En busca de venenos que curan en América Latina
Cristina G. Pedraz/DICYT Tal y como apunta el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), América Latina es una superpotencia en biodiversidad. Animales de toda clase y condición conviven en los variados ecosistemas del continente, una fauna en buena parte desconocida para el gran público, amenazada por la acción del hombre, bella, sorprendente y, en ocasiones, peligrosa.
Algunas especies de peces, serpientes, ranas, arañas o alacranes (escorpiones) se encuentran entre los animales más venenosos del mundo. Pero incluso ellos tienen una cara “amable”. Diversos equipos de científicos de América Latina están buscando esa otra cara del veneno, la que esconde propiedades que pueden ser beneficiosas para la salud, con potencial para tratar infecciones o enfermedades como la diabetes o la artritis.
Uno de estos equipos es el capitaneado por Lourival Domingos Possani en el Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Possani es uno de los mayores expertos del mundo en el veneno de los alacranes, que causan alrededor de 300.000 picaduras al año en el país. Su grupo ha publicado más de 340 artículos en revistas científicas internacionales sobre este tema, cuenta con 90 patentes depositadas -la mitad de las cuales ha sido ya concedida- y es autor del libro de referencia en la materia, ‘Scorpion Venoms’, publicado por la editorial alemana Springer.
“Nací en Brasil, hice mi doctorado en París y recibí entrenamiento posdoctoral en la Universidad Rockefeller (Estados Unidos) donde trabajé con componentes del veneno de serpiente. Cuando me incorporé a la UNAM en 1974 me percaté que México era el país con mayor incidencia de picaduras de alacranes del mundo”, apunta Possani en declaraciones a DiCYT, rememorando sus inicios.
La bioquímica del veneno de estos arácnidos no era bien conocida entonces, un vacío que el grupo de Possani ha tratado de mitigar en estos años. “Durante 43 años nos hemos dedicado a aislar y determinar la estructura y función de los componentes de los venenos de varias especies de alacranes de México y de otras partes del mundo. El veneno de estos arácnidos contiene cientos de péptidos, proteínas y otros compuestos de estructura todavía desconocida que sirven para capturar a sus presas o para defenderse de predadores”, explica.
Algunos de estos componentes han sido aislados y estudiados por primera vez a nivel internacional por su equipo. Entre ellos se encuentran ciertos péptidos capaces de hacer “agujeros” en la membrana de algunas bacterias, causando la muerte del microorganismo o disminuyendo su proliferación.
Estas propiedades antibióticas han sido ya probadas en una amplia gama de bacterias. No obstante, queda mucho camino por recorrer. Algunos de estos péptidos solamente se podrán utilizar en aplicaciones tópicas, es decir, de modo externo sobre la piel, ya que no se pueden inyectar o ingerir como los antibióticos comerciales.
“Los alacranes han desarrollado mecanismos para defenderse de la presencia de posibles microoganismos que les puedan causar daños”, precisa Possani, quien destaca el potencial de estos mecanismos para contribuir a un problema global de máxima relevancia, la resistencia a antibióticos. “Estos componentes son efectivos inclusive cuando usamos aislados clínicos de pacientes que presentan resistencia a los antibióticos comerciales. Significa que los antibióticos del veneno de los alacranes pueden matar bacterias resistentes a los antibióticos disponibles en el mercado”, subraya.
Péptidos capaces de controlar enfermedades inmunológicas
Una de las líneas de investigación más prometedoras del grupo de Possani son los péptidos inmunomoduladores presentes en el veneno de alacrán, o lo que es lo mismo, péptidos capaces de controlar enfermedades inmunológicas.
“Encontramos en el veneno de un alacrán mexicano un par de péptidos con potencial aplicación en el control de enfermedades inmunológicas como la diabetes tipo I, la psoriasis o la artritis reumatoide, entre otras”, detalla el experto. Estos péptidos han sido patentados en más de 20 países y la UNAM, propietaria de las invenciones, ha cedido los derechos a una compañía farmacéutica mexicana para la realización de pruebas clínicas.
Pero estas no han sido las únicas propiedades terapéuticas del veneno de los alacranes que el grupo de la UNAM ha podido evidenciar. También han encontrado péptidos que afectan el desarrollo de Plasmodium (parásito causante de la malaria) y péptidos que tienen acción antiviral. Asimismo, han hallado péptidos efectivos contra otros artrópodos, muchos de los cuales son plagas. “La mayor parte de los componentes del veneno de los alacranes no reconoce al sistema biológico de los mamíferos (humanos), pero son bioinsecticidas dirigidos en contra de los artrópodos de los cuales el alacrán se alimenta”, precisa.
Tras cuatro décadas de investigación, Possani y sus colegas han descifrado una parte de los secretos que esconde el veneno de los alacranes. Pero aún queda mucho trabajo y sorpresas por llegar.
El potencial terapéutico de las serpientes peruanas
En Perú, otro equipo de científicos busca propiedades terapéuticas en el veneno de las serpientes presentes en el país. Se trata del grupo encabezado por Armando Yalerqué en el Laboratorio de Biología Molecular de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Yalerqué recuerda cómo surge su pasión por estos animales.
“Mi interés sobre las serpientes surge de una manera casual. Cuando tenía 5 años y vivía en un pueblo cercano a Oxapampa, me alertó el ruido que hacían los vecinos, pues habían encontrado una serpiente y la estaban quemando. Años después, en secundaria, había un pequeño capítulo en el libro de castellano (ahora Literatura) que se titulaba "La madre" y se refería a una serpiente que atacó a unos lugareños por defender a sus crías. Cuando hacía mi tesis de bachiller en 1971, ya usaba un componente del veneno de una serpiente norteamericana, Crotalus adamanteus”, rememora.
Al iniciar su labor en la Facultad de Ciencias Biológicas de la UNMSM en 1972, algunos colegas le informaron sobre la problemática de los accidentes ofídicos en Perú y de la carencia de estudios al respecto. “Tras más de 40 años dedicados a esta especialidad, analizando venenos de diferentes animales y buscando componentes bioactivos, puedo decir que mi afición se convirtió en una realidad científica, pues este tipo de trabajo no solo genera conocimiento, sino protección para los seres humanos, especialmente para las comunidades aborígenes y trabajadores del campo, que son los que sufren frecuentemente los accidentes”, señala con satisfacción.
En la actualidad, en su Laboratorio trabajan una decena de investigadores, cinco profesores, dos tesistas de posgrado y tres tesistas de pregrado, quienes estudian la serpiente jergón, ‘Bothrops atrox’, la más peligrosa del país; ‘Lachesis muta’, la serpiente venenosa más grande de América; la serpiente de costa, ‘Bothrops pictus’; la serpiente del norte del Perú ‘Bothrops barnetti’, y la que habita en la frontera con ecuador, ‘Bothrops brazili’. En concreto, se encargan de la exploración y purificación de nuevos componentes bioactivos, la producción de proteínas recombinantes a partir de genes específicos para determinadas toxinas de venenos y la producción de un antiveneno alternativo al ya existente (suero equino) usando huevos de gallina.
Yalerqué destaca el potencial terapéutico de los venenos de algunas serpientes, presente en enzimas como L-aminoácido oxidasa (LAAO), un agente antibacteriano y antiparasitario; fosfolipasa A2 (PLA2), que tiene acción antimalárica; fibrinogenasas, con efecto antitrombolítico; la enzima similar a trombina, con potencial coagulante, y hialuronidasa, con acción degradativa del ácido hialurónico.
“El mensaje que queremos transmitir es que no hay que matar innecesariamente a las serpientes porque ellas son los mejores controladores biológicos”, recalca. Y es que todo animal, por peligroso que parezca, tiene una cara “amable”, y un potencial conocido o por descubrir.