Descubren dos piezas olmecas de 3.000 años de antigüedad
UNAM/DICYT Dos piezas olmecas de tres mil años de antigüedad fueron descubiertas por un grupo de arqueólogos encabezado por Ann Marie Cyphers Tomic, académica del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM Se trata de un disco de basalto de 61 centímetros de diámetro que tiene el grabado de dos huellas de patas de ave, probablemente de un águila, así como una escultura de bulto parcial con forma felina, con las fauces abiertas y las dos patas delanteras cruzadas, de 300 kilogramos de peso, que está mutilada y podría corresponder a un jaguar, explicó la arqueóloga en entrevista.
Ambos vestigios están hechos de basalto y se encontraron en el Palacio Rojo, lujosa residencia de los gobernantes de la primera capital olmeca (de dos mil 200 metros cuadrados), ubicada en San Lorenzo, municipio de Texistepec, Veracruz, a 60 kilómetros del puerto de Coatzacoalcos.
Las piezas se exhiben al público en el Museo Comunitario del lugar, que fue inaugurado en 1995 con apoyo de esta casa de estudios.
El Palacio Rojo ha sido excavado en casi una cuarta parte de su totalidad por Cyphers, dedicada al estudio de la zona arqueológica desde 1990.
Su labor en 2012 y 2013 fue financiada por Petróleos Mexicanos, a través del Fondo para la Comunicación y la Educación Ambiental, A.C., que entre sus objetivos tiene el fomento a la protección de los recursos ambientales y culturales en el sur de Veracruz.
“San Lorenzo Tenochtitlán es la capital más antigua de la cultura Olmeca. Fue fundada desde el año mil 800 antes de nuestra era y tuvo su apogeo entre los años mil 400 y mil”, sostuvo la arqueóloga.
Disco, monumento conmemorativo
El disco grabado, descubierto en 2012 por la universitaria y su grupo, es un objeto singular, un monumento conmemorativo cuyo grabado se relaciona con el nombre de un gobernante olmeca.
“Se colocó al inicio de la construcción del Palacio Rojo, entre el año mil 400 y mil 200 antes de nuestra era. Se posicionó junto a un drenaje sinuoso de basalto. Por contar entre las primeras actividades de la edificación, el disco debió ser un símbolo conmemorativo y testigo del nombre de la persona que financió la obra”, detalló Cyphers.
La arqueóloga consideró que las dos huellas de ave grabadas (que quizá corresponden a un animal poderoso como el águila arpía, que entonces se encontraba en la región) representan el símbolo de un gobernante de la capital.
“Las cabezas colosales, emblema de la cultura olmeca, portan cascos sobre los cuales tienen grabadas insignias que hacen referencia a los nombres de los gobernantes que representan. La cabeza colosal número cinco de San Lorenzo tiene en su tocado los símbolos de dos patas de ave. Sospecho que es del mismo gobernante que inició la construcción del palacio”, comentó.
En el Palacio Rojo hay varias representaciones relacionadas con aves en otros monumentos, por lo que se especula que pudieran ser emblemas de un linaje específico. “El contexto en que se encuentra el disco nos da información adicional sobre la identidad del gobernante fundador del palacio”, acotó.
Cabeza de felino, muestra de reciclaje
Dentro del Palacio, los arqueólogos han ubicado diversos tipos de cuartos, incluidas áreas de trabajo y almacenes de esculturas incompletas. “Los olmecas utilizaban las esculturas, a veces las mutilaban y luego las almacenaban por algún tiempo antes de reciclarlas para crear formas distintas”.
El reciclaje se motivaba en parte por consideraciones económicas, pues la roca basáltica se importó de yacimientos distantes en la sierra de los Tuxtlas. También, el tallado de segunda fase permitió la creación de nuevos símbolos sagrados, la cual estaba bajo el control de la élite que residía en el Palacio. A este grupo de piezas pertenece el felino encontrado en la temporada de 2013”, subrayó la investigadora del IIA.
Las esculturas tienen un simbolismo cósmico y sagrado, así que las transformaban para usar la misma roca en otras ceremonias. Es el caso de la cabeza de felino de fauces abiertas, que cuenta con las patas delanteras, pero no con el resto del cuerpo; probablemente se trate de un jaguar, poderoso símbolo en esa cultura.
Cyphers inició hace casi 24 años su proyecto con el estudio de los espacios domésticos y cotidianos de los olmecas, pero poco a poco diversificó y amplió su línea de investigación, hasta incluir aspectos ceremoniales y productivos, reconocimientos regionales e investigaciones de la subsistencia y el paleoambiente. “Así podemos tener una idea integral de lo que fue esa gran capital olmeca”, remarcó.
Taller de navajas de obsidiana
Actualmente, Cyphers labora en otro frente de excavación en la zona olmeca, llamado Malpica U, que aparentemente es el primer taller de navajas de obsidiana en Mesoamérica conocido hasta ahora.
Con financiamiento de un proyecto PAPIIT de la UNAM, se llevan a cabo excavaciones en el taller que se encuentra en Loma del Zapote, un sitio arqueológico que colinda al sur con San Lorenzo y forma parte del mismo contexto olmeca.
“La obsidiana es un vidrio volcánico y fue el material más importante para hacer herramientas cortantes, principalmente en el Altiplano de Mesoamérica. Tiene el filo más potente del mundo, incluso más que un bisturí”, señaló.
La navajilla de obsidiana fue una herramienta fundamental en Mesoamérica; se utilizó en la vida cotidiana y en las ceremonias rituales; su producción requería de especialistas. Los olmecas de San Lorenzo consiguieron obsidiana de al menos 11 yacimientos lejanos.
El taller de Malpica U se localiza sobre una enorme estructura semejante a un muelle, que se ubica junto a un río ahora extinto. Ahí laboraban artesanos especializados, que producían las navajas y dejaron herramientas y desechos de producción como testigo de su labor.
“En Malpica U hemos trabajado durante dos temporadas de campo (en 2012 y 2013) y seguiremos el año entrante. En gabinete se realiza la clasificación de los artefactos y desechos, con base en factores tecnológicos que permiten la identificación de los pasos productivos que pueden ordenarse en una chaîne opératoire”, finalizó.