Cenizas del Puyehue afectan la velocidad de lagarto patagónico
AGENCIA CYTA-INSTITUTO LELOIR/DICYT El 2011 fue un año particularmente duro para los habitantes de la estepa rionegrina por la erupción del volcán Puyehue, en Chile.
También para el lagarto vistoso de las rocas o Phymaturus spectabilis, una especie que habita áreas rocosas al sur de la localidad de Ingeniero Jacobacci. Un estudio científico reveló que la materia volcánica alteró su velocidad de desplazamiento, afectando el ecosistema.
“Se presume que este reptil puede dispersar semillas de las plantas de las que se alimentan y además constituye un eslabón clave en la cadena alimenticia debido a su abundancia en los roquedales (lugar con rocas abundantes)”, explicó a la Agencia CyTA el autor principal del trabajo, el biólogo Facundo Cabezas Cartes, becario doctoral del CONICET en el Instituto de Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA), en Bariloche.
La acumulación de cenizas en el sustrato rocoso afectó, en particular, la velocidad del lagarto en tramos largos de un metro o más y con pendiente, revela la investigación publicada en la revista científica “Journal of Experimental Zoology”.
Para estudiar el efecto de las cenizas en el rendimiento locomotor de esta especie, el investigador y sus colegas capturaron 65 ejemplares de esa especie en un roquedal y los llevaron a un laboratorio.
“Los hicimos correr a lo largo de un riel de poco más de un metro, con o sin pendiente, y con fotorreceptores ubicados cada 15 centímetros para registrar su paso”, explicó Cabezas Cartes.
El estudio reveló que los ejemplares expuestos a las cenizas redujeron en promedio un 15 por ciento su velocidad.
La velocidad de desplazamiento es fundamental en los lagartos para actividades vitales como la alimentación, el cortejo y el escape de aves rapaces, zorros, hurones y otros predadores, añadió el especialista.
En el verano posterior a la erupción volcánica, las hembras no se reprodujeron mientras que al año siguiente sí pudieron hacerlo normalmente, indica otro estudio aún inédito encabezado por la doctora Jorgelina Boretto, investigadora del CONICET en el INIBIOMA.
El trabajo, publicado en la revista Journal of Experimental Zoology, fue parcialmente financiado por la National Geographic Society.