan nutrientes que las plantas y organismos vivos necesitan; y por otro lado tampoco interesa que la materia orgánica del suelo se transforme en CO2 de forma rápida y en grandes cantidades, porque ese CO2 pasaría a la atmósfera y aumentaría la concentración de gases de efecto invernadero”, explica Turrión.
El trabajo fue reconocido como la mejor tesis doctoral en edafología en la última edición de los premios de la Sociedad Española de Ciencias del Suelo. Asimismo, a lo largo del desarrollo de la tesis se han publicado cuatro artículos científicos en revistas internacionales de impacto. La realización del trabajo ha sido posible gracias a una beca y a un proyecto de investigación financiado por la Junta de Castilla y León.