Buscan producir bioplástico a partir de una bacteria
USM/DICYT Los plásticos derivados del petróleo son en la actualidad un verdadero dolor de cabeza para las autoridades de todo el mundo. Los medios de comunicación suelen mostrar imágenes de océanos contaminados, donde este material es precisamente el predominante, siendo agravada la situación por su lenta degradación, que puede prolongarse por millones de años.
Es por eso que hace un buen tiempo la comunidad científica busca alternativas a la hora de sustituir un componente que se puede encontrar desde los utensilios de la cocina hasta los materiales de construcción. Y en el Laboratorio de Microbiología Molecular y Biotecnología Ambiental de la Universidad Santa María, dos estudiantes desarrollan una iniciativa que en su fase preliminar ya entrega buenos resultados, bajo la tutela del Dr. Michael Seeger, académico del Departamento de Química y director del mencionado laboratorio y del Centro de Nanotecnología y Biología de Sistemas en la Casa de Estudios.
Pamela Villegas está preparando su tesis para titularse de la carrera de Ingeniería Civil Ambiental en este Plantel, mientras que Viviana Urtuvia, Ingeniera en alimentos de la U. de Antofagasta, actualmente cursa el Doctorado en Biotecnología de la USM. Ambas coincidieron por su interés en los llamados bioplásticos, y por estos días el proyecto en el que trabajan quedó en el primer lugar del ranking de proyectos de Investigación y Desarrollo de la USM, mientras postulan paralelamente a otros fondos.
A partir de una bacteria
Según afirma Viviana Urtuvia, el objetivo de la investigación es “la búsqueda de un biopolímero que sea 100% biodegradable producido por bacterias y que sea factible de ser desarrollado a escala piloto, en el caso de mi tesis de doctorado. Se debe determinar si la bacteria está formando gránulos en su interior cuando crece con un exceso de fuente de carbono y con un nutriente delimitado, para estos se utilizan técnicas instrumentales, microscopía electrónica, entre otras”. Pamela Villegas agrega que “estamos en una etapa preliminar, viendo en qué condiciones la bacteria produce estos biopolímeros, para poder optimizar su crecimiento”.
Como una forma de explicarlo en forma más simple, esta última explica que esto equivale a las reservas de grasa de los seres humanos. “Cuando la bacteria entra en una etapa de estrés, empieza a prepararse para un periodo de escasez de alimento, entonces va acumulando estos gránulos como fuente de carbono y energía, que serán consumidos cuando no tenga qué consumir. Pero como nosotros la sacamos antes de que lo haga, podemos extraer estos polímeros o gránulos”. Y agrega que “este material es una muy buena alternativa, porque dependiendo del sustrato que se le entrega a la bacteria, se pueden producir distintos monómeros que le dan distintas características al biopolímero que va a ser el producto finalmente”.
La principal ventaja de producir un biopolímero utilizando bacterias es que puede degradarse en un periodo más corto que los plásticos derivados del petróleo. Por ello, dependiendo de los resultados, la idea es algún día comercializarla. “Estos biopolímeros son biocompatibles y por eso pueden ser utilizados para recubrir fármacos de liberación prolongada, al ir degradándose de a poco, sin efectos adversos para el organismo. Con todo esto se abre un nuevo campo de investigación y a la vez se podría dar solución a un problema medioambiental que es urgente de resolver”, puntualiza.