Un índice permite valorar el impacto mediático de la producción científica
JPA/DICYT Las noticias científicas que aparecen en los medios digitales españoles han evolucionado en los últimos tiempos, ganando un mayor peso los contenidos nacionales frente a los extranjeros, según una investigación de la Universidad de Salamanca. Los resultados de este estudio han permitido elaborar un índice que relaciona la producción científica de una institución y el impacto que tiene en los medios, revelando si su visibilidad pública tiene el peso que merece.
La tesis doctoral de Ana Victoria Pérez, titulada ‘Imagen visible de la ciencia en la prensa digital generalista: actores y procesos (España 2002-2011)’ y dirigida por Miguel Ángel Quintanilla y Bruno Maltrás, se hace eco de otros estudios desarrollados en varios países de Europa sobre el impacto de la información científica en sus respectivos medios de comunicación y va un paso más allá. “Pretendíamos saber si el número de noticias de ciencia había crecido en relación a otros contenidos, pero también analizar su posible evolución desde un punto de vista cualitativo”, señala la autora.
Para ello en colaboración con investigadores del Departamento de Informática y Automática de la Universidad de Salamanca, bajo la coordinación del investigador Carlos García de Figuerola, se aplicaron técnicas automáticas para reconocer entidades, personas, temas y localización geográfica, entre otros aspectos de las informaciones. Las fuentes elegidas para el estudio fueron las hemerotecas digitales de los periódicos de mayor alcance en España, según los datos de la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD), El País y El Mundo, a lo largo de la década elegida, además del diario Público, que comenzó a publicarse en 2007, por la especial relevancia que le daba a las noticias sobre ciencia y tecnología.
Aunque con el paso de los años se produce un incremento del número de informaciones científicas, no resulta especialmente significativo. Sin embargo, uno de los datos que más sorpresa les causó a los investigadores es que en los primeros años la cantidad de contenidos relacionados con grupos de investigación extranjeros era notablemente superior a los nacionales –hasta el punto de que la institución más citada era la Universidad de Harvard, en Estados Unidos-, mientras que en los años más recientes esa tendencia se invierte a favor de las instituciones españolas de investigación.
“Entre las posibles causas que barajábamos era que la producción científica nacional hubiese crecido, por eso nuestro estudio se acompaña de un análisis bibliométrico por instituciones”, destaca Ana Victoria Pérez. Sin embargo, “el crecimiento que, efectivamente, habían tenido las publicaciones españolas no justificaba el reajuste que se había producido en las noticias científicas a favor de la ciencia nacional”. A pesar de que existía cierta correlación entre el peso científico de las entidades dedicadas a la investigación y su aparición en medios, el estudio relevó que esta última necesariamente tenía que estar muy influida por otros factores, muy probablemente “la predisposición a comunicar, la disponibilidad para recibir a los periodistas o contactar con ellos, la capacidad para relacionar los resultados de una investigación con la actualidad o el contar con estructuras especializadas en el seno de las universidades y centros de investigación especializadas en estas tareas, como las Unidades de Cultura Científica e Innovación”.
De esta forma, el trabajo ofrece datos muy interesantes para el ámbito del periodismo científico, al mostrar cómo ha evolucionado el sector en años recientes, pero también en el ámbito de la política científica, puesto que ofrece claves para evaluar si las apariciones públicas de una institución dedicada a la investigación se corresponden o no con su peso científico.
Evaluar la comunicación científica
Para medir este último punto, la gran aportación de este estudio es el índice de visibilidad, que se elabora al relacionar los datos sobre producción científica de una institución con la presencia que dicha institución ha alcanzado en las bases de datos de informaciones científicas publicadas en prensa generalista. “Sin sobredimensionar la importancia de los rankings, esta herramienta ofrece pistas sobre la situación de la comunicación científica de una institución, de manera que puede servir para tomar decisiones al respecto, identificar fortalezas y debilidades y en definitiva mejorar el desempeño institucional en este ámbito”.
Para el periodo analizado, las instituciones españolas con mayor producción científica son el CSIC, la Universidad de Barcelona y la Universidad Complutense de Madrid (UCM). En parte, coinciden con las que ocupan los primeros puestos por su presencia en los medios: el CSIC, el Instituto de Salud Carlos III y la UCM. Sin embargo, el mejor ratio entre producción científica y repercusión mediática o índice de visibilidad lo obtienen el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).
Esfuerzo y especialización
“Los datos permiten explicar el importante esfuerzo en difusión que realizan algunos organismos públicos de investigación que hace que estén más presentes en el ámbito público de lo que les correspondería en función de su capacidad científica”, comenta la investigadora. Por otra parte, parece que un factor determinante es el grado de especialización de estas instituciones de pequeño tamaño pero apariciones recurrentes, como puede ser el CNIO por ser referente en investigación contra el cáncer o el IGME, para asuntos relacionados con la geología o la sismología.
Para poder comparar entidades de tamaños parecidos, los autores del estudio proponen ordenar las instituciones en torno a varios grupos. Uno de ellos estaría formado por aquellas cuya producción científica y presencia en medios se encuentra por encima de la media por ejemplo, la UCM. En otro habría que encuadrar las que con una producción científica mayor que la media presenta sin embargo pero una presencia pública por debajo del umbral medio establecido, como la Universidad Autónoma de Barcelona. Así sucesivamente se pueden formar nuevos cuadrantes según peso científico y apariciones en prensa en los que se pueden ubicar universidades y centros de investigación.
Este nuevo índice de visibilidad está en sintonía con las políticas europeas, que persiguen “una mayor imbricación del sistema científico con la sociedad”, afirma Ana Victoria Pérez, “no solamente para que los ciudadanos sean conscientes del papel de la ciencia y de las capacidades científicas de su entorno, sino para que participen de forma activa en ella”. Este objetivo, que entra dentro de los que en el contexto europeo se ha denominado investigación y e innovación responsables (RRI, por sus siglas en inglés), no se puede alcanzar sin que las instituciones científicas expongan su labor a la sociedad. Por eso, esta nueva herramienta, que permite medir en parte la presencia pública de la producción científica institucional, puede ser un instrumento muy valioso para los investigadores.