Cultura España , España, Viernes, 23 de febrero de 2018 a las 09:12

Un loro nocturno y gigante que no vuela

El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) exhibe un ejemplar colectado en el siglo XIX de una de las especies m谩s amenazadas del mundo: quedan menos de 160 ejemplares

MNCN/DICYT El kakapo (Strigops habroptilus) es uno de los loros más raros del mundo y, posiblemente, una de las aves más longevas. Su nombre vulgar es una transliteración del maorí que significa "loro de noche". Su nombre genérico deriva del griego y significa "cara de búho", el nombre específico significa "pluma suave". Lo cierto es que resulta inconfundible por su gran tamaño, su cara de búho y su plumaje suave de color verde moteado de amarillo, marrón y gris, que le mimetiza con la vegetación y el suelo del bosque.


Es un loro muy grande, con un pronunciado dimorfismo sexual; los machos pesan entre un 30 y un 40% más que las hembras. No puede volar ya que sus alas son cortas y carece de quilla, la extensión del esternón donde se anclan los músculos del vuelo. Son hábiles escaladores y no resulta extraño verlos en las copas de los árboles, a 20 o 30 metros, donde recurren al pico para agarrarse, y a las alas para sostenerse y equilibrarse cuando saltan.


Además de por su anatomía, difiere de otros loros por su comportamiento reproductor. Es la única ave no voladora que se aparea en un sistema de lek. Los machos se concentran en un lugar denominado arena, donde se exhiben y compiten entre sí para atraer a las hembras, emitiendo un curioso sonido que se puede escuchar a varios kilómetros. Las hembras se aproximan a estas arenas, eligen a los machos que consideran de mayor calidad y se aparean con ellos, desapareciendo después de la cópula.

 

Los kakapos son herbívoros y su dieta incluye una gran variedad de plantas, seleccionando partes muy diversas de las mismas: hojas, brotes, flores, cortezas, raíces, bulbos, frutos y semillas. Al tratarse de una dieta de pobre en nutrientes, sólo se reproducen coincidiendo con la fructificación masiva de determinados árboles, que sólo ocurre entre dos y cinco años. Su sentido del olfato está muy desarrollado, lo que es acorde con su estilo de vida nocturno, ayudándole a localizar el alimento.


Antes de la llegada del hombre, los hábitats terrestres de Nueva Zelanda estaban dominados por las aves, los reptiles y los invertebrados. Las aves constituían la megafauna y explotaban los nichos que los mamíferos ocupaban en otros lugares. En este ambiente, los únicos predadores de los kakapos eran las aves rapaces. Aunque no podía volar, los hábitos nocturnos de este loro y su plumaje críptico dificultaban su detección por las aves de presa, que confiaban en la vista para capturar sus presas.

 

La ausencia de mamíferos, ya fuesen predadores o competidores, hizo posible que el kakapo evolucionase de un modo distinto al resto de los loros. Su anatomía ilustra la tendencia evolutiva de las aves en las islas oceánicas con pocos depredadores y abundante comida, que consiste en un físico robusto y un aumento de la eficiencia termodinámica a expensas de las habilidades de vuelo.


El kakapo era abundante antes de que llegaran los humanos, hace aproximadamente 800 años; el registro fósil indica que era la tercera ave más común de Nueva Zelanda. Era un recurso importante para los pueblos indígenas y aparece en muchas de sus leyendas y en el folclore. Los maoríes lo cazaban, tanto por su carne, como fuente de alimento, como por sus plumas, que utilizaban para hacer prendas de vestir; incluso algunos lo mantenían como mascota.


La llegada de los europeos en el siglo XIX constituye un punto de inflexión en la situación de la especie. A partir de 1840 los colonos deforestaron amplísimas superficies de terreno para dedicarlo a la agricultura y el pastoreo, destruyendo así su hábitat natural. Además, los mamíferos que introdujeron en las islas trocaron a los anteriormente exitosos kakapos en seres vulnerables: los huevos y pollos difícilmente sobrevivían a las ratas y a los armiños, y los adultos se convirtieron en una presa fácil para gatos, mustélidos y perros.


A finales del siglo XIX despertó la curiosidad científica de los naturalistas y miles de ejemplares fueron capturados para zoológicos, museos y coleccionistas particulares. El ejemplar que puede verse en el MNCN procede de aquella época, aunque se desconoce la fecha precisa de su colecta. En 1913 lo revisó el conservador del Museo Luis Lozano y Rey; debajo de la peana conserva una etiqueta histórica.

 

Uno de los animales más investigados

 

Actualmente el kakapo es uno de los animales más investigados del planeta. Hoy sobreviven 153, y cada uno de ellos lleva un radioemisor, lo que permite a los científicos tenerlos controlados permanentemente. Un ambicioso proyecto emprendido por el gobierno de Nueva Zelanda ha reubicado a los supervivientes en tres islas libres de depredadores. Debido a su baja diversidad genética y a su baja fertilidad, gran parte del plan de conservación se centra en el manejo de los apareamientos y en el uso de la inseminación artificial para minimizar la pérdida de variabilidad genética. Además, está en marcha un proyecto de restauración ecológica a gran escala para recuperar el hábitat adecuado para la futura población de kakapo.


En 2009, un kakapo llamado Sirocco se hizo famoso por un vídeo de la BBC que mostraba como se subía a la cabeza de un fotógrafo e intentaba copular con él. El vídeo fue visto por millones de personas en todo el mundo y lo convirtió en "portavoz" de la conservación de la vida silvestre de Nueva Zelanda.