Red de fincas para la conservación de la biodiversidad en el Oeste ibérico
JPA/DICYT A lo largo de los últimos años, la finca salmantina de Campanarios de Azaba ha sido el escenario en el que se ha desarrollado un proyecto LIFE+Nature de conservación de la biodiversidad. Una vez finalizado, los científicos están trabajando ya en un objetivo más ambicioso, ampliar esta experiencia a una serie fincas en España y Portugal que constituirían una amplia red en la que realizar trabajos de investigación e implementar estrategias de conservación de la biodiversidad.
“La idea es implicar a muchas fincas y montar un club por la conservación del Oeste ibérico”, señala en declaraciones a DiCYT José Sánchez, director del Instituto Hispanoluso de Investigaciones Agrarias (CIALE) y uno de los responsables del proyecto por parte de la Universidad de Salamanca. La Fundación Naturaleza y Hombre (FNYH) y la Asociación Trashumancia y Naturaleza (ATN) de Portugal son otras entidades que tratan de impulsar una iniciativa que abarcará al menos 10.000 hectáreas en diversas localizaciones próximas a la frontera entre España y Portugal, desde Campanarios de Azaba a fincas enclavadas en el Parque Natural Tajo Internacional, pasando por diversos enclaves portugueses.
El proyecto desarrollado en los últimos cuatro años en la finca salmantina, llamado ‘Conservación de la Biodiversidad en el Oeste Ibérico: Reserva Campanarios de Azaba’ , servirá de referencia, cumpliendo su objetivo inicial de convertirse en un modelo de gestión extrapolable a otras zonas y países. En 500 hectáreas de experimentación, las universidades de Salamanca y de Alicante, así como otras entidades públicas y privadas, han llevado a cabo diverso trabajos de conservación.
Entre las investigaciones que se han llevado a cabo está la del Grupo de Palinología y Conservación Vegetal que dirige José Sánchez, que estudió hongos como bioindicadores del estado de salud del bosque. Por su parte, la Universidad de Alicante se centró en dos especies de insectos amenazadas, un escarabajo y una mariposa. El objetivo de los científicos en muchos de estos proyectos es analizar el ecosistema de una forma global. Por ejemplo, en el caso de la mariposa, es muy dependiente de la presencia de madreselva, planta en la que pone los huevos. De hecho, una de las actuaciones que quedó pendiente fue introducir nuevas plantas para favorecer la supervivencia de esta especie.
En este sentido, la FNYH también ha llevado a cabo diversas actuaciones, como la creación de charcas y el acondicionamiento de las ya existentes con el objetivo de que haya una amplia población de anfibios que sirva para alimentar una de las especies animales que se intenta proteger, la cigüeña negra. A medio plazo, tampoco se descarta que en esta zona pueda reaparecer el lince ibérico, para lo que se ha favorecido la cría de conejos. Asimismo, se han plantado pinos en algunas zonas ante la posibilidad de que anide el buitre negro. En definitiva, se trata de crear las condiciones adecuadas para la conservación y recuperación de especies en un ecosistema dominado por la dehesa y con un frágil equilibrio.
La sobreexplotación de porcino que han tenido que soportar este tipo de fincas se ha intentado sustituir por otro tipo de ganadería más sostenible. Por ejemplo, se han introducido ejemplares de vaca sayaguesa, de la provincia de Zamora, “muy antiguas desde el punto de vista genético” y actualmente en peligro de extinción. Lo mismo ocurre con el caballo de las retuertas, raza equina española.
Ahora se quiere reproducir este modelo de Campanarios de Azaba pero con las características propias de cada lugar, ya que “cada finca es un mundo”, asegura José Sánchez. De esta manera, se podrán multiplicar las experiencias y se asegurará el éxito de muchas de las actuaciones, que ya no se reducirán a una finca concreta, sino que se desarrollarán de forma coordinada.