Salud España , León, Jueves, 01 de febrero de 2018 a las 14:43

La Unidad de Investigaci贸n en celiaqu铆a de la ULE afianza su proyecto con un investigador posdoctoral

Nicol谩s Navasa se incorpora a una investigaci贸n sobre c贸mo aprovechar los residuos agr铆colas para potenciar el crecimiento de microorganismos que degraden el gluten

ULE/DICYT La Unidad de Investigación Consolidada (UIC) de la Universidad de León (ULE) especializada en el estudio del metabolismo del gluten y en la búsqueda de terapias frente a la celiaquía, trabaja en un proyecto de investigación sobre ‘Aprovechamiento de subproductos agrícolas de Castilla y León para potenciar el crecimiento de bacterias de origen humano implicadas en la degradación del gluten’ en el que se incluye la contratación de un investigador postdoctoral.


Así, el investigador leonés Nicolás Navasa Mayo, tras casi una década de investigación postdoctoral en universidades internacionales y prestigiosos centros de investigación se incorpora a esta UIC. Su trabajo, al igual que su contratación, está subvencionado por la Junta de Castilla y León, y está centrado en el aprovechamiento de los residuos agrícolas para potenciar el crecimiento de microorganismos capaces de degradar el gluten.


Esta Unidad de Investigación Consolidada es un grupo multidisciplinar que engloba a investigadores de varios departamentos de la ULE y otros centros de investigación como INBIOTEC, INBIOMIC y Hospital Universitario, así como varias empresas colaboradoras (Farmasierra, Amri, Starters S.A., Biopolis S.A.) con importante actividad industrial en farmacología y biotecnología.


La UIC lleva varios años trabajando en el estudio de la enfermedad celíaca y ha obtenido importantes avances en la caracterización enzimática y selección de bacterias probióticas implicadas en el metabolismo del gluten, un componente proteico que desencadena la enfermedad celiaca. El proyecto en el que ahora se encuentra inmerso, propone aprovechar residuos de la actividad agrícola y forestal de Castilla y León, para potenciar el crecimiento de los microorganismos beneficiosos en el tratamiento de la enfermedad celiaca.
Para ello, Nicolás Navasa trabajará con un equipo integrado por Leandro Rodríguez, Miguel Ángel Ferrero, Pilar del Valle, Honorina Martínez, Francisco Javier Casqueiro, Rosario García Armesto, Javier Rúa, Silvia Fernández, Carlos Barreiro, Félix Busto, María Dolores de Arriaga y los médicos Santiago Vivas y Luis Miguel Vaquero.


El investigador Nicolás Navasa Mayo, licenciado en Ciencias Biológicas en 2004 por la ULE, recibió una beca predoctoral al finalizar sus estudios, gracias a su expediente académico, que le permitió desarrollar su tesis doctoral en el Departamento de Biología Molecular de la ULE. Durante esta etapa, Navasa centró sus esfuerzos en la disección de los mecanismos moleculares que controlan la síntesis de cápsulas en bacterias patógenas humanas. Posteriormente, trabajó en diversos laboratorios de universidades internacionales como la de Colorado y Massachusetts, en USA. Sus resultados fueron publicados en diferentes revistas científicas de reconocido prestigio internacional.


Tras obtener el Doctorado en 2009, continuó su carrera científica como investigador postdoctoral tres años en la Universidad de Massachusetts en Amherst (USA), y como investigador postdoctoral senior, durante los últimos cinco años, en el Centro de Investigaciones Científicas CIC bioGUNE en Bilbao, y en la Universidad de College Park en Maryland (USA).


En esta etapa postdoctoral, Nicolás Navasa se ha especializado en el conocimiento de las respuestas inmunes que controlan los procesos inflamatorios que se desarrollan durante las enfermedades infecciosas y otras patologías humanas, empleando para ello técnicas de cultivos celulares in vitro y modelos in vivo de ratón. Durante este periodo, ha publicado numerosos artículos en algunas de las revistas más prestigiosas a nivel mundial pertenecientes al campo de la inmunología y las enfermedades infecciosas.


La celiaquía es una enfermedad digestiva de origen inmunológico que daña el intestino delgado y que afecta aproximadamente al 1% de la población mundial. Esta enfermedad se desarrolla, en individuos genéticamente susceptibles, por la interacción, en el intestino, de péptidos específicos derivados de la digestión del gluten, un complejo proteico presente principalmente en las harinas del trigo, del centeno y de la cebada. “Actualmente el único tratamiento eficaz para los enfermos celiacos es llevar a cabo una dieta libre de gluten durante toda su vida, algo difícil de mantener en la sociedad actual y que provoca problemas económicos, sociales y nutricionales”, señalan desde la UIC.


Un mundo microscópico viviente en el intestino


El ser humano posee en el intestino un mundo microscópico viviente que hoy es considerado como un “nuevo órgano” y que está compuesto por aproximadamente cien billones de microorganismos, los cuales forman una comunidad denominada microbiota intestinal. Una gran parte de los microorganismos adheridos al intestino pertenecen al grupo de las bacterias denominadas probióticas, tales como Bifidobacterium, Streptococcus y Lactobacillus, algunas de las cuales son capaces de digerir esos péptidos tóxicos derivados del metabolismo del gluten y evitar así el daño intestinal que puede provocar en los individuos genéticamente predispuestos.


“Recientes estudios, desarrollados por nuestro grupo de investigación, señalan que la enfermedad celiaca está asociada con un desequilibrio en la microbiota intestinal, apreciando un notable descenso en el número de bacterias probióticas en los individuos en los que aparece la enfermedad”, destacan desde el grupo de investigación. “Estos hallazgos han llevado a la comunidad científica internacional a plantearse la utilización de microorganismos probióticos como terapia potencialmente útil en el tratamiento de la enfermedad”.


Gran parte de los alimentos vegetales no pueden ser aprovechados por las células del intestino delgado humano, es la denominada fibra alimentaria, polisacáridos que, sin embargo, pueden ser utilizados por las bacterias de la microbiota para su crecimiento y desarrollo. La fibra alimentaria se encuentra principalmente en los alimentos de origen vegetal poco procesados tecnológicamente, como son los cereales, frutas, verduras y legumbres.


Teniendo en cuenta el gran potencial que presenta Castilla y León en cuanto a la generación de excedentes agrícolas (desechos de la industria azucarera, vitivinícola o de la producción de lúpulo, y procesado de cereales y tubérculos,…), el desarrollo del proyecto pretende utilizar estos materiales, ricos en fibra alimentaria, como fuente nutricional para el crecimiento de bacterias de origen humano capaces de degradar y/o disminuir la potencialidad inmunotóxica de los péptidos derivados de la degradación del gluten.